Quien aspira al trono de Pedro haría bien en no dejarse ver. En tiempos de cónclave, exponerse es un error. Lo confirma la historia, pero también la actualidad. No es casualidad que Pietro Parolin y Luis Antonio Tagle, los dos cardenales que encabezan las apuestas para suceder a Jorge Mario Bergoglio, se hayan convertido en blanco de ataques, rumores y maniobras de descrédito cuando falta apenas una semana para el inicio del cónclave.
El caso más evidente es el de Parolin, secretario de Estado saliente y uno de los pocos que ha permanecido en su cargo durante todo el pontificado de Francisco. Un candidato natural –algunos, deformando su apellido, ya lo llaman “Papolín”– que, desde la muerte del Papa argentino, ha sido criticado tanto por conservadores como por progresistas. A eso se suman los clásicos rumores sobre su estado de salud. En las últimas horas, Parolin habría empezado a contraatacar, activando la red diplomática de la Secretaría de Estado, con los nuncios en primera línea.

El Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, pocos días antes de la muerte del papa Francisco
La renuncia del cardenal Angelo Becciu a participar en el cónclave ha sido la última piedra en el camino. El purpurado sardo, destituido por Francisco tras una condena en primera instancia por malversación y abuso de poder, anunció ayer su decisión con estas palabras: “Pensando en el bien de la Iglesia, que he servido y seguiré sirviendo con fidelidad y amor, y para contribuir a la comunión y serenidad del cónclave, he decidido obedecer –como siempre he hecho– a la voluntad del Papa Francisco, aunque sigo convencido de mi inocencia”.
Detrás de esa decisión está un enfrentamiento directo con Parolin, viejo rival en el seno de la Secretaría de Estado. Según fuentes vaticanas, Parolin le mostró a Becciu dos cartas mecanografiadas y firmadas con una “F” de Francisco, en las que se establecía su exclusión del cónclave. El órdago de Becciu, lanzado inmediatamente después de la muerte del Papa, parecía apuntar directamente a Parolin. El momento elegido dejó muchas sospechas entre los allegados del secretario saliente. Su retirada, sin embargo, no disipa las sombras sobre el gran favorito.
Carta anónima de un sacerdote desde EE.UU. contra Parolin: “No voten a quien pacta con el régimen chino”
Las críticas también llegan desde otro frente: el acuerdo secreto con China, firmado en el 2018 y renovado en el 2020, 2022 y 2024. Aunque nunca se ha publicado su contenido, se sabe que permite a Pekín intervenir en el nombramiento de obispos. Una forma de cerrar la era de las “dos Iglesias” –la oficial y la clandestina– que ha sido duramente cuestionada por los sectores conservadores. El cardenal Gerhard Müller lo dijo sin rodeos en una entrevista con La Repubblica: “No podemos dejar que los comunistas elijan a nuestros obispos”.
Desde Estados Unidos, la plataforma tradicionalista Stella Maris Media, cercana al entorno trumpista, publicó hace pocos días una carta firmada por un sacerdote chino anónimo. Con el tono de una súplica al futuro Papa, el autor denuncia el acuerdo con el régimen de Xi Jinping como una “rendición” de la Iglesia ante el Partido Comunista, que habría incrementado la persecución contra los fieles leales a Roma. La carta concluye con una exhortación a los cardenales: “Elijan la verdad, no la diplomacia”. Una advertencia nada sutil contra Parolin.

El cardenal filipino Luis Antonio Tagle dirige el rezo del rosario en Santa María la Mayor el pasado 24 de abril
El tema chino, muy sensible en Washington, podría influir también en un sector del episcopado asiático, menos acostumbrado a las intrigas curiales pero muy consciente de la amenaza que representa el régimen de Pekín.
Un sitio canadiense tradicionalista difunde un vídeo del prelado asiático cantando ‘Imagine’: “Traición”
Pero Parolin no es el único bajo fuego. Otro objetivo de estas horas es Luis Antonio Tagle, filipino de madre china y con una larga trayectoria en Estados Unidos. Conocido como el “Bergoglio asiático”, el cardenal ha sido blanco de ataques por su papel en la crisis de Caritas Internationalis. En el 2022, una investigación interna reveló un ambiente tóxico: favoritismos, falta de transparencia en las contrataciones y una gestión deficiente de los recursos humanos. Francisco decidió entonces cambiar a toda la cúpula, incluido Tagle. Aunque no estuvo directamente implicado, su gestión fue considerada ineficaz. La historia ha vuelto al centro del debate justo cuando su nombre empieza a circular con fuerza en las quinielas.
Desde Norteamérica también han llegado nuevas municiones. El portal tradicionalista canadiense LifeSite News rescató un viejo vídeo en el que se ve a Tagle interpretando Imagine de John Lennon. Su voz afinada no ocultó la polémica: “¿Ignorancia o traición? –escribieron–. El texto aboga por un mundo sin religión”.
Tampoco están a salvo los “tapados”. El arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, empieza a sonar entre los progresistas por su compromiso con los migrantes. A él parecían aludir las palabras del cardenal Müller: “La Iglesia no es una ONG”. Matteo Zuppi, presidente del episcopado italiano, también ha sido blanco de críticas por su cercanía con la Comunidad de San Egidio, acusada de practicar una diplomacia paralela a la vaticana. No pasó desapercibido que su fundador, Andrea Riccardi, cenara con el presidente francés, Emmanuel Macron, y su esposa Brigitte tras el funeral de Francisco, consolidando una relación que incomoda a muchos.
Con discreción, ganan terreno las candidaturas del francés Aveline y del americano Prevost
Todo esto empuja a varios papables a mantenerse en la sombra. Uno de ellos es Robert Francis Prevost, estadounidense, moderadamente progresista, nombrado por Francisco al frente del Dicasterio para los Obispos. Sus allegados temen que se active contra él una campaña de descrédito desde su propio país. Por eso, su nombre se mantiene por ahora debajo del radar.

Cardenales dentro de la Capilla Sixtina durante el cónclave del 2013 en el que salió elegido Francisco
El camino hacia el cónclave ya está trazado. Los electores serán 133 y no 135. Tras la renuncia del arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, la Oficina de Prensa vaticana anunció otra ausencia por motivos de salud, sin revelar el nombre. Ayer, la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Vaticano publicó los avisos para el juramento de los oficiales y asistentes, el lunes 5 de mayo en la Capilla Paulina. Dos días después, el 7 de mayo a las 10 h, en la Basílica de San Pedro, se celebrará la misa Pro eligendo Pontifice, presidida por el decano Giovanni Battista Re. Ese mismo día, a las 16.30 h, se abrirá oficialmente el cónclave con el ingreso de los cardenales en la Capilla Sixtina, el juramento y el tradicional extra omnes, antes de la primera votación.
“Será un cónclave breve, de dos o tres días”, dice el cardenal de Bagdad, Louis Raphael Sako. Un pronóstico que no todos comparten.