China trabaja en silencio
Xi Jinping no necesita hacer ruido. No organiza ruedas de prensa en su despacho ni firma decreto tras decreto mientras amenaza al resto del mundo con toda clase de medidas como hace Donald Trump. La diplomacia china es silenciosa. Hace muchos años que su estrategia de implantación por los cinco continentes es una realidad. Su expansión es amable, porque se basa en las relaciones comerciales, a diferencia de Estados Unidos, que ha abusado más de la fuerza de sus ejércitos.
Desde la pandemia, por ejemplo, compañías chinas están instalando fábricas por todo el mundo para burlar las barreras arancelarias y ganarse la confianza de muchos gobiernos, especialmente del Sur Global. Estas empresas, apoyadas por su Gobierno, están invirtiendo miles de millones de euros en el terreno de la transición energética. Los fabricantes chinos están muy implantados en Asia, pero hace tiempo que son habituales también en África o en Sudamérica. En España, sin ir más lejos, la lista de proyectos de inversión de este país crece año tras año y la reciente visita de Pedro Sánchez a China no ha hecho sino consolidar esta relación.
DeepSeek aspira a competir con ChatGPT o Gemini
Fue en este contexto cuando ayer la Administración Trump, tan feliz con sus nuevos proyectos para proteger su industria y relanzarla frente al mercado exterior, descubrió que una pequeña empresa china llamada DeepSeek provocaba el desplome en la bolsa de sus principales compañías tecnológicas. Esta firma asiática ha creado un sistema de código para la inteligencia artificial (IA) que funciona con chips menos potentes que los habituales. La hasta ayer empresa más valiosa del mundo por valor en bolsa, Nvidia, perdió un 16% de su valor, lo que equivale a casi 500.000 millones de euros por la nueva competencia.
El impacto se produjo al conocerse que esta aplicación gratuita china estaba siendo mejor valorada y más usada por los usuarios de Apple en Estados Unidos y había desplazado a la más
popular, la de ChatGPT, que desarrolla OpenAI. Habrá que ver cómo reacciona ahora la industria norteamericana ante este nuevo reto, pero está claro que la competencia china no es ninguna broma.