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El oro sagrado de los akan, dibujos de Picasso y la fotografía de Ramón Masats entre las exposiciones de marzo en Madrid, Barcelona y otras ciudades

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Oro y luz para brillar son los ejes conductores de las exposiciones seleccionadas por Historia y Vida para visitar a lo largo de las próximas semanas

Disco decorativo con rana

Disco decorativo con rana

Cortesía del Museo Liaunig y de la Fundación Barrié

Tal vez estemos viviendo tiempos oscuros, pero otros los experimentaron antes que nosotros. Si les prestamos la debida atención, las exposiciones de este mes de marzo nos enseñarán cómo brillar incluso cuando se tiene todo en contra.

A falta de pocos días para el 8 de marzo, recuperamos la inmensa figura de Luisa Roldán, una escultora barroca cuyo éxito superó con creces, ya en vida, el de su padre y el de su esposo, que desempeñaron el mismo oficio. Y eso que, por ser mujer, no pudo acudir a la Academia de Murillo.

Las guerras y las dictaduras pueden ensombrecer la trayectoria de los artistas, pero algunos se las apañan para seguir deslumbrando en la adversidad. Pablo Picasso no dejó de trabajar ni siquiera cuando tuvo que abandonar su estudio de París. A falta de pinceles, recuperó el lápiz y nos dejó una serie de dibujos tan espléndidos como innovadores. Por su parte, la España en blanco y negro de la posguerra adquirió un destello irónico gracias a la personalísima mirada del fotógrafo Ramón Masats.

Ahora bien, si de brillar se trata, pocas cosas resplandecen más que el oro. Y en trabajar el oro son expertos los pueblos de etnia akan, en la costa occidental de África, cuya riqueza les permitió mantener la independencia hasta finales del siglo XIX y principios del XX, pese a las presiones, finalmente vencedoras, del colonialismo europeo.

Retrato ashanti, República de Ghana, 1896.

Retrato ashanti, República de Ghana, 1896.

© Cortesía del Museo Liaunig y de la Fundación Barrié.

Para los akan, el oro no es solamente un metal valioso y un símbolo de estatus. Lo consideran, además, un material sagrado, un bien espiritual. De ahí que su orfebrería milenaria se cuente entre las más exquisitas de África. Máscaras, pectorales, tronos, espadas reales y bastones cortesanos destacan entre las más de trescientas piezas procedentes de la colección Liaunig, pero las más sorprendentes son los pesos sobredorados, figuras cargadas de simbología que aluden a proverbios o fábulas.

Actualmente, los pueblos akan viven en Ghana y Costa de Marfil, con cierta presencia en Liberia y Togo. Las minas de oro y los cultivos (esclavistas) de nuez de cola propiciaron Estados tan prósperos como el reino de Mankessim (1252-1844) o el Imperio asante (1701-1902), capaces de plantar cara al colonialismo.

'Regata en el Gran Canal junto al puente de Rialto', por Francesco Guardi, hacia 1780.

'Regata en el Gran Canal junto al puente de Rialto', por Francesco Guardi, hacia 1780.

© Museo Calouste Gulbenkian.

Venecia ya era un soñado paraíso turístico en el siglo XVIII. Muchos de los aristócratas británicos que la visitaban durante su Grand Tour decoraban sus mansiones con vistas panorámicas de la ciudad de los canales. Así fue como se popularizaron los vedutistas, el más célebre de los cuales fue, sin duda, Giovanni Antonio Canal, alias Canaletto.

Francesco Guardi recogió el testigo, especialmente, tras la muerte del maestro. Con su trazo vivo y nervioso, sus efectos atmosféricos y su amor por las ruinas, Guardi nos regaló una Venecia ensimismada, decadente, evocadora y romántica.

Antonio Gades durante el rodaje de 'Con el viento solano' (1964).

Antonio Gades durante el rodaje de 'Con el viento solano' (1964).

© Ramón Masats / VEGAP.

Este mes se cumple el primer aniversario de la muerte de Ramón Masats (Caldes de Montbui, 1931-Madrid 2024), fotoperiodista, documentalista y realizador televisivo. Lúcido hasta el final, el fotógrafo barcelonés no llegó a ver esta retrospectiva homenaje, pero participó activamente en la selección de instantáneas que la conforman. En sus imágenes no hay ruido, no sobra nada, son simples, eficaces y limpias. A menudo, también, elegantemente humorísticas. Cronista de la España del franquismo, Masats supo huir del cliché incluso cuando fotografiaba verbenas o procesiones.

'Busto de mujer con los brazos cruzados detrás de la cabeza'.

'Busto de mujer con los brazos cruzados detrás de la cabeza'.

© Museo Picasso Málaga. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2025. Foto: Rafael Lobato.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial interrumpió, trágicamente, el trabajo de muchos artistas. Para evitar París y sus bombardeos, Pablo Picasso pasó el primer año en la localidad costera de Royan, junto a su amigo Jaume Sabartés y su pareja de entonces, Dora Maar. También se mudaron allí su expareja Marie-Thérèse Walter y la hija de ambos. Escaseaban los lienzos, los bastidores y la pintura al óleo. Haciendo de la necesidad virtud, el prolífico artista malagueño se volcó en el dibujo. Llenó ocho cuadernos con versos y bocetos a tinta y a lápiz, además de unos pocos óleos y aguadas.

'Virgen con el Niño y san Juan Bautista', obra en barro cocido y policromado.

'Virgen con el Niño y san Juan Bautista', obra en barro cocido y policromado.

© Museo Nacional de Escultura.

Trabajar en la corte era la máxima aspiración de un artista en el siglo XVII. El puesto de escultor resultaba algo más accesible que el de pintor, pero Pedro Mena, por ejemplo, nunca llegó tan alto. Una mujer sí lo logró. Luisa Roldán (Sevilla, 1652-Madrid, 1706) fue escultora de cámara para Carlos II y Felipe V. Las reinas Mariana de Austria y Mariana de Neoburgo apreciaron las deliciosas tallas policromadas que esculpió para sus altares privados. Aunque su contemporáneo Antonio Palomino la elogió como “eminente escultora” de nombre “inmortal”, generaciones posteriores tildaron su obra de menor, hasta que una tesis doctoral la redescubrió en 1927.

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