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Goebbels, Trump y la modista de Sabadell

cabaret voltaire

La historia de este cuadro del pintor Antoni Vila Arrufat nos evoca el ansia trumpista por comprar Groenlandia: a los prepotentes les cuesta entender que no todo está en venta, ya sea un óleo catalán o un continente de hielo

foto MARTI SAEZ 2025 reproducció fotogràfica del quadre 'les modistes' (1942) de l artista antoni vila arrufat

'La modista', de Antoni Vila Arrufat

Martí Sáez

Últimos días para contemplar en Sabadell el cuadro que Goebbels no pudo comprar. Porque no se lo quisieron vender.

El lienzo – La modista – no es menor: mide 148 x 115 centímetros. Fue pintado por el sabadellense Antoni Vila Arrufat en 1938, en plena guerra civil, en su estudio de Sant Sebastià de Montmajor. Y al pintor le pasaba siempre lo mismo: a las obras que más apreciaba, como esta, les surgía de inmediato un comprador, algún fabricante textil de Sabadell, y La modista fue adquirida por la familia Enrich.

El óleo gustó en España y triunfó en Alemania: en marzo de 1942 participó en la Exposición de Arte Contemporáneo Español organizada en Berlín, y varias revistas alemanas lo reprodujeron. Die Dame imprimió el cuadro en portada a color (considerada la mejor del mundo en su género, esta revista desaparecería pronto: bombardeaban Berlín y, con ella, explotaba su moda).

Es interesante el lugar de la exposición, el Kronprinzenpalais, la residencia real prusiana en Unter den Linden. Convertido en museo tras la Primera Guerra Mundial, en sólo siete años pasó de ser modelo para la creación del MoMA de Nueva York a ser el museo de toda Alemania que más obras de arte envió a la perversa exposición de arte degenerado de Munich.

El ministro del Tercer Reich para la Ilustración Pública y Propaganda visitó la exhibición española y clavó su mirada en el lienzo. Nosotros, como hizo Goebbels, podemos clavar ahora nuestra mirada en esta pintura y reflexionar sobre el arte y el poder.

La modista se expone en la segunda muestra del espléndido ciclo Sabadell es posa de moda , un proyecto de la Fundació Antoni de Montpalau comisariado por Josep Casamartina e impulsado por el Ayuntamiento. Tras una primera mirada –pionera– a las fábricas textiles a través del tejido para la alta costura, el ciclo sigue con la confección: de las modistas y sastres a la expansión del -à-ǰٱ [Espai Cultura Caixa Sabadell, hasta el 30 de marzo].

Goebbels clavó su mirada en el óleo y se encaprichó de él. Tanto, que el Gobierno español intentó comprarlo para regalárselo. Se creó una situación muy enojosa, porque el cuadro ya estaba vendido, en Sabadell, y el propietario no quiso venderlo. Actitud que –con los nazis rapiñando a gusto arte por toda Europa– tiene su mérito. Desconocemos los detalles de cómo le pidieron a la familia Enrich que lo vendiera, pero –salvando las distancias– debió de tener un puntito del actual deseo trumpista por comprar Groenlandia.

“El embajador danés me dijo que Groenlandia no está en venta y le respondí que todo está en venta”, explica el senador republicano Ted Cruz.

“Estamos preparados para INVERTIR BILLONES DE DÓLARES para crear nuevos trabajos y HACEROS RICOS”, escribió hace unos días Trump a los groenlandeses por la red X.

“No gracias. No queremos que América se enriquezca a expensas de nuestra hermosa naturaleza. No queremos ser ricos”, le contestó un groenlandés llamado Orla Joelsen.

Trump ve en Groenlandia glaciares de pasta. ¿Qué vio Goebbels en La modista ?, me pregunto observando el lienzo bien iluminado en la exposición de Sabadell. Estoy tentado de pedir que bajen la luz de la sala para verlo como lo vio el ministro de Propaganda: algo en penumbra. “Sólo una queja se ha escuchado: la luz –escribió el corresponsal de bet365 en Berlín–. No se ha podido cuidar la iluminación”, y el cielo gris del marzo berlinés no ayudaba.

¿Qué veía Goebbels en el óleo, más allá de la belleza? ¿Y si veía a su antigua amante checa, la actriz Lída Baarová, que Hitler expulsó de Alemania?

Abro Wikipedia en el móvil para ver la imagen de la amante y descubro que tiene un aire a la clienta pintada en el lienzo. Él la amaba tanto que llegó a pedir al Führer permiso para divorciarse de su esposa aria –Marga– y que lo nombrara embajador en Japón para irse bien lejos con la eslava Lída.

Hitler dijo a Goebbels que ni hablar, y ya se sabe: como más te arrancan un amor, más se te clava dentro. Hasta que –quién sabe– intuyes su rostro en un lienzo catalán expuesto en Berlín el mismo día –bucles y más bucles– en que el ejército del Reich rechaza “ataques enemigos en Crimea y Donetsk”.

Todo transmuta, todo se transfigura.

Goebbels se suicidó junto a su esposa en el búnker de la cancillería tras obligar a sus seis hijos a morder cianuro.

Su amante checa murió en el año 2000 después de esquivar la condena a muerte dictada por la Checoslovaquia libre y tras una larga carrera como actriz que incluye películas españolas con Fernando Fernán Gómez.

El Kronprinzenpalais fue destruido en la guerra y reconstruido con el país partido en dos, y fue aquí donde en 1990 se acabaría firmando el Tratado de Reunificación de Alemania.

Todo se transfigura, pero La modista sigue en casa de la familia de Sabadell que no la quiso vender.

[P. D. Este Cabaret bajará el telón un par de meses por la entrada en escena de algo que no tiene precio: la vida]

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