Tarragona es un precioso escenario donde se mezclan arquitectura, cultura e historia, con sus profundas raíces en la romanización (s. II a. C.). Cualquier momento del año es bueno para visitar la ciudad, con la Part Alta, el centro histórico, como gran escaparate turístico. Pero la Semana Santa ofrece otra mirada sobre Tarragona, única, que entra en ebullición a ritmo de procesión y caduca en pocos días.
Con el programa festivo y litúrgico de la Semana Santa del 2025 en una mano y una guía del patrimonio histórico y arquitectónico en la otra, es esta una invitación a redescubrir Tarragona y su legado desde otra mirada. Un itinerario que trasciende a la religiosidad, entre calles, callejuelas y plazas del centro histórico.
La visita se puede hacer cuando las calles y plazas de la Part Alta están masificadas, especialmente con la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo, que se celebra desde el siglo XVI, o buscando momentos con menos gentío y más sosiego, mirando de reojo a la Semana Santa.
La ruta por las iglesias de los pasos de Semana Santa obliga a perderse por la Part Alta, toda una bendición
La iglesia de Natzaret (siglo XIII), en la plaza del Rei, en el corazón de la Part Alta, puede ser un excelente punto de referencia. También es un buen lugar para volver simplemente a pasar la tarde, a comer o a hacer el vermut, con vistas al Museu Arqueològic de Tarragona.
Es una de las iglesias más antiguas de Tarragona y es la sede de la Congregació de la Sang y la Soledat. Natzaret acoge durante todo el año tres de los pasos de Semana Santa y abre al público cada viernes por la tarde y los sábados por la mañana.
La arquitectura, hilo conductor de esta ruta, conecta la Semana Santa con uno de los nombres más ilustres de Tarragona, Josep Maria Jujol (1879-1945). El arquitecto modernista es el autor del paso de la Pietat, que se puede visitar en otro templo, la iglesia de los Pagesos, que, a su vez, acoge otra pieza destacada: la talla del Santo Sepulcro, ya documentada en el siglo XVIII.

El paseo arqueológico es la forma más interesante de descubrir los 1,1 km conservados de muralla
La ruta puede seguir hasta la iglesia de Sant Miquel, sede de la Germandat dels Natzarens, y antigua sede de la cofradía de Teixidors. Un templo precioso que acoge tres pasos más, dos de los cuales anteriores a la Guerra Civil española.
La iglesia de Sant Agustí concentra parte de la esencia de la Semana Santa tarraconense. Es la sede de la mayor parte de las cofradías y de sus misterios. Aquí tocaba el maestro Josep Font Marimon, de Girona.
Su historia tiene miga. El maestro, después de trasladarse a Sevilla, reformuló los cánones de la música procesional a partir de las vivencias experimentadas en la procesión del Santo Entierro de Tarragona.
Cerca de la catedral y su precioso claustro, la muralla, el anfiteatro o el circo y sus más de 2.000 años de historia
Un alto en el camino. Casi
parada obligada. El Museu Bíblic es el mejor compendio para quienes tengan ganas de profundizar en la Semana Santa de Tarragona, reconocida como fiesta patrimonial de interés nacional.
Considerado como un kilómetro cero, el Museu Bíblic sirve para viajar a la primera Semana Santa de la historia a través de un conjunto de piezas arqueológicas y otras reproducciones. Un laborioso relato bíblico y teológico con fotografías, carteles y postales históricas. También hay una colección de miniaturas de los pasos de la Semana Santa de Tarragona, una primera introducción y un compendio de lo que después se puede ver en las procesiones.
Otro enclave común es, obviamente, la catedral, con su imponente rosetón en la fachada principal. En la parte más elevada de la Part Alta, sobre la antigua colina, esconde en su interior un valioso conjunto de arte medieval. Se empezó a construir en el siglo XII y se consagró en el XIV: es un precioso ejemplo de arquitectura de transición del románico al gótico. El claustro, con su escultura erigida en uno de los conjuntos más remarcables de la plástica románica en Catalunya (s. XII-XIII) y el Museu Diocesà, en el interior de la catedral, merecen una visita propia.
Todo el recorrido arquitectónico de Semana Santa se hace en un precioso escenario marcado por las raíces de Tárraco, con un conjunto declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en el año 2000. Las murallas romanas (s. II a. C.) protegen la Part Alta: se conservan 1,1 kilómetros de los 3,5 originales. La parte más interesante se puede visitar a través del paseo arqueológico.

Al fondo, el Museu Arqueològic, a la derecha, la iglesia de Natzaret, durante la procesión
Junto al centro histórico luce, con el Mediterráneo de fondo, el anfiteatro romano, una de las joyas del legado arquitectónico romano. No hay que perderse tampoco la torre del pretorio o el circo. Lamentablemente, el Museu Arqueològic está cerrado porque vive inmerso en una profunda transformación museística.
Tarragona es una ciudad que se disfruta mejor a ritmo tranquilo, de la misma forma que se vive en ella. Es una ciudad de terrazas, por poco que el tiempo acompañe, de vermut —aunque sea originario de Reus—, vino o caña en la plaza del Fòrum, la del Rei o la de la Font, la más bulliciosa. Tarragona no se 油à igual si el visitante tiene prisa porque, aquí, la pausa tiene premio, con final en forma de paseo y, si se puede, baño en alguna de sus playas y calas, que merecen un capítulo aparte.