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Versos, cafés e inspiración: ruta por el Madrid de Antonio Machado

150 años de su nacimiento

Un itinerario por la capital tras los pasos del poeta, recorre los lugares que frecuentó y que se colaron en su escritura, impregnada del ambiente de la ciudad que fue para él un 'rompeolas'

Biblioteca Nacional, en la que Machado pasó mucho tiempo de su vida

Biblioteca Nacional, en la que Machado pasó mucho tiempo de su vida

Getty Images

Fue la ciudad en la que transcurrieron 30 intensos años de su vida, la misma en la que se forjó su carácter y en la que le brotó una sensibilidad poética que le convertiría en una figura estelar de la literatura española. Madrid fue para Antonio Machado refugio e inspiración, aprendizaje y compromiso, dicha y melancolía.

Ahora que se cumplen 150 años del nacimiento del poeta, la capital mantiene viva la huella que dejó para siempre en sus paseos taciturnos, en las tardes plomizas de tertulia, en los viejos cafés donde, al calor de una taza humeante, alumbró sus mejores versos. “Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena / rompeolas de todas las Españas! / La tierra se desgarra, el cielo truena, / tú sonríes con plomo en las entrañas”.

En 1833, Machado llegó de Sevilla con su familia para instalarse en el número 16 de la calle de Claudio Coello

Desde su llegada, con apenas ocho años, hasta su amargo destierro, la ruta machadiana transita por los rincones que han quedado tocados por su presencia y que a su vez han logrado nutrir buena parte de su obra. Es este un periplo por el Madrid de quien dio a la vida una visión profundamente lírica y humana. Un viaje poético para mostrar que se hace camino al andar.

Buen poeta, mal estudiante

Hay que remontarse a 1833 para situar los primeros pasos de Machado en la capital, cuando llegó de Sevilla con su familia para instalarse en el número 16 de la calle de Claudio Coello. Esta modesta vivienda de lo que hoy constituye el adinerado barrio de Salamanca fue el primer domicilio de aquel niño que, en sus tiempos tempranos, no brilló como buen estudiante.

El Instituto San Isidro lleva existiendo desde 1597 y se ubica cerca de la plaza Mayor. Antonio Machado acudió a la institución, pero este nunca destacó académicamente

Interior del Instituto San Isidro

Instituto San Isidro Instagram

Así se aprecia en su expediente del Instituto San Isidro, donde cursó estudios por un tiempo. Un edificio barroco con un imponente claustro, emplazado en la calle Toledo, a escasos pasos de la plaza Mayor. No solo es el centro educativo más antiguo de Madrid, sino que tiene el honor de haber impartido clases a cuatro Nobel de Literatura: José Echegaray, Jacinto Benavente, Vicente Aleixandre y Camilo José Cela. Hoy sigue siendo un colegio para jóvenes de entre 12 y 16 años.

No fue, sin embargo, esta escuela (como tampoco lo fue el Instituto Cardenal Cisneros, donde completó el bachillerato) la que impulsó el punto de inflexión que le dio la vida académica. Para ello tuvo que matricularse en la Institución Libre de Enseñanza, por entonces el centro de gravedad de la cultura española. Con este proyecto pedagógico, inicialmente desempeñado en la calle Infantas (después se trasladó al paseo del General Martínez Campos), Machado no sólo recibiría una formación que, en sus propias palabras “fue liberal y republicana” sino que además se empaparía como una esponja del ambiente intelectual de la época.

Rincones de humo y tertulias

El histórico Café Comercial de Madrid, hogar de tertulias y discusiones políticas de la generación del 98

El histórico café Comercial de Madrid, hogar de tertulias y discusiones políticas de la generación del 98

Café Comercial Madrid Instagram

Seguir la ruta madrileña del autor de Soledades y Campos de Castilla requiere detectar sus múltiples domicilios, aquellos a los que su familia itinerante se mudaba cada poco tiempo, siempre en busca de alquileres económicos. En calles como Churruca, Fuencarral, Santa Engracia, Alcalá, avenida de la Reina Victoria, San Bernardo y General Arrando establecieron los Machado su vivienda, alguna de las cuales conserva una placa de reconocimiento.

Pero también implica detenerse en los cafés históricos de la ciudad, allí donde el pensamiento crítico canalizaba el descontento popular. Eran los tiempos de las sesudas tertulias bañadas en humo que alumbraron la generación del 98, de la que Machado fue una de las voces más lúcidas.

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A menudo se le veía en el café Comercial o en los ya desaparecidos café de las Salesas, donde el fotógrafo Alfonso le retrató en una imagen mítica, y Café de Fornos, cuya apertura en 1870 supuso tal acontecimiento que hasta apareció en una crónica del diario La Ilustración, escrita por Gustavo Adolfo Bécquer. Hoy este local que vio desfilar a lo más granado de la cultura madrileña es un aséptico Starbucks.

Bibliotecas, teatros y ateneos

El Ateneo de Madrid, el edificio modernista en el que Machado impartía sus conferencias

El Ateneo de Madrid, el edificio modernista en el que Machado impartía sus conferencias

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Aquel Madrid convulso, en el que el poeta cultivó amistad con Pío Baroja, Rubén Darío o Federico García Lorca, se cuela por las páginas de sus obras, donde la introspección personal se fusiona con el compromiso social. Rincones que le marcaron, como la Biblioteca Nacional de la que era asiduo (y en cuyos jardines descansa una escultura con su busto) o el Ateneo, el emblemático edificio modernista en el que impartía sus conferencias (y que hoy continúa su labor divulgativa en la calle Prado, cerca del Congreso de los Diputados).

El teatro Español, donde los hermanos Machado cosecharon un éxito arrollador con la adaptación del Hernani de Víctor Hugo, y el teatro Reina Victoria, donde estrenaron Juan de Mañara, recreación en verso del mito de Don Juan, son otros escenarios de esta ruta, como también lo son los jardines de La Moncloa, donde el poeta se reunía en secreto con Pilar de Valderrama, a la que llamó Guiomar en sus versos.

En el teatro Español, los hermanos Machado cosecharon un gran éxito

En el teatro Español, los hermanos Machado cosecharon un gran éxito

Artur Bogacki

Cuentan los biógrafos que Antonio Machado nunca quiso abandonar Madrid y que fueron sus amigos quienes le convencieron ante el peligro que su vida corría. Así llegó su desgarrador exilio a Francia y su olvidada muerte en Colliure en 1939. Después lo cantó Joan Manuel Serrat: “Muere el poeta lejos de su hogar/ le cubre el polvo de un país vecino/ al alejarse le vieron llorar/ caminante no hay camino”.

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