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Ganar o humillar

EL PATIO DIGITAL

Ganar o humillar
Periodista

Imposible. Imposible esta fría semana de los barbudos esquivar la hegemonía futbolística en la conversación digital. Da igual que venga el Blue Monday de Donald Trump; da igual que Junts pueda hacer tambalear el Gobierno; da igual que la política haya decidido afrontar uno de aquellos “temas reales” que tanto se echan en falta como es el de la vivienda; da igual que el cambio no sea solo climático, sino que sean nuestras vidas, como ya ha ocurrido con las de miles de angelinos, las que vayan a cambiar por una meteorología —dicen los expertos, no lo leerá en X— cada vez más incendiaria. Da igual.

Un clásico con goleada abultada engulle cualquier asunto por más interesante que éste sea, y más vale entrar de lleno en la acritud maniquea que impone la red si uno no quiere resultar un triste o un antiguo. ¿O será quizás que este novato de patio tiene el algoritmo algo atrofiado?

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La imagen de Lamine Yamal con gafas de sol gustó mucho en las redes sociales

Alberto Estevez / EFE

El caso es que los postadolescentes que forman el primer equipo masculino del Barcelona derrotaron con claridad al eterno rival en la final de la Supercopa en Arabia Saudí y no hay ningún mensaje al respecto en la telaraña de Musk que no recoja los peores instintos de ganadores y perdedores. Ninguna sorpresa: no cabía esperar algo así como 'Qué bien juegan estos chicos que visten de azulgrana, aunque los de blanco también lo han intentado con tesón. Y ahora, fundíos en un abrazo y a seguir trabajando para mejorar'. No, por supuesto: lo que toca en estos casos son proclamas, elogios desmedidos, risas, humillantes zascas y mucha mucha bilis. Durante toda la semana.

Por ejemplo, si Vinícius es el gran enemigo y no se le vio en el campo el sábado, pues a por él. Que si “balón de playa” o que si “ahora que llore”, y viralicemos, por supuesto, las imágenes en las que se le ve taciturno en el banquillo o en las que dice, supuestamente, “no duele” a un compañero mientras ambos ven la celebración del equipo contrario.

Cuando se trata de un clásico, no caben medias tintas: lo que toca son proclamas, elogios desmedidos, risas, vejatorios zascas y mucha mucha bilis

U otro ejemplo: en plena euforia, qué mejor que encumbrar a los ídolos a pedestales inalcanzables. Centenares de cuentas se lanzan a comparar el primer gol de Lamine Yamal, el que firma el empate, con algún tanto similar que en su día marcó Leo Messi. Como queriendo decir. “Ha destruido la carrera de Camavinga”, asegura, así sin exagerar, otra cuenta de una joven que se presenta como “solo una chica a la que le gusta el Barça”. Al menos, una mujer entre tanta masculinidad. Otros tiran de imagen del chaval de Rocafonda con gafas de sol, porque todo lo que parezca ser un rapero malote cotiza más; otros enseñan las jugadas que hacía de crío, es decir, hace cuatro días, en las categorías inferiores del club. Y así, entre viral y viral, se construye una deidad del deporte.

Pero por comparaciones con Messi quizás la más extravagante sea la que muchos usuarios vieron en el momento que Raphinha, otro de los héroes de la noche, se va del campo con un andar laborioso que puede aparentar, digo yo, pose chulesca. “¡¡¡Caminata icónica!!!”, se vocifera en Threads al respecto al recordar que el argentino también dejó el terreno de juego de esta guisa en un 5-0 contra el Real Madrid. Simplemente podría ser que ambos estuvieran cansados, tuvieran calambres y/o quisieran perder algo de tiempo, pero no corresponde aquí estropear ninguna fantasía. Yo qué sé.

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