
Las Saturnalia romanas celebradas en Chester, Inglaterra, cada año en fechas navideñas
Para los cristianos, lo más importante de la Navidad es el hecho en sí, la encarnación del Hijo de Dios, y no el día en que sucediera. De hecho, no se menciona en ninguno de los Evangelios. El 25 de diciembre no aparece hasta el Cronógrafo del 354, un manuscrito de los tiempos del papa Liberio, aunque quien escogió la fecha fue su predecesor, Julio I (c. 280-352).
¿Por qué ese día y no otro? Para los romanos, como la mayoría de las culturas paganas, la llegada del solsticio de invierno era un momento culturalmente importante, pues a partir de ahí los días se alargan y cambian las cosechas. Lo celebraban con las Saturnales, una fiesta en honor al dios de la agricultura, Saturno, que tenía lugar entre el 17 y el 23 de diciembre.
Era el acontecimiento más importante del año, y cuando campesinos, funcionarios, legionarios e incluso esclavos se tomaban unas vacaciones. Había banquetes en la calle, intercambio de regalos, sacrificios en los templos de Saturno, y una cierta relajación de la etiqueta y la moralidad.
Pues bien, lo que quería Julio I, y para hacerlo contó con la plena colaboración del emperador de la época, Constantino el Grande, era acabar con esa tradición asimilándola a una efeméride cristiana. Lo consiguió, aunque con una excepción.
A la ciudad de Chester, en Inglaterra, podría aplicársele la famosa cita de los ó de é, pero al revés. Es “un poblado de irreductibles romanos que resiste, todavía y como siempre, al invasor”, cristiano en este caso.
Y es que allí las Saturnales siguen celebrándose. No se sacrifica ninguna cabeza de ganado en el templo, pero los vecinos engalanan sus casas con motivos vegetales y velas encendidas y se intercambian regalos, como se hacía en Roma. Además, la tarde del día 14, la Legio II Adiutrix, la que fundó la ciudad en el año 70, vuelve a tomar las calles.