bet365

Volver la mirada hacia Elias Canetti

Lectores Expertos

'Masa y poder' contiene observaciones lúcidas de las estructuras del poder y de la psicología del poderoso

Elias Canetti.

Elias Canetti, Premio Nobel de Literatura en 1981.

Wikipedia

* El autor forma parte de la comunidad de lectores de bet365

Que un manuscrito haya sobrevivido al fuego, al naufragio o a los cataclismos de la guerra resulta milagroso. Que una idea y unos apuntes se sostengan sobre la arena movediza de las dudas viene a ser también extraordinario. Masa y poder es una obra que, en su periodo de gestación, se sostuvo en la arena y soportó cataclismos.

Treinta y cuatro años corrieron entre el momento en que el autor empezó a redactarla y aquel otro en que la concluyó. En ese lapso sucedieron cosas como el nazismo, la Segunda Guerra Mundial, el exilio y el desaliento. Ya cuando Canetti envió el libro desde Londres a sus editores de Hamburgo, escribió: “Durante estos años, mis mejores amigos perdieron su fe en mí; aquello duraba demasiado; yo no podía reprochárselo. Ahora me digo que he conseguido agarrar a este siglo por el cuello”.

Masa y poder fue publicado en 1960. Elias Canetti no solo cogió por el cuello su siglo, sino el tiempo remoto y probablemente un largo periodo de la posteridad.

La concepción primera de la obra fue consecuencia de la inquietud que le proporcionó la experiencia de la masa: una manifestación obrera en Frankfurt, en 1917. La reafirmación de la necesidad de su libro vino diez años después, tras una revuelta en Viena que acabó en el incendio del Palacio de Justicia.

La atracción física y el deseo de integrarse, al margen de toda reflexión, le hizo pensar en el conflicto constante entre los instintos de masa e individualidad; “la lucha entre ambos permitía explicar el curso de la historia humana”, escribió.

Ya en el proceso, Canetti comprendió que un estudio sobre la masa no podía prescindir del análisis y la disección del poder. Pudieron bastarle los eventos de su época para llevar a cabo su investigación; sin embargo, prefirió buscar las explicaciones de los fenómenos que le inquietaban en fuentes diversas, en las extravagancias de reyes africanos y asiáticos, en los fenómenos de masas religiosas o políticas de tiempos pretéritos, en casos puntuales de esquizofrenia, y por supuesto, también, en los delirios y viejas manías de las naciones europeas.

Canetti comprendió que un estudio sobre la masa no podía prescindir del análisis y la disección del poder

Masa y Poder terminó siendo, entonces, una obra miscelánea, un libro de libros, si se quiere, mucho más cercano al cuaderno de apuntes (a pesar de su voluminosidad), que al trabajo monográfico. Esta condición probablemente sea la que la aleje de los círculos de la academia (dudo que se estudie a Canetti como se estudia a Foucault, a Weber, a Kelsen), y, al mismo tiempo, la que permite su lectura en la sala de espera del consultorio médico.

Por demás, no le vendría mal a la academia darle entrada a la obra: ahí están algunas de las observaciones más lúcidas, a propósito de las estructuras del poder y de la psicología del poderoso, que pueda haber hecho alguien que se crio en el contexto de las grandes guerras del siglo XX.

El poderoso, por ejemplo, según Canetti, requiere de la supervivencia: necesita que el otro perezca. Pero no es tanto la supresión del otro lo que le confiere poder, es su cadáver: “El superviviente podrá ahora hacer con él lo que quiera, mientras que el otro nada podrá contra él. Yace por tierra y seguirá yaciendo para siempre; jamás volverá a levantarse. El superviviente podrá arrebatarle el arma, cortarle partes del cuerpo y conservarlas para siempre como trofeos. Este momento de la confrontación con el muerto al que acaba de abatir llena al superviviente de una fuerza de índole muy peculiar, que no puede compararse con ninguna otra. No hay momento que exija con tanta insistencia ser repetido”.

El poderoso, según Canetti, requiere de la supervivencia: necesita que el otro perezca

Desgraciadamente, los ejemplos contemporáneos para este fragmento los encontramos con facilidad en nuestros propios teléfonos celulares.

En todo caso, más acá de esos horribles procedimientos del poder, más acá de las fuerzas inobjetables de los soberanos, los comandantes y los generales, Elías Canetti supo hacernos ver los gestos de los que se nutre todo autoritarismo, aquellos que sufrimos o ejercemos aun en casa o en el vecindario, y que, de manera asombrosa, nos conectan todavía con el animal primigenio que vive dentro nuestro.

Agarrar, morder, engullir, estar de pie o yacer no son solo funciones o posibilidades del cuerpo; son también los engranajes de un entramado en el que el más fuerte toma como presa lo que encuentre a su alrededor.

Pero luego, quizás no haya ningún otro gesto tan sólido para apuntalar aquella estructura como el de dar una orden. Ahí todos contribuímos, el policía en la calle, el patrón, la profesora de la escuela y los padres, a pesar de tener la mejor de las intenciones.

Toda orden conlleva un aguijón, y la única posibilidad de liberarse del aguijón, que puede permanecer largos años en lo profundo de la psique, es reproduciendo esa misma orden recibida y acatada. Para Canetti, recibir una orden es quedar sometido a su aguijón; evitarla quizás sea la forma más efectiva de lograr la libertad.

“La orden [...] es el elemento aislado más peligroso para la convivencia humana. Hay que tener el valor de enfrentarse a ella y hacer tambalear su poderío. Hay que encontrar los medios y las vías para que el hombre mantenga su integridad frente a ella. No debemos permitir que nos rasguñe más la piel. Sus aguijones deberían convertirse en espinas de las que nos podamos desprender con un leve ademán”.

En alguna ocasión le preguntaron a Canetti por qué no había empleado la palabra fascismo en su libro. Respondió que las seiscientas páginas que lo componían no trataban de otra cosa distinta.

Lee también ■ ¿CÓMO PUEDO PARTICIPAR EN LA COMUNIDAD DE LA VANGUARDIA?
Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...