Chistar, silbar o levantar la mano como si se tratara de llamar a un perro. Hay quien todavía se dirige así a los camareros, como si la educación fuera opcional dependiendo del uniforme que lleve la persona que atiende.
Esa manera de dirigirse a los demás, todavía habitual en muchos bares y restaurantes, provoca tensiones que en ocasiones terminan con más de una mesa vacía. No es una cuestión de manías ni de exigencias desmedidas, sino de algo tan elemental como el respeto hacia quien atiende al público.
Agria disputa
Un enfrentamiento por las formas
Una reseña publicada en Google por una clienta que estuvo en La Lola Oviedo desató precisamente ese tipo de enfrentamiento. “Le chisté y le dije perdona, la cuenta”, escribió, en referencia al momento en que pidió la nota a uno de los camareros del local.
El trabajador no respondió como ella esperaba. Según su relato, le dijo que no se le chistara y le llamó “mal educada”. Eso bastó para que la usuaria, ofendida por la contestación, calificara el trato como “muy grosero” y anunciara que no volvería. Dejó claro que en su opinión “educación ninguna la de él” y concluyó que la experiencia le había hecho restar “tres clientes menos” al restaurante.
La contestación no tardó demasiado. La firma apareció como propietario en la respuesta pública del perfil de reseñas del restaurante. En ella, se desmintió el sentido de la queja y se cuestionó el planteamiento de la clienta.
Tras señalar que el camarero fue llamado “chistándole como a un perro”, el mensaje insistía en que si alguien está acostumbrado a tratar así al personal de un restaurante no es bienvenido en ese local asturiano: “Aquí no vuelva, gracias”.
El uso de esa fórmula como ejemplo de trato despectivo y habitual hacia quienes trabajan en hostelería ha generado un debate recurrente en redes sociales. No es la primera vez que una cuenta como la de Soy Camarero rescata este tipo de valoraciones para exponer comentarios que, bajo una apariencia de crítica constructiva, acaban revelando el desprecio con el que parte del público sigue tratando a quienes sirven mesas. En este caso, añadieron un resumen claro: “Pide educación, pero carece de ella”.