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¿Ha llegado el fin de la superioridad aérea estadounidense?

Defensa

La creciente eficacia de los sistemas de defensa antiaérea podría debilitar las armas más poderosas de Occidente

(FILES) In this file photo taken on November 11, 2019 Israeli airforce F35 I take part in the

Aviones F35 israelíes de fabricación estadounidense

AFP

El 26 de agosto, en los cielos de Ucrania retumbó el rugido de 230 misiles y drones Shahed cargados de explosivos. Fue el mayor ataque ruso de ese tipo y tendría que haber resultado devastador, porque cada uno de los misiles más grandes transportaba hasta 700 kilos de explosivos. Sin embargo, enseguida se hizo evidente el fracaso del ataque ruso. Ucrania anunció el derribo de 201 misiles (es decir, el 87%), un crudo reflejo del escaso efecto que ha tenido el poder aéreo en la mayor guerra en Europa en más de ocho décadas.

La incapacidad de Rusia (sus 600 aviones de guerra constituyen la mayor fuerza aérea de Europa) para operar libremente sobre Ucrania no sólo ha causado consternación en los generales de Vladímir Putin. También ha despertado inquietud entre los estrategas occidentales, quienes durante mucho tiempo han hecho sus planes partiendo del supuesto de que podrían obtener y mantener el control de los cielos, proteger así a las tropas amigas y lanzar una lluvia de bombas y misiles para derrotar a unas formaciones terrestres enemigas mucho más numerosas. Durante las dos guerras del Golfo, por ejemplo, los aviones de la coalición penetraron en las defensas aéreas integradas de Iraq y destrozaron las divisiones acorazadas de Sadam Husein mucho antes de que pudieran enfrentarse a las tropas terrestres estadounidenses o británicas. Sin embargo, con la mayor eficacia de los misiles antiaéreos y la simultánea proliferación de los drones pequeños y baratos en los campos de batalla, a algunos les preocupa que el dominio del aire por parte de Occidente esté llegando a su fin.

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“En mis tres décadas y media de carrera militar, no creo haber visto un entorno estratégico más complejo”, afirmó sir Richard Knighton, jefe de la Real Fuerza Aérea británica (RAF). “Hasta ahora hemos tenido en gran medida la supremacía aérea... Ya no va a ser así en el futuro.” Se trata de un factor especialmente preocupante en caso de que Estados Unidos y sus aliados tengan que defenderse de un ataque de China para apoderarse de Taiwán o de Rusia contra un miembro de la OTAN.

Tanto China como Rusia disponen de complejos sistemas de defensa aérea multicapa que combinan una serie de sensores avanzados y misiles tierra-aire (SAM). Aunque las defensas aéreas en capas se remontan a la Guerra Fría (y resultaron tremendamente eficaces para derribar aviones israelíes en la guerra del Yom Kippur de 1973), las nuevas tecnologías digitales que permiten al radar operar en múltiples frecuencias han mejorado los rangos de detección, incluso contra aviones furtivos. Ahora, los misiles de mayor alcance equipados con mejores buscadores de orientación son capaces de amenazar a aviones que vuelan a cientos de kilómetros de distancia.

Restos del F-117 derribado sobre Serbia en 1999, expuestos en el Belgrade Aviation Museum, Serbia.

Restos del F-117 derribado sobre Serbia en 1999, expuestos en el Belgrade Aviation Museum, Serbia.

Petar Milošević / CC BY-SA 4.0

Los más pequeños pueden detenerse, prepararse, disparar y alejarse en cuestión de minutos. Las fuerzas aéreas occidentales ya experimentaron en el pasado dificultades para derrotar las defensas aéreas móviles. En 1999, los SAM serbios diseminados por el territorio demostraron ser un auténtico dolor de cabeza para la aviación de la OTAN y llegaron incluso a derribar un avión furtivo F-117 Nighthawk estadounidense. Sin embargo, ahora, anular defensas aéreas “del tamaño, la profundidad y la complejidad de las de Rusia o China requerirá de modo muy probable semanas y es posible que meses de combates a gran escala”, sostiene un informe del centro de estudios londinense Royal United Services Institute (RUSI).

No cabe duda de que ninguna defensa es impenetrable. Se cree que Israel utilizó en octubre aviones furtivos F-35 para destruir los SAM iraníes de fabricación rusa, lo que permitió ataques con misiles disparados por aviones no furtivos. En un combate en el Pacífico, es probable que Estados Unidos lograra desactivar las defensas aéreas chinas con grandes “paquetes de ataque”. Habría en ellos aviones de ataque electrónico y F-35 que interferirían o hackearían radares y sistemas SAM con objeto de abrir un corredor temporal a los misiles de largo alcance o a los bombarderos furtivos como el B-2 Spirit y el nuevo B-21 Raider. Y sería necesaria una protección por parte de los cazas. De todos modos, Estados Unidos no puede contar ya con obtener “una supremacía aérea omnipresente durante días y semanas enteras”, declaró el general David Allvin, jefe de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos (USAF), a principios de 2024. En vez de eso, los estrategas hablan de obtener breves “intervalos de dominio”.

Puede que incluso eso esté más allá de las capacidades de la mayoría de las otras fuerzas aéreas occidentales, escasas de misiles guiados por radar y del entrenamiento intensivo necesario para eliminar las defensas aéreas enemigas. Si Estados Unidos estuviera ocupado en Asia o se negara a acudir en ayuda de Europa, las fuerzas aéreas europeas tendrían dificultades para “establecer una superioridad aérea sobre un territorio disputado por Rusia o por cualquier otro Estado opositor en posesión de SAM móviles”, sostiene Justin Bronk, de RUSI.

En tierra

Europa es particularmente vulnerable a un ataque aéreo después de haber reducio notablemente su flota de aviones de combate

Igualmente preocupante es saber si los aviones occidentales lograrían sobrevivir a los ataques iniciales de una guerra y llegar a alzar el vuelo para combatir. Pese a verse superada en el aire por Rusia, Ucrania ha conseguido utilizar drones baratos para destruir aviones rusos en tierra a casi 600 kilómetros del territorio controlado por Kyiv. En octubre, Irán lanzó misiles balísticos contra bases aéreas israelíes y dañó edificios, pistas de rodaje y pistas de aterrizaje. Finlandia y Suecia operan desde bases dispersas y situadas en terrenos escabrosos, pero su modelo es difícil de copiar. Muchas fuerzas de la OTAN tienen aviones diseñados para operar desde bases bien equipadas.

La amenaza es especialmente grave en el Pacífico, donde Estados Unidos ha agrupado muchos aviones en un pequeño número de bases, como Kadena en Japón o Andersen en Guam. Un juego de guerra ejecutado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de reflexión estadounidense, descubrió que, en una guerra por Taiwán, los misiles chinos probablemente destruirían en tierra cientos de aviones estadounidenses, japoneses y taiwaneses. Estados Unidos quiere dispersar sus aviones. Sin embargo, eso complicaría la logística debido a la necesidad de transportar personal, combustible y recambios por la inmensidad del Pacífico.

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En caso de conseguir despegar, los cazas, bombarderos y aviones de apoyo estadounidenses tendrían que enfrentarse entonces a un duro oponente. Se cree que las fuerzas aéreas chinas fabrican hoy cazas furtivos más deprisa que las estadounidenses. Aunque se duda de la calidad de los pilotos chinos, se considera que el radar y las armas instaladas en sus aviones son cada vez más de primera categoría. China dispone de “misiles aire-aire de largo alcance con un alcance superior al de los misiles estadounidenses y sigue desarrollando capacidades aun más avanzadas”, señala el Instituto de Estudios Aeroespaciales de China, una unidad de investigación de la USAF. El PL-17 de China, por ejemplo, un misil aire-aire con un alcance de 400 kilómetros, está diseñado para golpear mucho más allá de las líneas del frente, con lo que convierte en suculentos objetivos a los “facilitadores” estadounidenses, como los aviones cisterna o los aviones de mando y control.

Todas esas amenazas llegan en un momento en que las flotas aéreas occidentales están al límite. Las fuerzas aéreas de la OTAN se han reducido desde el final de la Guerra Fría. En teoría, los aviones y las armas transportadas se han vuelto mucho más mortíferos, por lo que no hacen faltan tantos para atacar un número determinado de objetivos. Ahora bien, en un intento de reducir costes, muchas fuerzas aéreas han llevado esa lógica hasta el extremo, afirma David Hiley, de la consultora de defensa Renaissance Strategic Advisors. “Una de nuestras mayores vulnerabilidades es... demasiado pocos aviones [y] demasiados pocos pilotos.”

Entre el final de la Guerra Fría y 2022, el número de cazas de la USAF se redujo de 4.321 a unos 1.420, según calcula el Instituto Mitchell, un grupo de reflexión. Se trata de una cifra que está muy por debajo de lo necesario, según ha estimado el general Mark Kelly, jefe hasta su jubilación en marzo del Mando de Combate Aéreo de la USAF. La Fuerza Aérea también está debilitada por una pésima “disposición”, un parámetro que mide cuántos aviones están en capacidad de volar. Décadas de intensos vuelos en Oriente Medio con presupuestos limitados han llevado a que los aviones sean canibalizados para obtener piezas de repuesto. “Nos hemos comido literalmente el tejido muscular de la fuerza aérea”, se lamentó el general.

Los ajustados presupuestos europeos de defensa han dejado las fuerzas aéreas en los huesos. Un informe parlamentario británico de 2023 señalaba crudamente que “lo cierto es que el Reino Unido [tiene] muy pocos aviones de combate para disuadir y defenderse de forma creíble contra una agresión”.

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Las fuerzas aéreas europeas también se han mostrado muy remisas a la hora de invertir en entrenamientos para misiones de alta intensidad. Algunos pilotos apenas vuelan 80 horas al año, pese a que la OTAN estipula que los pilotos necesitan al menos 180 horas. La ausencia de una amenaza seria desde el final de la Guerra Fría ha hecho que muchas veces los ejercicios hagan hincapié en “la seguridad del vuelo en detrimento de probar hasta el límite a tripulación, aviones y sistemas de armamento”, señala Bronk.

Mientras tanto, los costes de la compra y la explotación de aviones de alta tecnología se han disparado. El programa estadounidense F-35, clave para la modernización de muchas fuerzas de la OTAN y aliadas, lleva ya más de una década de retraso y ha sobrepasado ya en unos 209.000 millones de dólares su presupuesto inicial, según la Oficina de Responsabilidad Gubernamental. Incluso las versiones mejoradas de los modelos más antiguos son caras. El F-15EX, la última variante de un caza diseñado en la década de 1970, costará 90 millones de dólares, frente a los cerca de 60 millones (ajustados a la inflación) que costaba en 1998. A algunos les preocupa que el coste de los programas estadounidenses y europeos para construir cazas de sexta generación sea tan prohibitivo que sólo sea posible comprar un pequeño número de unidades.

Batallones de drones

Algunos sostienen que los aviones furtivos son demasiado caros y que deberían sustituirse por enjambres de drones baratos. Menos drásticos son los planes para fabricar sistemas no tripulados más baratos susceptibles de acompañar un caza tripulado en la batalla. La USAF adjudicó en abril el primer lote de contratos para su programa Avión de Combate Colaborativo (CCA), que producirá más de 1.000 drones avanzados. Dichos aviones no tripulados deberían ser lo que los militares llaman “atraiciónales", es decir, sujetos a atrición y lo bastante baratos para no sea un problema perderlos en grandes cantidades. Sus primeras iteraciones realizarán probablemente tareas básicas, como la exploración, el repostaje de aviones o el transporte de misiles aire-aire que los cazas guiarían hasta sus objetivos.

Sin embargo, incluso en ese caso los costes parecen aumentar de modo inexorable. Los CCA tienen que ser rápidos y capaces de gran alcance para poder seguir el ritmo de los cazas tripulados. Es probable que también necesiten ciertas capacidades furtivas para evitar su detección. Y deberán contar con enlaces de comunicación robustos que no sean fáciles de interferir. Nada de todo eso es barato. Por ahora, la USAF quiere mantener el precio por debajo de los 30 millones de dólares por unidad, alrededor de un tercio del coste de un F-35. Esa suma podría considerarse “atricionable”, pero por poco.

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Soldados ucranianos lanzan un dron de reconocimiento

Oleksandr Ratushniak / Reuters

En cambio, otros piensan que Occidente debería abrazar la revolución de los pequeños drones. La guerra de Ucrania ha demostrado que los pequeños drones son capaces de desafiar las nociones tradicionales acerca del poder aéreo; han arrebatado partes del aire, aunque a altitudes bajas, a los aviones tripulados y disputado de ese modo lo que algunos estrategas llaman “litoral aéreo”. Algo así podría funcionar sobre los abarrotados campos de batalla de Europa o el estrecho de Taiwán, pero esos pequeños drones carecerían del alcance necesario para cruzar el Pacífico, por ejemplo.

Las fuerzas aéreas occidentales siguen siendo las mejores del mundo. Sin embargo, deben prepararse para el cambio. “La forma en que las fuerzas aéreas consideraban antaño la superioridad aérea ya no es vigente hoy”, señala Greg Malandrino, antiguo piloto de caza de la Marina estadounidense que ahora trabaja en el Centro de Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias, un grupo de reflexión estadounidense. “La época épica del dominio aéreo occidental... ha concluido.”

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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