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Terror en el Turó Park

Puede encontrarse el infierno en la zona de juegos infantiles del Turó Park? ¿Llevamos una bestia dentro? Son inquietantes preguntas que nos lanza a la cara la adaptación catalana de Un déu salvatge, la obra de teatro de Yasmina Reza que plantea el civilizado encuentro de dos matrimonios burgueses porque el hijo de uno le ha partido dos dientes al hijo del otro y hay que solucionar las cosas hablando ante unas tazas de café y una tarta de fruta. ¿Qué pasaría si, desinhibidos, empezáramos a decir lo que realmente pensamos?

BARCELONA- REPORTAJE SOBRE EL ESTADO DEL TURO PARK Y LOS PERROS- FOTO ANA JIMENEZ

Ana Jiménez

Basada en un incidente real que le sucedió al hijo de una amiga de Reza, la obra, dirigida en este caso por Pere Arquillué e interpretada por él mismo, Laura Conejero, Laura Aubert e Ivan Benet, pone frente a frente a una pareja de apariencia más conservadora –él, abogado de una farmacéutica, intenta tapar el escándalo de un medicamento que tiene devastadores efectos en quien lo consume– y a otra que responde a los arquetipos del progresismo, pues, pese a ser los padres de la victima, promueven activamente el diálogo (la muy concienciada Montserrat incluso ha escrito un libro sobre la tragedia de Darfur). En el transcurso de la acción, impulsada por la ingesta de alcohol, al espectador le resultará muy difícil determinar cuál de los cuatro personajes es menos animal, pues el instinto va imponiéndose a la razón en todos ellos.

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Lo llamativo es que la obra ha adquirido hoy una significación nueva que cuando se estrenó en el 2006. Entonces nos parecía imposible que alguien de nuestro entorno verbalizara las barbaridades que dice el personaje encarnado por Arquillué, quien, al ver en la tele que los famosos “adoptan negritos”, estalla: “¡Estuve a punto de comprarme un póster del Ku Klux Klan!”. Mirando fijamente a una Montserrat al borde del ataque de nervios, le grita: “Formas parte de la misma categoría de mujeres, las mujeres comprometidas, las que solucionan los problemas. Lo único, que no es eso lo que nos gusta de las mujeres. ¡Lo que nos gusta de las mujeres es la sensualidad, la locura, las hormonas! Las mujeres que hacen uso de su lucidez, las guardianas del mundo, nos deprimen... Incluso él, el pobre Miquel, tu marido, está deprimido”. Todo eso era, en el 2006, una caricatura, una exageración, pero hoy podría firmarlo –en un vídeo de instagram– cualquier influencer de la manosfera.

Aprovechando que queda una semana larga de funciones en el Goya, podemos mirarnos en ese espejo temible aunque cuando, en las otras butacas, la gente se ría a carcajadas con las frases de Arquillué, no podremos evitar dudar de si algunos lo hacen por los motivos equivocados.

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