“Raro es el reboot que sabe capturar otra vez la magia y el entusiasmo orgánicos que los clásicos de culto generan”, reconocen en Variety con motivo del estreno del spin-off californiano de Suits en Estados Unidos. Sin embargo, mientras que Suits LA “tiene las mismas tuercas y tornillos que hizo de la serie original una sensación, primero en USA Network y después en Netflix, pero le faltan los fundamentos, personajes o tramas para mantener un renovado interés”.
En The New York Times se preguntan qué hizo que Suits fuera un fenómeno: “¿Era la camaradería fraternal? ¿Su fascinación por tops sin mangas como vestuario de oficina para mujeres?”. Pero, después de bromear sobre la imposibilidad de recrear por completo la esencia de una producción de éxito (porque sino Hollywood habría dado con la fórmula mágica, la sentencia es clara: “Suits LA es plana y sin alegría”. Donde el guionista Aaron Korsh antes escribía diálogos rápidos, humor y cierto cachondeo, aquí no hay textos sexies.
The NY Times
“Suits LA es plana y sin alegría”
A los críticos americanos les mandaron los tres primeros capítulos de la primera temporada para que pudieran hacerse una idea del tono de Suits LA. En opinión de The Hollywood Reporter, cada entrega ofrece una versión distinta del potencial del spin-off y en el tercero es cuando se puede tener cierta esperanza: “Si este hubiera sido el primer episodio de Suits LA, lo hubiera considerado tosco pero no del todo poco atractivo”.
Habrían defendido que tiene “destellos de potencial en el reparto” y que ambientar una serie del estilo de Suits en Hollywood es una “gran idea”. Pero el rollo tortuoso del protagonista y los defectos exhibidos hasta llegar a ese momento, si son sinceros, no les ayudan a mantener el interés. “No me imagino todavía viendo la serie”, reconoce sobre la posibilidad de estar pendiente de mejoras, sobre todo con la anunciada llegada de Gabriel Macht como Harvey Specter para un arco de tres episodios.

Los Angeles, un escenario con su propia identidad.
Si nos fijamos en el suspenso que tiene Suits LA y la media de 49 puntos sobre 100 que , esta es la línea que siguen todos los críticos.
Como decíamos, este domingo se estrenó Suits LA en Estados Unidos con la emisión del primer capítulo en NBC, el canal generalista de Universal, que entre 2011 y 2019 destinó la serie original a USA Network. Era un canal de cable especializado en ficción ligera como Psych, Ladrón de guante blanco y Burn Notice (y que, con el paso del tiempo, se pasó a la oscuridad y el prestigio con Mr Robot). Pero, con el renacimiento de Suits en Netflix, el estudio espera tener un fenómeno de audiencia convencional entre manos.
En el primer capítulo, Aaron Korsh presenta un bufete especializado en figuras del entretenimiento en Los Angeles. Ted Black (Stephen Amell) es engreído e infalible y, a la espera de una fusión con otro bufete, tiene a dos de sus abogados más exitosos compitiendo por el mismo puesto de jefes de entretenimiento: Erica (Lex Scott Davies) y Rick (Bryan Greenberg). Con su socio Stuart (Josh McDermitt) tiene que acabar de firmar los documentos para una fusión. Y, afectado por la noticia de que su padre, con el que no se habla, está a punto de morir, Ted comete un error que cambia su posición alfa.
De momento, 'Suits LA' está suspendida tanto en Rotten Tomatoes como en Metacritic
Es difícil encontrar un episodio piloto más atropellado que el de Suits LA. Presenta tantos personajes, una quincena, que es incapaz de establecer las dinámicas principales (o sea, el rasgo distintivo de su antecesora). Tiene tantos giros de guion y movimientos de poder en 42 minutos que, más que sentir que se ve un episodio de presentación y los cimientos creativos del universo de ficción, parece una temporada entera resumida en un montaje esquemático. No ayuda que, al construir al Ted Black de Stephen Amell, se tiene que recurrir a flashbacks que entorpecen las tramas angelinas del presente.
Y, mientras los personajes femeninos se mueven por el bufete con un contoneo que obliga a pensar en los viejos tiempos de Meghan Markle y Sarah Rafferty como Rachel Zane y Donna Paulsen, las prisas de Korsh, las ganas de ofrecer un mapa de personajes completo, juegan en contra del entretenimiento convencional que en teoría propone. Lo único verdaderamente acertado es la presentación del personaje de Maggie Grace (Perdidos) como una abogada millonaria que prácticamente alquila un espacio dentro del bufete. Grace domina cada segundo de sus escasas apariciones para generar interés, incluso sin saber cómo puede encajar en el engranaje incontrolable.

En el primer episodio nunca se acaba de entender con quién tendrá la dinámica entrañable el personaje de Amell.
Será interesante ver si, más allá de la decepción de la crítica, el público reacciona de la misma forma. De momento, aquí no tenemos quien emita Suits LA a pesar del perfil alto de la producción como posible recolectora de decenas de millones de antiguos fans. Lo que no deja de ser irónico es que, al juzgar el spin-off, la crítica americana se olvida de comentar hasta qué punto Suits era mediocre. La premisa era absurda. Su lado sexy era estratosféricamente machista. Y, a medida que avanzaba, cada vez estaba más encantada de conocerse.