Con cada nueva estación, las grandes marcas de ropa presentan nuevas colecciones para la siguiente temporada. La fast fashion o moda rápida se ha convertido en un problema global: la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, tan solo por detrás de la industria petrolera, según informan las .
Además, los revelan que ahora compramos un 60% más de ropa que hace diez años: eso significa que tenemos 5 veces más ropa de la que tenían nuestros abuelos. Esta acumulación es otra de las consecuencias de la moda rápida, un modelo de producción basado en la reducción de los costes, la baja calidad de la ropa y peores derechos para las trabajadoras de la confección, que en su gran mayoría son mujeres.
Para obtener los materiales, procesar los tejidos, confeccionar la ropa y distribuirla hasta las tiendas se consumen toneladas y toneladas de recursos materiales y energéticos. Así, todo el proceso de producción y comercialización de la ropa produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales juntos, por ejemplo.
La contaminación de la moda, en cifras
Según los datos de Naciones Unidas, el sector textil es responsable del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, que provocan un aumento de la temperatura del planeta y agravan las consecuencias del cambio climático. Además, se calcula que el 30% de los residuos plásticos en los océanos proceden también de esta actividad.
Para fabricar una sola camiseta de manga corta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua limpia, lo que equivale a las necesidades de agua potable de una persona durante dos años y medio; mientras que el proceso de confección de unos vaqueros consume unos 7.500 litros de agua, el equivalente a lo que bebe una persona adulta en siete años.