¿Dónde se acumulan más microplásticos en nuestro cuerpo? Con ese interrogante, Matthew Campen, toxicólogo y profesor de Ciencias Farmacéuticas en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), le propuso a su equipo de trabajo examinar muestras post mortem (cadáveres con autopsias) de 2016 y 2024 para tener una radiografía actualizada de la concentración y evolución de estas diminutas partículas en el organismo. Los resultados revelaron que el cerebro humano tiene un 50% más de microplásticos que hace ocho años.
La investigación liderada por Campen esta semana en la revista Nature Medicine. El otro gran hallazgo es que el cerebro contiene más microplásticos y nanoplásticos (mayores a 0,001 mm y menores a 5 mm) que otros órganos del cuerpo humano, entre siete y treinta veces más que los riñones y el hígado. El estudio describe el cerebro como “uno de los tejidos más contaminados por plástico muestreados hasta ahora”.
Las concentraciones que hemos observado en el tejido cerebral en individuos de 45 a 50 años equivalen a una cuchara de plástico entera

El agua del grifo puede contener metales pesados y microplásticos.
“Las concentraciones que hemos observado en el tejido cerebral de individuos normales, con una edad media de 45 a 50 años, fueron de 4.800 microgramos por gramo. Eso equivale a una cuchara de plástico entera”, ha advertido el científico. “Los hallazgos tendrían que activar la alarma”, ha afirmado la Universidad a través de un comunicado de prensa.
Las implicaciones para la salud humana de este inquietante hallazgo aún no están claras, han admitido sus autores. Pero el trabajo sí confirma la relación directa entre el aumento de microplásticos en el medio ambiente -se calcula que la producción mundial de plástico se duplicó entre 2000 y 2019 hasta alcanzar 460 millones de toneladas- y en el cuerpo humano. “Un aumento de 50% en ocho años en los órganos humanos coincide perfectamente con lo que estamos viendo en el medio ambiente. Se puede trazar una línea: va aumentando con el tiempo. Es coherente con lo que se observa en el entorno“, ha explicado Campen.
Los investigadores analizaron la distribución de estas partículas con microscopios electrónicos en 54 muestras de tejidos hepáticos, renales y cerebrales de personas sometidas a autopsias en 2016 y principios de 2024. Para tener una panorámica aún más completa, examinaron también muestras de tejido cerebral de periodos anteriores (1997-2013). Como era de esperar, encontraron que en el pasado había una menor concentración de microplásticos que en la actualidad.
Hay mucho más plástico en nuestros cerebros de lo que jamás hubiera imaginado
”Estos resultados resaltan la necesidad crítica de comprender mejor las vías de exposición, absorción y eliminación y las posibles consecuencias para la salud de los plásticos en los tejidos humanos, particularmente en el cerebro“, ha alertado Campen. El estudio sugiere que, si bien órganos como el hígado y los riñones pueden eliminar algunos plásticos del cuerpo, aún se desconoce si el cerebro tiene un mecanismo similar.
Otra revelación inquietante es la posible relación entre los microplásticos y la demencia. Los pacientes fallecidos diagnosticados con esta patología tenían entre tres y cinco veces más que las otras muestras. Las partículas predominaban en las paredes de las arterias y en las células inmunitarias del cerebro.
Sobre este punto, el estudio aclara que se necesitan más evidencias para tener datos concluyentes. Las personas con demencia tienen, por lo general, barreras hematoencefálicas -una membrana gruesa y muy permeable que regula el paso de moléculas desde el torrente sanguíneo al tejido cerebral- más débiles, por lo que la mayor cantidad de microplásticos podría ser una consecuencia y no una causa.
Según el estudio, la ingestión (alimentos y agua) y la inhalación (partículas en el aire) son las principales formas en que los microplásticos ingresan al cuerpo. La evidencia científica demuestra que los microplásticos tienen la capacidad “para atravesar barreras biológicas”.
“Hacen falta más estudios a largo plazo con poblaciones más amplias y diversas para determinar las tendencias de acumulación de micropartículas y nanopartículas y sus posibles implicaciones para la salud. Pero hay mucho más plástico en nuestros cerebros de lo que jamás hubiera imaginado”, ha subrayado con preocupación el autor principal de la investigación.
No es descabellado pensar que las muestras tendrán cada vez más cantidades: respiramos, bebemos y comemos plásticos
Ethel Eljarrat es la directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea), dependiente del CSIC, y una de las científicas de referencia de España en contaminación por plásticos.Dice no estar sorprendida por los resultados de esta nueva investigación, debido a que ya son muchos los estudios que confirman que los seres humanos estamos cada vez más expuestos a los microplásticos. “Se han detectado en sangre, en pulmones, en testículos, en leche materna, en casi todos los tejidos y órganos. No me sorprende, pero sí me preocupa. El cerebro es un órgano muy sensible. Puede haber efectos neurotóxicos”, explica.
Coincide con los autores de la investigación respecto al “reflejo” entre los resultados y un entorno con cada vez más plásticos. “Que la concentración sea mayor cada año no es más que el reflejo de lo que pasa en el medio ambiente, donde cada vez se fabrica y se consumen más plásticos. La exposición a la contaminación crece y no es descabellado pensar que las muestras tendrán cada vez más cantidades. Respiramos, bebemos y comemos plásticos”, asevera.
Fracaso global para limitar la producción de plásticos
Para Eljarrat, las nuevas evidencias científicas refuerzan la “urgente necesidad de esfuerzos internacionales” para reducir la producción de plásticos, especialmente los de un solo uso. Pero las señales políticas “van en la otra dirección”.
En diciembre, el Comité Intergubernamental de Negociación del Tratado Mundial sobre Plásticos se reunió en la Cumbre de Busan, Corea del Sur, para llegar a un acuerdo tras dos años de arduas negociaciones.
“La excesiva dependencia de los humanos en la comodidad que ofrecen los plásticos ha dado lugar a un aumento exponencial de sus residuos. Ahora, los desechos acumulados en nuestros océanos y ríos ponen en peligro la vida en el planeta", diagnosticó el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol.
Políticos y empresarios reconocieron que la producción de plástico va camino a triplicarse para 2060. Los setenta países que integran la gran ‘Coalición de Alta Ambición para Acabar con la DzԳٲԲó por Plásticos’, entre los que figuran la UE, unieron fuerzas para cerrar un acuerdo.
Pero el lobby de la industria fósil -el petróleo es la principal materia prima del plástico-, con un alto poder de influencia en los mercados de Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí, India e Irán, saboteó una posible rúbrica. Las negociaciones se postergaron para 2025.
Sobre qué hacer para exponerse menos a estas diminutas partículas, la experta admite que es “difícil pensar en medidas a adoptar”, ya que “todos utilizamos en nuestro día a día infinidades de materiales fabricados con plásticos y vivimos rodeados de plásticos que van liberando partículas invisibles para el ojo humano”. “Lamentablemente la exposición cero no existe”, aclara.
Eljarrat sostiene que las “medidas estructurales” son la única vía para detener esta preocupante tendencia. “Hay que reducir la producción y el consumo”, pide. “La comunidad científica viene investigando desde hace 15 años. Todavía no conocemos los efectos que estas partículas pueden causar en nuestro organismo. Es posible que cuando sepamos los impactos, ya sea tarde. Por lo pronto, estamos sufriendo una contaminación continúa y silenciosa”, agrega.
En su opinión, “no hay que obsesionarse” con esta problemática, pero sí “ser activistas” para intentar que se tomen medidas políticas “sistémicas y ambiciosas”.