Hace poco, un hombre muy simpático visitó a los pocos vecinos que quedan en un edificio de la calle Giralt el Pellisser de Barcelona y les dijo que no se preocuparan, que estaba a punto de comprar la finca, que les haría los contratos de alquiler que quisieran. Y los vecinos fruncieron el ceño. Hace dos años, el entonces nuevo propietario de esta finca ubicada detrás del mercado de Santa Caterina les dijo que cogieran un puñado de euros y se marcharan, que iba a transformar el inmueble en un complejo de apartamentos, que las obras arrancarían pronto.
Y luego de que el Ayuntamiento parara aquellas obras ilegales que hicieron temblar todas las paredes, llegaron unos supuestos ocupas que durante meses les insultaron, montaron camas calientes, provocaron inundaciones… “Y después vinieron supuestos mediadores, nuevos dueños, nuevos representantes de los dueños... Siempre tratan de liarnos… A unos nos cobran el alquiler sin problema y a otros les devuelven los recibos. Y de aquel hombre tan simpático no encontré nada por internet. Quieren vender nuestro edificio porque se les atragantó”.
Las sanciones del Consistorio barcelonés contra este grupo organizado ya superan los 1.200.000 euros
Hablamos de la mayor trama de pisos turísticos ilegales vista en Barcelona, la de los asiáticos economistas. Hace 16 meses, el Ayuntamiento incoó a su supuesto cerebro una multa récord de 600.000 euros. Los inspectores concluyeron que mediante una maraña de sociedades mercantiles e inquilinos fantasma compraron 37 pisos para dividirlos en 71 apartamentos y alquilarlos sin permiso a turistas. Los inspectores los detectaron en el 2016. Estiman que cada año podían ganar hasta 1.900.000 euros. Después investigaron a sus supuestos testaferros y otros colaboradores. Los inspectores también arrancaron otra decena de expedientes sancionadores contra sus sociedades. Detallan que las multas contra esta trama ya superan los 1.200.000 euros. Además, de tanto en tanto, les ponen sanciones coercitivas de entre 3.000 y 10.000 euros según constatan nuevas irregularidades. Lo que pasa es que sus inquilinos fantasma suelen vivir en el extranjero.
Los asiáticos economistas son conocidos por sus osadas y arrogantes maneras, por su querencia a dividir de cualquier modo sus viviendas en muchos apartamentos y también por su tendencia a cambiar las sábanas cuanto menos mejor. Esta crónica trata de su estrategia ante la presión municipal, de cómo tratan de remitir sus actividades, dilatar todos los trámites de sus multas y librarse de sus propiedades. El Institut Municipal d’Hisenda ya estudia cómo el Ayuntamiento podría realizar embargos internacionales. El problema es que las herramientas legales municipales se antojan insuficientes. El Consistorio ya compartió con otras administraciones la historia de esta red.

Pancarta de protesta en la fachada de este edificio de la calle Giralt el Pellisser
“Vaciaron las fincas de al lado e hicieron apartamentos –sigue uno de los vecinos que quedan en los tres pisos aún habitados de este edificio de Giralt el Pellisser–. Pero nosotros no teníamos dónde ir. Como nos declararon vulnerables conseguimos un abogado y los denunciamos por acoso inmobiliario. Tenemos informes de bomberos y Guardia Urbana. Otra vecina quiere sumarse a la causa, pero no consigue asistencia jurídica gratuita. Un técnico municipal ya nos dijo que el Ayuntamiento no compraría este edificio”.
A este respecto, el Consistorio ya incoó un expediente por acoso contra la propiedad de este edificio. “Pero tuvo que suspenderlo a la espera del pronunciamiento de la Fiscalía –subrayan fuentes municipales–, puesto que, en atención a la jerarquía de derecho, el Ayuntamiento no puede continuar con el procedimiento sancionador administrativo hasta que finalice el procedimiento penal que tramita el juzgado de instrucción número 19”.
“Estas tramas tratan de esconder sus bienes en el extranjero para que la administración no les pueda embargar”
“Esta gente nos amargó la vida durante años. A los posibles compradores de nuestro edificio también les enseñan los de al lado. Últimamente tratan de mostrarse discretos y también hacen alquileres de temporada. Parece que quieran hacer caja y largarse. No dejaremos que salgan de esto impunemente. Han de compensarnos por tanto sufrimiento. Pero la causa aún está en fase de instrucción. Nuestro contrato de alquiler terminó, pero nos quedamos. Ya nos demandaron para que nos desahucien. En otros dos pisos aún les quedan unos meses”.
En el Consistorio entienden que lo más probable es que esta trama trate así de frenar cualquier embargo. “En muchas ocasiones, estas tramas intentan esconder sus bienes en el extranjero para que la administración no encuentre nada que embargar. Estos procedimientos son largos y pesados, y posiblemente de ahí su voluntad de vender inmuebles antes de que puedan ser objeto de embargo. El Institut Municipal d’Hisenda también trabaja en la posibilidad de arrancar procesos para realizar embargos internacionales”.

Carteles colgados por los vecinos para explicar a los posibles compradores los entresijos de su historia
Las fuentes también explican que aquella multa récord contra el supuesto cerebro de esta trama está ahora en un juzgado contencioso-administrativo. “Cada vez que se abre un trámite comparece con abogado y procurador para alegar u oponerse. Solicitaron medidas cautelares para suspender la ejecución de la sanción y el juzgado las denegó. Impugna cualquier acto que se emita desde los juzgados y el Ayuntamiento para continuar con su estrategia dilatoria”.
Los inspectores añaden que la trama ya logró librarse de algunas propiedades, como poco un par en las calles València y Provença. “Todo apunta a que trata de finalizar sus actividades en Barcelona vendiendo sus pisos”. Pero su querencia a dividir de cualquier modo las viviendas se revela como un inconveniente a la hora de venderlas. En estos momentos, el Ayuntamiento tramita 20 expedientes relacionados con las obras realizadas por esta trama. “Se desarrollan al margen de los tramitados por actividades turísticas ilegales y su objetivo es la legalización de las obras realizadas sin permiso, ya sea mediante la obtención de la licencia o a través de la restitución del estado anterior. Las consecuencias finales de estas obras ilegales pueden incluir multas coercitivas e incluso el derribo o la ejecución subsidiaria”.
Los asiáticos economistas son conocidos en los círculos inmobiliarios por sus osadas maneras
Vecinos de la calle Nou de Sant Francesc dicen que aún se cruzan con turistas por sus escaleras, y de tanto en tanto con algún inmobiliario. “Los anuncios los cuelgan cada dos por tres. Vender estos pisos tiene que ser un follón. Las obras fueron un desmadre”. En esta finca del Gòtic de dos viviendas hicieron ocho apartamento. “Los vecinos ya los denunciamos para que al menos dejen de traer turistas, ¡siempre se confunden de interfono!”.
Los asiáticos economistas también intentan vender una vivienda en la calle Mallorca. En estos momentos negocian con la comunidad de propietarios de esta finca de l’Antiga Esquerra de l’Eixample, luego de que les reclamara que reviertan las obras hechas. En la calle Sant Elm, en la Barceloneta, encontraron otra salida. Los inspectores cuentan que esta vivienda transformada en cinco apartamentos pertenecía a una sociedad participada al 50% por el presunto cerebro, y que ya logró vender sus participaciones. “En todo caso ya no se hace allí ninguna actividad turística”.
Ahora los inspectores tratan de seguir el rastro del dinero.
Este edificio no será otra casa Orsola
Los pocos inquilinos que aún quedan en este maltrecho edificio a espaldas del mercado de Santa Caterina se sienten un tanto desamparados. Un técnico municipal ya les aconsejó que no se hicieran ilusiones, que no esperen que el Consistorio vaya a promover la compra de su finca como hizo con la casa Orsola. Tampoco consiguieron llamar la atención de las entidades de defensa del derecho a la vivienda. “Pero nosotros entendemos que esta organización no puede salirse con la suya de cualquier manera. ¿Acaso amargarle la vida a la gente en esta ciudad sale gratis? Llevamos dos años sufriendo; esta gente se metió en nuestras vidas y las amargó. Han de pagar por ello”. ¿Se imaginan no poder sentarse a cenar en su casa una noche tras otra sin poder pensar en otra cosa?