Twitter no levanta cabeza desde la llegada de Elon Musk, que compró la red social porque era importante para el “futuro de la civilización” preservar “un ágora común digital”. El problema es que la plataforma dista mucho de ese propósito idílico que imaginó el magnate sudafricano: suma dos caídas generalizadas en menos de una semana, crece el contenido de abuso infantil, apenas quedan equipos defendiendo las campañas estatales de desinformación y la moderación de contenidos sigue siendo toda una incógnita.
A todos esos problemas, se les suma los numerosos cambios implementados por Elon Musk. Primero, modificó el sistema de verificación. Después, llegó la suscripción de pago por mejoras. Varios retoques del algoritmo y la pestaña ‘Para ti’. Ahora, prepara el lanzamiento de su nueva interfaz de programación de aplicaciones (API) de pago. Y todo se ha hecho con una plantilla bajo mínimos, lo que explica por qué Twitter no es capaz de superar una semana sin experimentar problemas ni caídas del servicio. Un proyecto cogido con alfileres, señalan algunos trabajadores.
Tras la llegada de Musk
Fallos técnicos, muchos cambios y poco personal en Twitter

Elon Musk ha despedido a más del 70% de los empleados de Twitter en el último trimestre
El último contratiempo llegó este lunes. Twitter experimentó fallos en todo el mundo a la hora de cargar fotografías, pinchar enlaces publicados en la red o ver correctamente la versión de escritorio. En algunos casos, han saltado al feed de algunas cuentas mensajes posteados por otros usuarios años atrás como si fueran nuevos.
La compañía tardó casi una hora en solucionarlo y no dio demasiadas explicaciones al respecto. "Las cosas deben estar funcionando con normalidad. ¡Gracias por quedarte con nosotros!", escribió la red social 50 minutos después de que admitiera en otro tuit que hicieron “un cambio interno que tuvo algunas consecuencias no deseadas".
El jefe tuitero apuntó poco después que “un pequeño cambio de API tuvo ramificaciones masivas”. “La pila de código es extremadamente frágil sin una buena razón. En última instancia, necesitará una reescritura completa”, remachó.