El Papa bueno
El patio digital
Si usted ha visto óԳ, ya sabe todo lo que hay que saber sobre el Papa. La oportuna película de Edward Berger, adaptación de la novela homónima de Robert Harris, convirtió en miles de personas, de la noche a la mañana, en afinados expertos en la jerarquía católica. No hace falta haberse tirado 20 o 30 años de corresponsal en Roma ni haber vivido in situ tres o cuatro fumatas blancas —con sus otras muchas fumatas negras—; en tiempos de IA y episteme fragmentaria, bastará con la actuación de Ralph Fiennes para trazar cuatro ideas eruditas y, de paso, especular sobre intrigas y conspiraciones de la curia romana. Y si además ha visto The Young Pope—con la primera temporada es suficiente—, Los dos papas y El Padrino III, entonces ya le convalidan el título de vaticanólogo, con el sellado de la mismísima Santa Sede.
Se entiende el sarcasmo, ¿no?
Todo esto viene a cuento del alta médica que recibió este domingo el Papa Francisco tras la neumonía bilateral que ha mantenido en vilo a católicos, no católicos (y periodistas) de todo el mundo durante los últimos 38 días. “Es la mejor campaña para la película”, se encargaron muchos de decir cuando se supieron, a mediados de febrero, las primeras noticias del delicado estado de salud del pontífice.
¿La primera enfermedad papal seguida al minuto en redes? Al menos la más intensa. Han sido semanas, especialmente las primeras, en las que se han sucedido episodios de comunicados de noches tranquilas (“El Papa ha dormido bien”) con varias crisis respiratorias que han hecho temer lo peor. Respondiendo a las constantes vitales del Santo Padre, la comunidad digital reaccionaba con seguimientos exhaustivos, duros debates yespeculaciones de renuncia y rumores de sucesores —óԳ otra vez—, pero también con fases de absoluto desinterés. Y, sobre todo, se han enviado muchos rezos. A juzgar por la recuperación de los últimos días, parece que en el más allá hay buena conexión wifi.
Una mujer coloca un rosario cerca de velas adornadas con imágenes del papa Francisco afuera del Policlínico Agostino Gemelli
Una cosa ha quedado clara en la red de redes tras tantas semanas de incertidumbre: la polarización en torno a su figura queda fuera de toda duda. Y, desgraciadamente, podríamos adelantarnos a decir qué habría ocurrido si hubiera tenido lugar la fatal noticia. Remarcando que X no deja de ser un espejo roto de la realidad, lo cierto es que sectores conservadores nunca han visto a Bergoglio con los mejores ojos, mientras que los progresistas le tienen por un “Papa bueno”, que es así como la jerga popular define a aquel vicario de Cristo cercano a la Iglesia de base.
Sorprende, por ejemplo, la poca humanidad con la que algunos católicos han tratado al hombre (y su líder). “Debe descansar, si el Señor no se lo lleva, debe renunciar y dejar de hacer daño a la Iglesia, no ha sido mi Papa, tengo que decirlo”, declaraba un usuario con visible emoticono de la cruz en su avatar. Tampoco es raro leer expresiones como “viejo comunista” o “anticristo”, especialmente desde cuentas mileistas, en la misma patria de origen de Francisco.
En general, pero, cuando la vida de una figura pública se apaga, es más fácil que aparezcan los adeptos. El pudor aún existe, incluso en el impiadoso internet. Los pro se escandalizaron al ver la reacción de los anti, y se preguntaban si no será que lo que les molesta del Papa argentino es, por ejemplo, su oposición a las guerras en Ucrania y Palestina, su condena a la política contra la inmigración de los países occidentales o la persecución de los abusos sexuales en el seno de la propia Iglesia. Algunos incluso plantearon si odiar al Papa no es “ir contra su propia religión”. No parece una pregunta baladí. Habría que trasladársela a los teólogos.
Sorprende la poca humanidad con la que algunos católicos han tratado a Francisco, y aparece la pregunta: ¿puede considerarse esa actitud “ir contra su religión”?
Y es que los franciscanos han sidocontundentes en sus alabanzas. A su juicio, es un Papa “diferente”, “el mejor ser humano del siglo XXI”, un “revolucionario”, “incómodopara mucha gente cuadrada que se niega a modernizar la Iglesia”, “luz en un medio hostil”, “lo más cuerdo y razonable en un patético siglo XXI” o “el mejor papa desde que alguien puso por primera vez a un esclavo a levantar un templo divino”.
Para un usuario, Bergoglio le ha acercado de nuevo a la religión. Varios usuarios subrayaban que no deseaban que muriera, no solo por humanidad, sino por una razón muy práctica: su sucesor será mucho más conservador y no es buen momento. “No quiero que se vaya y nos deje en este mundo lleno de líderes fascistas nazis anti derechos humanos”. “¡No te mueras, Pancho!”.
La mayoría de estos mensajes —que han venido sobre todo desde Latinoamérica, claro—, parecían ser de creyentes, especialmente aquellos que viralizaron el arco iris que apareció la primera semana de su ingreso encima del hospital italiano en el que ha sido tratado el Obispo de Roma todos estos días. Mensaje divino, decían. Sin embargo, muchos otros admitían ser “agnósticos”, pero igualmente veían muy inoportuna la desaparición del pontífice. “Es increíble como uno de los sectores más afectados por la salud del Papa Francisco es el no creyente y ateo. Históricamente decepcionados por la institución, hoy ven en Francisco un líder que los volvió a hacer creer en los valores cristianos”, proclamaba un joven político bonaerense. De alguna manera, daban la razón a aquellos que vena Bergoglio como el “Papa de los ateos”, unlatiguillo fácil estos días, como lo ha sido en todo su pontificado, desde el lado conservador.
Pero, finalmente, buenas noticias. Al menos, para la mayoría. El saludo este domingo del Papa a los fieles desde el balcón del Gemellidespertó la alegría y felicidad, pero también la compasión, de muchos en el antiguo Twitter. El mensaje general es el de agradecer la “lucha” y la “fe” de Francisco durante este mes y medio en que ha sido hospitalizado, como si hubiera ganado, voluntarioso, una última batalla a sus enemigos. Sus devotos argentinos reprochan a los extremistas los “fakes, deseos de muerte y pompas fúnebres”. Los haters, por su parte, calladitos. Mientras se mantienen las plegarias, un aguafiestas se encarga de subrayar que son los médicos y no los rosarios, los que le han prolongado la vida. Y los que querían demostrar lo tanto que sabían de la sucesión papal tendrán que esperar.