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Maestra y modelo de OnlyFans: ¿dónde acaba lo privado?

Polémica en Italia

División en Italia ante el caso de una docente apartada tras descubrir que ganaba dinero con fotos eróticas la plataforma para adultos

Elena Maraga, profesora y culturista italiana con cuenta en OnlyFans

Elena Maraga en el gimnasio, como muestra en Instagram

Instagram

¿Una profesora es libre de hacer lo que quiere cuando no está trabajando? Esa es la pregunta que se ha hecho una maestra de una clase de infantil en una escuela del Véneto, la región del nordeste italiano, descubierta —por una madre— publicando fotos eróticas en OnlyFans, la plataforma fundada en 2016 que permite compartir contenido sexualmente explícito a cambio de dinero.

El caso ha dividido a los padres del centro, a sus compañeros y ha abierto un debate que va mucho más allá de un escándalo de provincia. En pocos días, la historia se extendió por toda la provincia de Treviso, el próspero territorio del vino espumoso prosecco, y luego por toda Italia.

La escuela, de carácter religioso, la apartó del aula alegando que había vulnerado una cláusula de conducta moral

La escuela, de carácter religioso, la apartó del aula —aunque sin una suspensión formal— alegando que había vulnerado una cláusula de “conducta moral” prevista en su contrato. Todo ello a pesar de las protestas de varias familias que valoran su trabajo. “Yo, sin embargo, no recuerdo haber firmado nada en el contrato que hablara de la necesidad de no publicar contenido en redes sociales”.

El asunto es lo bastante serio como para que el Ministerio de Educación haya encargado a una comisión la revisión del “Código de conducta nacional para empleados públicos”, con el objetivo de introducir una sección específica dedicada a los docentes y al uso de redes sociales, “a fin de preservar el prestigio y la imagen de la institución escolar”.

Elena Maraga en una de sus fotos de Instagram

Elena Maraga en una de sus fotos de Instagram

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A las pocas horas, el nombre —y, por supuesto, las imágenes— de Elena Maraga, 29 años, aficionada al culturismo y residente aún en casa de sus padres, se hicieron virales. Bajo los focos, Maraga no dio un paso atrás. Al contrario: defendió su decisión. “Soy adulta y consciente de lo que estoy haciendo con mi cuerpo”, afirmó en una entrevista al Corriere del Veneto .

“¿Qué hay de malo? Soy una educadora que cuida de niños y el resto de tiempo hago lo que quiero”

Una vez expuesta, Maraga planteó una pregunta que Italia no ha dejado de hacerse desde entonces: “Me gusta ser maestra, pero tengo derecho a una vida fuera del aula. Pensé que mi cuerpo es bonito de ver y subí mis fotos. ¿Qué hay de malo? Soy una educadora que cuida de niños”, mientras que “en el resto de mi vida hago lo que quiero. En la medida en que realizo bien mi trabajo y transmito valores comunes a los niños, no veo el problema”.

Otro asunto que ha puesto sobre la mesa es el de los sueldos. En Italia, los profesores están muy mal pagados, y ella no es una excepción. “Como docente –comparó–, gano entre 1.200 y 1.300 euros al mes. En la plataforma, alcanzo esa cifra en un solo día”.

La joven también señaló la hipocresía del caso: “No sé qué es peor, si yo que vendo fotos de pago o el padre que, con un hijo y una esposa, se suscribe por la noche a mi perfil”. El moralismo —sobre todo en una escuela católica— ha quedado en entredicho. Maraga es muy querida por los niños, y unas treinta familias del centro han escrito una carta al director en su defensa.

“Sé que es una escuela católica, esa es la trampa. En ese sentido sabía que, tarde o temprano, esta elección podía causarme problemas. No me he avergonzado y no me avergüenzo de lo que he hecho. Hay fotos de desnudo, pero no son pornográficas”, ha explicado Elena Maraga.

En la práctica, los responsables del colegio le han planteado una disyuntiva: o la enseñanza, o su perfil. Una elección que Maraga no parece dispuesta a hacer. Para ella, las dos actividades no son incompatibles: “Quiero seguir enseñando, pero me dolería tener que bloquear este lado de mí que solo consigo expresar con esta cuenta. La sociedad no lo permite, y eso va en contra de quien soy”.

La batalla es cultural, pero también legal. Maraga confía en alcanzar un acuerdo con el centro, pero su abogado ya ha dejado claro que no hay base para sanciones: “La actividad que ella realiza no repercute en su desempeño laboral, y por tanto no puede haber ningún poder sancionador de tipo moral”.

Su perfil, mientras tanto, se ha convertido en uno de los más vistos de Italia.

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