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El liderazgo feminista como pilar de la democracia

El liderazgo feminista como pilar de la democracia
Segunda teniente de alcaldía de Barcelona

Las grandes transformaciones sociales han sido siempre impulsadas por movimientos colectivos decididos a cuestionar estructuras que parecían inalterables y, en esta lucha, las mujeres han jugado un papel fundamental, abriendo caminos hacia una sociedad más justa y equitativa. El avance hacia la igualdad efectiva debe entenderse más allá de una simple cuestión de derechos individuales, debe concebirse como un proyecto colectivo capaz de transformar relaciones de poder y de articular nuevas dinámicas que sitúen la justicia de género en el centro del progreso social.

Cuando el feminismo impregna las políticas públicas y se despliega con ambición en todos los ámbitos, desde la economía hasta el urbanismo, desde la educación hasta la cultura y los derechos sociales, se generan sociedades más cohesionadas, donde la redistribución de los recursos y oportunidades permite construir un futuro con mayor democracia y más equidad. Asumir este compromiso requiere una mirada transversal que garantice derechos, pero también impulse estrategias valientes para erradicar desigualdades que todavía persisten y que, a menudo, se manifiestan de forma interseccional en múltiples ámbitos de la vida cotidiana.

En Barcelona, los hombres ganan un salario medio anual de 37.000 euros, mientras que las mujeres perciben 30.700

Los datos son el reflejo de las dinámicas estructurales que han perpetuado desigualdades y que requieren contundentes respuestas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la presencia de las mujeres en cargos de dirección se mantiene en un 35% a nivel global, pero su participación en las posiciones de máxima responsabilidad es aún inferior. En Europa, Eurostat señala que la brecha salarial de género se mantiene en un 20%, mientras que en España las pensiones de las mujeres son un 34% más bajas que las de los hombres, una situación que en Catalunya se traduce en un riesgo de pobreza un 3% superior para las mujeres. Los datos en Barcelona son igualmente preocupantes: los varones ganan un salario medio anual de 37.000 euros, mientras que las mujeres perciben 30.700 euros de media. Además, la segregación ocupacional y la precarización laboral se convierten en barreras adicionales que dificultan la independencia económica de las mujeres.

Estas cifras evidencian una realidad que va mucho más allá del ámbito económico y que afecta a todas las esferas de la vida, desde las oportunidades profesionales hasta la representación en espacios de decisión, pasando por la distribución de las tareas de cuidado o las condiciones de acceso a la justicia y una vida libre de violencias. Por este motivo, las políticas de igualdad deben incorporar una perspectiva feminista capaz de abordar estas desigualdades desde la raíz, garantizando que la acción pública genere un cambio real en las bases del modelo social.

efe

Juan Carlos Cárdenas / Efe

El Ayuntamiento de Barcelona ha asumido este reto con determinación, desplegando estrategias pioneras que han situado a la ciudad como un referente en el impulso de políticas feministas transformadoras. La aprobación de un reglamento de igualdad de género vinculante, la estrategia contra la feminización de la pobreza, la promoción de un urbanismo con perspectiva de género, la elaboración de presupuestos que incorporan criterios de equidad o la puesta en marcha de la unidad contra el tráfico de seres humanos son ejemplos concretos de un compromiso político que va más allá del simbolismo y que son más allá del simbolismo.

Este enfoque, que bebe de la experiencia de décadas de luchas feministas, también se enmarca en un contexto global donde el feminismo se convierte en un eje central de las políticas de las grandes ciudades. Los planes de igualdad municipales han ido ganando ambición desde los años 2000 bajo el influjo de la Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekín en 1995, pero ha sido a partir de 2015, con la aprobación de la Ley catalana 17/2015 de igualdad efectiva entre mujeres y hombres, cuando el compromiso municipal se ha alcanzado.

El auge de la extrema derechaplantea nuevos retos que requieren respuestas valientes y determinadas

Si existe un elemento que vertebra cualquier sociedad que aspira a ser democrática es la garantía de igualdad para todas las personas. Cuando el feminismo se despliega como motor de transformación, la sociedad en su conjunto avanza hacia un modelo más justo, más equitativo y más digno, en el que la redistribución del poder y de las oportunidades permite construir comunidades más cohesionadas y resilientes.

Sin embargo, este compromiso con la igualdad se despliega en un momento en que el auge de la extrema derecha, con discursos que banalizan las desigualdades y que intentan deslegitimar las reivindicaciones feministas con el uso de fake news y verdades alternativas, plantea nuevos retos que requieren respuestas valientes y determinadas.

Ante este escenario, se hace más necesario que nunca fortalecer las estructuras institucionales que garantizan la igualdad, consolidar los mecanismos que protegen los derechos de las mujeres y seguir desplegando políticas que corrijan las desigualdades y transformen las condiciones que las hacen posibles. Como afirmaba Simone de Beauvoir, “sólo cuando las mujeres se reconocen a sí mismas como seres libres y plenos, al margen de las miradas que las encasillan, es posible avanzar hacia una sociedad donde la igualdad sea una realidad indiscutible”.

La plena igualdad de género no se alcanzará hasta 2154, según Naciones Unidas

Las previsiones de Naciones Unidas señalan que la plena igualdad de género no se alcanzará hasta 2154 si se mantiene el ritmo actual, un dato que nos interpela y nos obliga a acelerar los procesos de cambio. Barcelona ha demostrado que es posible avanzar con fuerza cuando existe voluntad política y determinación para situar el feminismo en el centro de la acción pública y este compromiso debe seguir creciendo para garantizar que ninguna regresión política ni social pueda borrar las conquistas alcanzadas. La igualdad no es sólo una aspiración, es el fundamento imprescindible de una democracia plena.

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