La guerra de Ucrania se libra en dos frentes dentro de Estados Unidos. Dos frentes de salón: los medios de comunicación y el Congreso. Y en ambos espacios el conflicto se ha recrudecido este verano, sin que pueda descartarse que empeore en los próximos meses a medida que la contienda real sobre el terreno se prolonga y el reloj electoral corre en contra de Joe Biden y de su fuerte apuesta por la victoria del país invadido.
Es cada vez más obvio que hay nervios e impaciencia en el Pentágono y la Casa Blanca.en el contraataque lanzado en mayo.
Los altos funcionarios anónimos sostenían que Ucrania fallaba porque tenía mal repartidas sus tropas
No pocos militares estadounidenses retirados, pero con gran experiencia en Afganistán o Irak, replicaron y afearon las críticas de la anónima oficialidad en el poder. Horas después de la refriega verbal, un victorioso avance de los soldados ucranianos en las líneas rusas justo por la zona donde esos portavoces habían dicho que faltaban efectivos –el oblast central de Zaporiyia, área de Robotine– dio la razón a esos veteranos y tapó la boca por un rato a los autores de las críticas filtradas a los grandes medios. El Gobierno ucraniano también dijo a estos estrategas que mejor se callaran.
Los controvertidos comentarios sobre la lentitud y supuesta ineficacia de la contraofensiva ucraniana se sustentaban en la tesis de que Kyiv acumulaba demasiadas tropas –incluidas algunas de élite– en lugares equivocados.
Muchos generales con larga experiencia pidieron al Gobierno más confianza en Kyiv... y más ayuda en armas
En vez de concentrarse en cortar las líneas de suministro rusas en el sur y avanzar hacia el mar de Azov por el centro de la región de Zaporiyia, a través de la carretera a las ciudades de Tokmak y Melitópol, el ejército del país invadido estaría quemándose innecesariamente en la recuperación de Bajmut, al este, y en menor medida en combates de distracción cerca de Jersón, al oeste. Esas tropas estarían desperdiciando ingentes cantidades de munición.
“Solo con un dramático giro táctico puede cambiar el ritmo de la contraofensiva”, llegó a decir uno de los mensajeros secretos de la Administración.
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Tres días después de las reconvenciones de estos altos funcionarios sin nombre de Washington, el que fue respetado comandante en Irak y jefe del Comando Central de Estados Unidos y de las fuerzas de la OTAN y EE.UU. en Afganistán, el general retirado David Petraeus, publicó una tribuna en The Washington Post en la que pedía a los políticos de su país y a sus portavoces que “no se retuerzan las manos por el hecho de que la contraofensiva ucraniana no haya dado resultados rápidos”, pues “esta será una guerra larga”. Y, en contundente réplica a las mismas críticas, añadió: “Ucrania necesita armas de precisión de largo alcance, como el Sistema de Misiles Tácticos (Atacms) del ejército estadounidense; necesita municiones en racimo para sus cohetes y no solo para sus proyectiles de artillería; necesita más municiones para sostener la ofensiva, y necesita la entrega acelerada de F-16. En verdad, Ucrania necesitaba estas capacidades hace meses”.
Porque, si bien es cierto que EE.UU. ha proporcionado a Ucrania una ayuda militar de dimensiones impresionantes, por valor de más de 44.000 millones de dólares hasta ahora, para Petraeus aún “debemos hacer más y hacerlo con mayor sentido de urgencia”. Pues “el momento es ahora”.
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Otros muchos militares de alto rango y gran experiencia secundaron a Petraeus. El anterior vicejefe del Estado Mayor del ejército, Jack Keane, general retirado de cuatro estrellas, opinó en el The Wall Street Journal que “Estados Unidos debería centrarse en ayudar a Ucrania a librar la guerra de la manera que quiere hacerlo, en lugar de cotorrear desde la grada”. Ben Hodges, ex comandante general del ejército estadounidense en Europa, abogó en The Hill por “confiar más en el juicio de los comandantes ucranianos que realmente participan en la lucha”.
Y Jonathan Sweet, coronel retirado con 30 años de trayectoria como oficial de inteligencia militar, sentenció desde el : “Den a Ucrania las armas que necesita y dejen que ellos peleen su lucha”, porque no precisan más. “Occidente debe escuchar más a Kyiv y menos a ”, concluyó Sweet utilizando el término peyorativo acuñado en la Europa del Este para señalar a los sabihondos occidentales que dan lecciones sobre los conflictos en la zona sin conocer su realidad.