El volumen de estrenos de Netflix impide que incluso el espectador más adicto a las series pueda tener una idea de antemano de si le gustará un lanzamiento en concreto. Apenas se le puede seguir la pista al calendario de estrenos. Así que, ahora que Keira Knightley nos bendice con su presencia en televisión en la que es su primera serie desde hace más dos décadas (hizo una miniserie de Oliver Twist en 1999 y otra de Dr Zhivago en 2002), un servidor intentará responder la pregunta clave: ¿Está Palomas Negras hecha para ti?
Para amantes de ‘Slow Horses’
Una de las sorpresas de estos últimos años es Slow Horses, la serie británica de Gary Oldman que combina con soltura el thriller de espías y la comedia. Palomas Negras se mueve exactamente por este terreno. Helen Webb (Keira Knightley) está casada con un político del partido conservador. De cara a la galería, tiene una vida sencilla e ideal donde su principal preocupación es comprar los regalos de Navidad de sus hijos. Pero su realidad es otra.
Helen fue reclutada por Reed (Sarah Lancashire) para formar parte de las Palomas Negras, una organización de espionaje que básicamente obtiene y vende secretos de inteligencia al mejor postor. Sedujo a su marido siguiendo sus órdenes y toda su vida en común está pensada para poder extraer información del gobierno del Reino Unido. Y, cuando su amante es asesinado por un francotirador, pone en peligro tanto su trabajo como su familia al intentar descubrir quiénes le mataron y por qué con la ayuda de Sam (Ben Whishaw), un amigo y asesino a sueldo.
Para nostálgicos de ‘Killing Eve’
No se puede entrar en demasiados detalles pero, de forma imprevista, uno se encuentra encontrando parte de la esencia de Killing Eve en esta producción de Joe Barton, autor de Giri/Haji. Los personajes protagonistas tienen un perfil un tanto sociópata y no deja de maravillar cómo Helen se encuentra cómoda con un sicario con un corazón de oro (Sam está todavía traumatizado por su abrupta ruptura con un ex).
Y, a partir de escenas de acción con mucho sentido del humor y donde las bromas se cuelan en los momentos de máxima tensión, Palomas Negras crea una comunidad tan alocada como tierna a medida que avanzan los episodios. Atención, por ejemplo, al personaje de Ella Lily Hyland, una sicaria retorcida que se cruza en sus planes.
Para fans de Keira Knightley
Esta aproximación desenfadada al género de espías ofrece a Keira Knightley una oportunidad para utilizar la televisión para desafiar las expectativas. Uno pensaría que, al acercarse al medio, buscaría un vehículo para ganar un Emmy, posiblemente con una adaptación literaria clásica, pero aquí quiere erigirse como reina del entretenimiento y heroína de acción.
En Palomas Negras se enfrenta a asesinos mientras sus hijos y su marido duermen en el piso de arriba, lanza cuchillos, no le tiembla el pulso al encontrarse en medio de una inminente guerra mundial (ah, ¿me había olvidado de decir que el asesinato del amante podría estar relacionado con la muerte del embajador chino que podría tener consecuencias diplomáticas serias?) y todo esto lo hace mientras, como mujer del ministro de exteriores, está espléndida. Incluso cuando quiere ir más discreta lleva la pashmina puesta perfectamente.
Para quienes piensan que ‘Jungla de cristal’ es una película de Navidad fantástica
Y, como manda la tradición de las películas de Navidad no convencionales, el telón de fondo son las fiestas. La casa de Helen está decorada, ella utiliza “las compras navideñas” como excusa para llegar tarde a casa tras estar a punto de morir en manos de sicarios contratados por organizaciones que desconoce, tenemos encuentros con su supervisora en iglesias anglicanas mientras los coros cantan villancicos y, más allá de lo anecdótico, este contexto navideño encuentra la forma de teñir los sentimientos de los protagonistas.
Para… ¿todo el mundo?
En resumidas cuentas, esta primera temporada de seis episodios de Palomas Negras es esa clase de entretenimiento ideal que debería caracterizar más a Netflix, donde el entretenimiento se une con la calidad.
Es hilarante, efectiva en las escenas de acción, tiene ritmo mientras desenreda el entramado criminal de Londres, tiene una fantástica dinámica entre Knightley y Whishaw, es cínica y, sin importarle demasiado la verosimilitud (esto es un juego), incluso es acogedora de tan entrañables que son sus sociópatas protagonistas.