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Ascenso al Cerro Colocalán, cima sobre las nubes

Lectores Corresponsales

Se corona tras25 kilómetros de caminata (ida y vuelta) desde el punto de partida en el pueblo de Peldehue

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Nicolás Ward, en lo alto del Cerro Colocalán, sobre las nubes.

Nicolás Ward Edwards

* El autor forma parte de la comunidad de lectores de bet365

El viernes 11 de abril, el Cerro Colocalán, con sus 2.541 metros sobre el nivel del mar, se transformó en una experiencia que quedó grabada en mi memoria. Ubicado al nororiente de la comuna de Colina, este cerro comparte posición con el Cerro Canto del Gallo, que se levanta 100 metros más abajo, como un hermano menor que observa en silencio la misma cordillera.

Ampliar El Cerro Colocalán, a la izquierda de la imagen, y, a la derecha, el Canto del Gallo.

El Cerro Colocalán, a la izquierda de la imagen, y, a la derecha, el Canto del Gallo.

Nicolás Ward Edwards

Fueron 25 kilómetros de caminata —ida y vuelta— desde el punto de partida en el pequeño pueblo de Peldehue. Subí junto a mi amigo y partner de ascenso, Pato Valdés, un experimentado montañista que alguna vez alcanzó la cumbre del imponente Volcán Tupungato, a 6.570 metros sobre el nivel del mar, en la frontera entre Chile y Argentina. Hoy, no solo compartimos el gusto por la montaña: nuestros hijos, Nico Jr. y Juanjo, cursan juntos segundo básico.

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Nieblas en el ascenso al Cerro Colocalán.

Nicolás Ward Edwards

A los pocos minutos de comenzar, un perro del sector nos empezó a seguir. No lo alejamos. Al contrario: compartimos con él agua y comida. Se convirtió en nuestro compañero silencioso durante toda la ruta, y en la cumbre, se quedó profundamente dormido. Cuando comenzamos el descenso, ya no estaba. Lo dimos por perdido, hasta que reapareció diez minutos después, como si no quisiera perderse el cierre de esta historia.

El ascenso no fue fácil. El desnivel positivo fue de 1.709 metros. La aproximación se hacía eterna, pero el paisaje ayudaba a mantener la motivación. El entorno cambiaba a cada paso: al principio, la sequedad típica del valle central; luego, una vegetación más tupida nos recordaba que, aunque golpeada por la sequía, la naturaleza todavía resiste. Más arriba, el verde regresaba con fuerza y la precordillera se hacía notar con todo su carácter.

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Paisaje de la ruta al Cerro Colocalán.

Nicolás Ward Edwards

El ascenso no fue fácil. El desnivel positivo fue de 1.709 metros. La aproximación se hacía eterna, pero con un bello paisaje

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Floración en la ruta de ascenso al Cerro Colocalán.

Nicolás Ward Edwards

Cerca de la cumbre, el terreno se volvía pedregoso, con bastante acarreo. La ruta nos regaló cuatro paradas inolvidables: una piedra enorme, tal vez caída tras el terremoto de 1985; una animita, señal de que quizás alguien perdió la vida en ese lugar y aún es recordado; y un avistamiento breve pero simbólico: un águila chilena o agilucho, planeando justo cuando rompíamos la capa de nubes.

Ampliar Águila chilena o agilucho, planeando.

Águila chilena o agilucho, planeando.

Nicolás Ward Edwards

En la última parada antes de la cima, tomamos aliento sobre un conjunto de piedras y desde ahí alcanzamos el portezuelo final. Al llegar a la cumbre, nos encontramos con un contraste sobrecogedor: el cielo despejado sobre nosotros y, abajo, Santiago cubierto por una inmensa manta de nubes. Una imagen inolvidable.

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Cruces y memorias.

Nicolás Ward Edwards

Estoy subiendo un cerro cada semana para fortalecer mis piernas y mi resistencia. Tengo un gran sueño: conquistar el Volcán San José (5.856 msnm) y el Ojos del Salado, el volcán más alto del mundo (6.893 msnm). En la vida, los sueños se pueden cumplir. Ya lo viví en diciembre pasado, cuando alcancé las cumbres del Leonera y El Plomo, dos gigantes de la cordillera que marcaron un antes y un después en mi camino.

¿Qué significa para mí la montaña? Todo. Pasión, resiliencia, trabajo en equipo, amistad. Es un lugar donde los problemas quedan atrás, donde la naturaleza y la salud se entrelazan, y donde uno se vuelve, aunque sea por un rato, parte de algo mucho más grande.

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Pato Valdés y Nicolás Ward, en lo alto del Cerro Colocalán.

Nicolás Ward Edwards
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