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“El policía debe actuar en segundos; quienes le juzguen tendrán horas”

Tengo 52 años: si parezco más joven es porque vivo en la montaña y hago deporte. Nací en Barcelona. Tengo pareja y tres perros. Me hice policía porque me gusta sentir que sirvo a los demás.Más que mandar y obedecer, el policía debe preguntarse en cada caso qué beneficia al ciudadano y actuar en consecuencia (Foto: Ana Jiménez)

Óscar Soazinspector de policía, eticista, autor de ‘Manual de ética y retórica policial’

¿Por qué se hizo policía?

Por inquietudes personales e influencia de mi hermano mayor, mosso d’esquadra, y familiares guardias civiles.

¿Cómo se preparó para serlo?

Estudié FP en Informática; después el grado de Derecho; el máster de Retórica y Oratoria de la UNED, y, al final, me doctoré en Humanidades, Filosofía y Ética, en la UPF.

¿Le ha servido el doctorado de policía?

Quiero que sirva a todos. Antes de doctorarme entré en la Guardia Urbana, hace 25 años, y pedí hacer calle en el Raval...

¿No tenemos un problema de inseguridad en el Raval?

Lo hay, pero también datos que avalan que está descendiendo.

¿Un consejo para que no nos hurten?

Múestrese siempre alerta, atento a su entorno y a sus propiedades. No se despiste.

¿No es más difícil si tengo 90 años?

Damos charlas continuas a los mayores para enseñarles a protegerse.

¿No sería más fácil desproteger a los delincuentes para que desistan?

Nuestro mayor enemigo y el de la seguridad ciudadana son los reincidentes: unos pocos cometen muchos delitos.

¿Porque los jueces los sueltan sin más?

Los jueces se limitan a cumplir la ley, como los policías, así que habrá que revisar la ley.

Su manual es de “ética” y “retórica” policial: ¿para qué quiere la retórica un policía?

La retórica ha sufrido el prejuicio de ser vinculada a los sofistas y entendida como una manipulación a través de la persuasión, pero ante todo es saber comunicar.

Menos mal que en España el acceso a las armas de fuego está muy restringido.

El peligro de las armas blancas no es menor y son accesibles a todo el mundo. Un experto en seguridad puede temer más un arma blanca que un arma de fuego.

¿Y usted?

Tengo la certeza de que en la policía no existen certezas.

Resulta inquietante que usted lo diga.

Me refiero a que no hay ninguna norma que te diga lo que tienes que hacer en cada momento sin dejar resquicio a la duda.

¿No firma usted un manual de ética?

Pero los policías no nos movemos cada día entre el bien y el mal, entre el blanco o negro, sino en una escala de grises que requiere de mucha capacidad de decisión.

¿Cómo adquirirla?

El policía debe decidir en un segundo qué hacer ante situaciones en las que todo son grises. A veces, no hay una buena respuesta para decidirse y todas son malas. Y solo te queda elegir la menos mala.

¿No sucede igual en otras profesiones?

Los policías tenemos que decidir en un segundo y quienes juzguen nuestros actos tendrán horas, tal vez días y semanas, en los juicios internos, el mediático, el de los peritos...

¿Y usted qué propone?

Un marco ético que el policía internalice para que sus reacciones inmediatas sean las más adecuadas.

Por ejemplo...

En un control de alcoholemia, a quién paro y a quién no paro: por qué y cuándo lo paro...

¿Qué sugiere para que el policía acierte?

Creo que debemos formarnos en el método socrático de formación policial.

¿Mayéutica policial?

En efecto. Propongo que los policías no nos dejemos arrastrar por costumbres y prejuicios y nos hagamos preguntas clave para llegar a reflexiones compartidas y consenso sobre cómo actuar cada vez.

¿En qué consiste?

No hay que decirle al policía lo que debe hacer en cada caso, porque cada caso es diferente, sino enseñarle a que lo descubra por sí mismo haciéndose las preguntas adecuadas.

¿Cuáles son esas preguntas?

¿Qué acción beneficia más al ciudadano? ¿Cómo viviría yo esta situación si fuera el ciudadano y no el policía? Si las interioriza, el policía actuará con seguridad en sí mismo y confianza en su legitimidad.

Pues ojalá.

Si te haces esas preguntas desde la humildad, autoconocimiento, autocrítica y autoanálisis para la prudencia, la amabilidad y la amistad, lograremos una ciudad de amigos.

En esa ciudad ya no haría falta policía.

Eso decía Aristóteles.

¿Cuál es el gran vicio de la policía hoy?

Es un riesgo para el policía caer en la distracción, que es una falta en la ética del trabajo.

¿Aquella maledicencia de que eres más vago que la chaqueta de un guardia?

Si seguimos el método socrático, amaremos cada día más nuestro trabajo. También tiene que haber algún tipo de compensación por hacerlo cada día mejor.

¿La íntima satisfacción del deber cumplido no basta?

Yo la obtengo en el cuidado armónico de cuerpo, mente y alma, y mi recompensa es el deporte, la lectura y mi familia.

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