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Tiene 70 años y lleva 1.300 kilómetros andados, tras hacer el Camino de Santiago: “Seguiré hasta donde den mis fuerzas”

'Después de los 60'

Tras una vida volcada en su trabajo y una jubilación anticipada que le cambió la vida, Ximena Costales viajó de Ecuador a Europa e hizo el Camino de Santiago con 62 años

Ya en la setentena, reflexiona sobre el sentido de su vida y valora dedicar tiempo y esfuerzo a su entorno y a sí misma. “He descubierto que se me abren una infinidad de caminos y que se me pueden seguir abriendo muchos más”, dice

Ximena Costales

Ximena Costales

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Ximena Costales es historiadora, pero más que dedicarse a la historia siempre quiso tratar de contribuir a ella. Por eso decidió trabajar toda su vida al lado de mujeres víctimas de violencia de género, personas indígenas, personas con discapacidad, con VIH o sida e incluso algunas privadas de libertad. Su último trabajo fue como Subsecretaria de Estado para la Rehabilitación Social en los centros de adolescentes infractores en el Ministerio de Justicia de Ecuador. Pero un accidente la forzó a solicitar la jubilación anticipada por invalidez en 2010, con 59 años. Entonces su vida dio un vuelco. “Comenzaba una existencia totalmente diferente en la que me propuse dedicar tiempo y esfuerzos a los que amaba”, explica, ya cumplidos los 70 años.

Este imprevisto le sirvió a esta ecuatoriana para dedicar mucho más tiempo a su padre, historiador y científico social que vivió hasta los 91 años y que estuvo activo hasta una semana antes de su muerte. “Para mí, es un ejemplo, y eso marcó mi decisión de no aceptar la derrota frente a la vejez en un país pobre, que hace gala de inclusión con los jóvenes y desprecia abrumadoramente la experiencia y la sabiduría de la tercera edad”.

No acepté la derrota frente a la vejez en un país pobre que desprecia la experiencia y la sabiduría de la tercera edad

Ximena Costales70 años

Y eso hizo: dos meses después de la muerte de su padre, en 2016 y teniendo ella 62 años, viajó a Europa para explorarse a sí misma. “Decidí dejarme llevar por el anhelo de descubrimiento, sin derrotero ni límites”. Tanto es así que hasta la invadió un enorme misticismo que la llevó a decidir realizar el Camino de Santiago, después de un sueño con su padre que le abrió los ojos. “Me sentí convocada a hacer este ejercicio profundo de encuentro con la historia y con el propio sentido de mi vida”, explica Ximena. Comenzó su versión libre de peregrinaje, en la que decidió no seguir los caminos tradicionales, sino ir por el libre para “entender la geografía y la historia profunda de lo que me rodeaba” y “dejar que su propia alma la guiara”.

Pese a que Ximena no pudo recorrer los 790 kilómetros a pie desde Saint Jean de Luz a Santiago de Compostela debido a su lesión de espalda, mantuvo un firme compromiso que continúa estirando hoy en día. “Me prometí caminar ese número de kilómetros poco a poco a mi regreso a Quito, y desde entonces he seguido con esa práctica”, subraya. Desde entonces lleva caminados un total de 1.300 kilómetros, 500 más que su meta inicial, y presume de no tener freno. “Aún no he terminado ese recorrido, y ya veremos hasta dónde dan mis fuerzas”.

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La experiencia vivida en el Camino le supuso un gran encuentro consigo misma, y con los apuntes y notas que había tomado, empezó a escribir un libro. Fue en 2020, cuando la pandemia nos encerró a todos en casa, cuando Ximena dedicó dos años de soledad a escribir. Ya lo tiene terminado y corregido, listo para editar, pero lamenta que es complicado publicar en su país. “En Ecuador es difícil que alguien quiera editar algo en un país con un escaso número de lectores; y también lo es que una abuela sencilla como yo pueda financiar una edición”.

También a los 65 escribió cuentos —Amanda y la mariposa dorada— en formato de relato corto, en los que le explica a su nieta su árbol genealógico. “Incluí ilustraciones hechas por mis hermanos y sobrinos para que el texto fuera un tesoro familiar”, matiza, y hasta pudo leerlos en la escuela de su nieta, contribuyendo y motivando a las familias para que se lanzaran a descubrir su pasado familiar. “Ahora cada uno de ellos es capaz de reconocer al menos cuatro de sus apellidos en orden”, dice, orgullosa.

En Ecuador es difícil que una abuela sencilla como yo pueda financiar una edición

Ximena Costales70 años
Ximena Costales

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La edad tampoco ha sido un interrogante para esta historiadora, que no ha dejado de formarse y desarrollar sus capacidades intelectuales en todo este tiempo. A los 61 se graduó en la Maestría en Seguridad, Paz y Defensa en el Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador, y aceptó tanto la cátedra de Historia y Cultura como la dirección del Club de Lectura para un programa especial de la Escuela Superior Politécnica del Ejército (una prestigiosa universidad ecuatoriana que apoya a militares retirados y a sus esposas para que pudieran continuar formándose).

“Fue una experiencia tremendamente enriquecedora, en parte porque yo también era una jubilada y buscaba dotar de sentido a lo que me restaba de vida”, explica. Según ella, nunca ha sentido el estigma de la edad por parte de los demás, algo que ella asocia a tener una personalidad intensa y al anhelar hacer cosas que poca gente hace. “Quizás por eso los demás me ven con cierto respeto y con un espíritu más juvenil, como diciendo: es una persona que hace cosas difíciles y que no se deja vencer por la edad”.

La vida me parece muy corta para todo lo que quisiera aprender

Ximena Costales70 años
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Cumplida la setentena, sigue compartiendo sus conocimientos a través de videoconferencias, y continúa siendo parte activa del Consejo Técnico del Instituto Iberoamericano de Justicia. Además, hace unos meses empezó a formarse a distancia como Egiptóloga en la Universidad de Barcelona, y es algo que seguirá haciendo “mientras me queden fuerzas y lucidez suficiente, sin importar el tiempo que me tome conseguirlo”.

Pero Ximena también se ha dado cuenta que en su desarrollo vital no todo es la formación, y ha encontrado nuevas aficiones que nunca antes hubiera pensado. Ha aprendido a desenvolverse en la cocina, cultiva plantas en un miniinvernadero que tiene junto a su estudio, realiza algunos trabajos de pintura y está aprendiendo la lengua Quichua. “Lo último que se tiene que perder es la capacidad de resiliencia y la esperanza, he descubierto que se me abren una infinidad de caminos y que muchos más se me pueden seguir abriendo, y tengo la oportunidad de hacer cosas que antes no podía hacer porque estaba demasiado ocupada en este compromiso con la gente”, dice.

Solo a esta edad me expreso libremente en los campos artísticos, antes era una intelectual

Ximena Costales70 años

Además, también le apasionan la lectura y los libros, los adornos florales y disfruta de realizar la decoración de tradiciones como las mesas de Navidad o el Día de Difuntos. “Solo a esta edad me expreso libremente en estos campos, porque antes era básicamente una intelectual; la vida me parece muy corta para todo lo que quisiera aprender”.

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