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“Donde pones tu atención, pones tu energía”

Físicamente tengo 70, psicológicamente me quedé en los 30 y espiritualmente voy para atrás, debo tener dos años. Tengo pareja y tres hijas de tres mujeres distintas. Creé, dirijo y vivo en el Campus Can Benet Vives para el desarrollo armónico del ser humano. Me interesa la consciencia y la espiritualidad práctica. (Foto: Xavier Cervera)

Josep M. Fericgla,doctor en Antropología, etnopsicólogo e historiador

Atiende a pacientes desde hace cuarenta años.

Y no tengo ni uno solo de más de 30 años que el origen de su trastorno no sea la falta de vida espiritual, de sentido de la vida.

¿De dónde saca que la vida tenga sentido?

El sentido está en la búsqueda. Lo de buscar la mejor versión de ti mismo me parece una payasada; el único cambio real que puede hacer un ser humano es aceptarse a sí mismo.

¿Aceptarse es una decisión?

No, es un trabajo diario porque el tono emocional cambia a menudo. La gran enfermedad contemporánea es preguntarse el porqué en lugar de para qué estoy aquí.

¿Qué entiende por trascendencia?

La experiencia de que hay algo más allá de las apariencias.

¿La ha tenido?

La primera vez fue a los 15 años, meditando en la naturaleza. Sentí un estado de paz increíble, vi mi cuerpo tendido en la hierba, y allí descubrí que no todo se limita a la percepción sensorial. Aquello marcó mi vida.

A partir de ahí tuve claro que me iba a dedicar a investigar ese estado y tratar de repetirlo; primero lo intenté estudiando música, luego psicología, pero fue la antropología la que me permitió investigar las experiencias extáticas, chamánicas y el uso de sustancias psicoactivas.

Y se fue a la Amazonia 15 años.

Sí, a hacer un trabajo de campo con la sociedad que más sustancias psicoactivas ingiere y con más frecuencia, los shuar, a los que llamamos jíbaros. No me redujeron la cabeza.

¿Se la ampliaron?

Me llamó la atención la poca expresión afectiva que vi entre los indígenas, se ríen mucho pero no se tocan ni halagan. Cuando tomé ayahuasca lo entendí.

¿Qué entendió?

La experiencia de la trascendencia a través de esta sustancia une a las personas más allá de lo cotidiano, no necesitan reafirmar sus lazos afectivos porque ya lo saben todos y con una gran profundidad.

¿Cuál es su cosmovisión, doctor?

En estados expandidos de conciencia he descubierto que todo es energía y que la materia es ilusión tal y como afirman los físicos cuánticos, y los seres humanos tenemos la función de generar consciencia, que es capacidad de conocimiento.

¿Y qué tal lo hacemos?

Vivimos alienados en el hacer, pero la acción válida sale de la no acción; cuanto más movimiento más aletargamiento, menos contemplación, menos conciencia, menos toma de decisión reflexionada y menos unidad. Mi imagen del mundo es una manada de caballos galopando hacia el abismo.

¿Cuáles son los mayores enemigos de la vida humana?

El olvido. Yo pensaba que Occidente tardaría un poco más en olvidar lo que fue la Segunda Guerra Mundial, pero estamos volviendo a caer en lo mismo. La única asignatura seria para madurar es educar la atención. La atención es nuestra energía vital. Donde pongo mi atención estoy poniendo mi energía.

¿Mucha dispersión?

Hay un montón de especialistas en robarte tu atención y transformarla en dinero. Mantener la atención de acuerdo con tu intención requiere entreno, y es trabajoso.

Indaguemos un poco más.

Tradiciones herméticas muy serias, de 3.000 años de antigüedad, insistían en dividir la atención: una parte está puesta fuera, en mi entorno, y otra dentro, para observar qué está sucediendo. Ahora mismo le estoy escuchando a usted y estoy escuchándome a mí para saber qué me produce su presencia.

¿La trascendencia es como el palo y la zanahoria?

Es una búsqueda permanente que consiste en aprender a amar, a estar conmigo, a aceptarme; requiere tiempo y esfuerzo, uno no se arregla con un taller de fin de semana.

Dice que la ayahuasca es la medicina que puede curar la neurosis de Occidente.

La neurosis es la pérdida del sentido de la vida, por eso en Occidente estamos todos inevitablemente neuróticos, porque no sabemos para qué vivimos.

Habrá quien se salve.

No es algo personal, esa pérdida de sentido viene dada por el modelo social.

¿Y qué hace por nosotros la ayahuasca?

Bien tomada nos conecta con nuestra parte más profunda, es un psicointegrador.

Puede que el sentido de la vida sea una manera de hacer.

Es lo único que podemos cambiar, la actitud con la que hacemos las cosas. La mayor parte de problemas psicológicos derivan de la falta de amor en la infancia, y eso se cura con amor a uno mismo y a ese todo que somos.

Por amor se cometen atrocidades.

Eso no es amor; de una forma simple diría que amor es una energía unitiva, la energía que une, sin ella el universo no existiría.

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