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Karra Elejalde, actor, 64 años: “Es importante aprender a vivir la soledad porque venimos solos al mundo y también nos vamos solos”

Vips Séniors

Ganador de dos Goya a mejor actor de reparto y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el actor vasco estrena ‘Tierra de nadie’, “una road movie a pie”, dice, en la que pasa media película escapando

“La amistad no puede ser ficticia, surge de vivencias y yo tengo la suerte de haber tenido muchas”, apunta Elejalde

Karra Elejalde, actor

Karra Elejalde, actor.

Trama films

Hay entrevistas que cuestan más que otras. El primer intento de hablar con Karra Elejalde (Vitoria, 1960) acaba cancelado porque una tormenta en Molins de Rei, donde vive, complica la cobertura. Al segundo intento, y aunque la lluvia sigue haciendo de las suyas, se escucha ya con claridad su característica voz al otro lado de la línea. “A ver qué tal se portan las interferencias hoy”, dice. Aunque asegura que cada vez piensa más en la jubilación, Elejalde parece en un estado de gracia permanente, capaz de hacer reír, llorar, conmover o dar miedo con aparente facilidad.

El intérprete vasco asegura que huye del encasillamiento y que le encanta “hacer personajes que estén en las antípodas de mi manera de ser y de pensar”. Pero, matiza, “nunca participo en proyectos cuya ideología o sentido ético y moral no comparto”. Tras su proyección en el Festival de Málaga, el 28 de marzo estrena su último filme, Tierra de nadie, de Albert Pintó, donde da vida a un narco a la antigua, amigo de un guardia civil interpretado por Luis Zahera. “Estoy muy contento con el resultado, el equipo es maravilloso y creo que va a gustar mucho”, asegura.

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¿Cómo recuerda su infancia? ¿Cómo era de niño?

No tengo un recuerdo de la niñez muy bonito, por varias razones. La primera, yo padecía de asma desde niño, estuve varias veces a punto de morirme, así que mi madre no me dejaba jugar, no me dejaba sudar. Vivíamos en un pueblo en Guipúzcoa que, por su configuración, había muchas corrientes de aire, y mi madre me reñía y me daban los azotes si me veía correr o sudar. Por otra parte, mis padres tenían un negocio, una taberna donde daban comidas. Y creces en un sitio de estos, pues mira, tus amigos están jugando en el frontón y tú haciendo pinchos, o ayudando en la barra, o en la cocina. O sea que fue una infancia, no voy a decir que infeliz, pero sí relativamente sufrida.

Tierra de nadie parece, sobre todo, un canto a la amistad. ¿Cómo la ve usted?

Yo digo que es una oda la amistad. En la película soy un narco a la antigua, de estos de tabaco Winston americano, batea y chocolate, que antes fue entrenador de un equipo de fútbol, donde el capitán del equipo es guardia civil, y teníamos una especie de aguador, un niño que iba por los balones, que ahora es depositario judicial. Los tres tenemos una amistad de antiguo. Pero la amistad cuando se ve realmente es, sin hacer espóiler, en momentos de guerra.

Karra Elejalde, en el centro de la imagen

Karra Elejalde, en el centro de la imagen.

Cedida

La amistad para mí es vital, tengo la suerte de tener muy buenos amigos

Karra Elejalde

La verdad es que es un filme muy completo, hay drama, acción, y es un thriller, entre comillas, bonito.

Y no exento de crítica social. Porque estamos viendo en la vida real que la infraestructura de los narcos excede en mucho a la de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para luchar contra ellos. Somos la puerta de Europa y no tenemos la infraestructura que tienen ellos, con lo cual, tenemos un problema grave que se está agravando.

¿Qué importancia ha tenido para usted en la vida la amistad?

Para mí es vital y tengo la suerte de tener muy buenos amigos de verdad. Aunque no la cultivo todo lo que me gustaría porque tengo mucho curro, soy muy cariñoso con ellos. De los vascos suelen decir que somos un poco fríos al principio, pero también que tienes un amigo vasco, lo tienes para toda la vida. La amistad no puede ser ficticia, surge de vivencias y yo tengo la suerte de haber tenido muchas y de ir haciendo amigos. No sé qué pasa, si soy gracioso o caigo en gracia…

¿Su truco para hacer amigos?

Acordarte de las y los compañeros, acordarte de la gente.

Es importante aprender a vivir la soledad porque solos venimos al mundo y casi que nos vamos solos

Karra Elejalde

Su personaje vive solo, pero no parece sentirse solo. ¿Qué importancia tiene saber vivir en soledad?

Depende. Si le preguntas a un taxista cómo lo lleva esperando a que le toque cargar a un pasajero, alguno tendrá una tablet, a otro le gustará leer, escuchar la radio o jugar al Tetris y habrá otro que se muera de asco. Los actores pasamos muchas, muchas horas de soledad en los hoteles. Yo tengo aficiones, me gusta pintar, leer, escribir… La soledad la combato de ese modo. Es importante aprender a vivir la soledad porque solos venimos al mundo y casi que nos vamos solos. Si tienes ilusiones y hobbies, ayuda mucho.

De este personaje, ¿qué ha aprendido?

No sé si hay que aprender de los personajes. Es decir, este personaje lo he creado yo, con las directrices del director como Albert Pintó, que me ha parecido una maravilla. Los personajes nunca pueden exceder a la persona, o al final ocurre que Chanquete acaba siendo más famoso que Antonio Ferrandis.

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¿Cómo se plantea cada personaje, es actor de método?

No, yo no soy de academia, ni de West Point, soy cofundador de cuatro grupos de teatro y he ido haciéndome poco a poco como actor. El teatro es el taller donde se hace el actor. Los personajes no los inventa uno, hay un guionista que los escribe. De ahí extractas el carácter y el modo de ser, las circunstancias que está viviendo, también ideológicas, éticas, morales. Por otro lado, no estás solo, te ayudan los cambios físicos. En Tierra de nadie, llevo esas barbas, los tatuajes… Yo soy tan calvo, ni fumador de pipa, ni tengo tatuajes por todo el cuerpo. Por eso siempre digo que yo no construyo a los personajes, hay maquillaje, vestuario… Se hace todo en equipo. En el cine todo es una labor de muchas personas, aunque las caras que veáis sean las de los actores y las actrices.

Tiene una cosa como de actor absoluto, capaz de darnos miedo, conmovernos, hacernos reír…

A mi entender, eso es ser actor. Por eso me niego a hacer siempre el mismo personaje. El encasillamiento nunca viene de fuera, es de uno. Si uno acepta hacer siete veces de taxista porque hizo un taxista muy bien, pues te estás encasillando tú. Hay actores que se especializan en hacer humor y ese es su lugar de confort donde se sienten resolutivos, solventes. Yo he intentado cubrir todo el espectro, así también se multiplican por dos las posibilidades de trabajar. Me gusta mucho cambiar y, de hecho, con mi representante Lourdes Jurado, es algo que decidimos promover en mi carrera. Me gusta moverme, el ritmo, soy juguetón, me gusta echarme al vacío. Y no me asusto. Ya sea en La madre muerta o como haciendo de Unamuno. Hago personajes muy distintos porque me gusta.

Cada vez pienso más en la jubilación, nos hacemos mayores

Karra Elejalde

No le va mal, no para de trabajar. ¿Piensa alguna vez en la jubilación?

Cada vez pienso más en la jubilación.

¿En serio?

Sí, cada vez nos hacemos más mayores. Esta película, por ejemplo, ha sido muy física. Rodábamos en las marismas de Barbate, donde había unos lodos que son como Superglue. Intentabas sacar el pie y se te quedaba la bota adentro. Me pasó media película escapando y tenía que ir con mogollón de fuerza. Me daba pánico acabar con una hernia inguinal. Yo digo que esta película era una road movie a pie. Yo estoy muy contento con el resultado, el equipo es maravilloso y creo que va a gustar mucho.

¿Se plantea alguna vez un cambio, como dirigir en solitario?

Me siento más solvente como actor y luego está el tiempo… Para levantar una película son como mínimo dos años. Para un protagonista, siete u ocho semanas. Yo no quiero sobresaltos, ni mala vida.

Cuando acabas algo y miras al teléfono y no suena, te empiezas a preocupar

Karra Elejalde

¿Cómo elige las películas?

Como para andar eligiendo… Casi siempre, cuando llega un proyecto dices, bendito sea. Ahora también te digo una cosa, nosotros somos un poco somos un poco raretes. Cuando acabas algo y miras al teléfono y no suena, te empiezas a preocupar. Esta es una profesión de putas, total. Ahora, también te digo una cosa, puedo hacer personajes que estén en las antípodas de mi manera de ser y de pensar, pero nunca participo en proyectos cuya ideología o cuyo sentido ético y moral no comparto.

¿Le sigue gustando salir de fiesta?

Eso también cambia. Ahora salir se te hace más cuesta arriba. Las fiestas te las haces en casa. Ir a una discoteca a la una de la madrugada, para mí a día de hoy, es horrible. Está la gente toda puesta y se ponen muy pesados.

¿Y cómo se cuida?

Poco. No me soy un pureta, ni una persona obsesionada con eso. Cuando estoy jodido voy al médico. Esta es una profesión muy esclava, muy absorbente que te deja poco tiempo para tu familia y poco tiempo para tu salud, también.

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Entonces lo de conciliar, ¿cómo lo llevas?

Pues es complicado. Se te puede morir tu madre y tú trabajando sin poder ir. Y papá siempre está trabajando y nunca está aquí cerca… Así que me he perdido muchas cosas bonitas con mi hija, con familiares, con compañeros. Así que sí, es una profesión que es muy absorbente.

Y, además, muy expuesta.

Totalmente. Siempre estás en el disparadero. Pero también te digo que con la edad acabas teniendo menos tensiones o miedos. O quizá vas cogiendo más seguridad y ya tienes el culo pelado. Al principio, cuando hacía teatro o cine, siempre estaba preocupado. A medida que vas haciéndote mayor, pues vas resolviendo con más solvencia las cosas.

La rebeldía es un leitmotiv y un motor de la creatividad

Karra Elejalde

¿Trata bien la industria del cine a los actores y a las actrices veteranos? ¿Hay diferencias en cuanto al sexo?

En lo referente al trato humano sólo faltaría, pero en esta profesión, como en todas, las mujeres suelen cobrar menos. Aunque cada vez hay más guionistas y directoras mujeres, y es muy buena noticia. Si los guiones los escrito un chico, generalmente hay más presencia masculina y se hablan de temas masculinos. Lo deseable sería, al igual que en todo lo demás, irlo equiparando para que haya más presencia femenina en todo. Pero esta pregunta deberían responderla las mujeres de la industria.

Desde fuera le vemos como un rebelde. ¿Se siente así?

Sí, siempre he sido rebelde, así que lo puedes decir tranquilamente. Para mí, la rebeldía es un leitmotiv y un motor de la creatividad. Lo sería si fuera poeta, pintor o cualquier otra cosa. Y lo seguiré siendo, porque me rebelo ante las cosas que no me gustan, y hay demasiadas últimamente. Este mundo empieza a dar asquito.

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¿Qué le preocupa de las cosas que están pasando por el mundo?

Me preocupan muchas cosas, demasiadas, en lo político, en lo humano, en lo educacional, Donald Trump en América… No me gusta el mundo tal como es. Hubo otro tiempo en el que éramos más románticos, militábamos políticamente, creíamos en la revolución. Ya nadie habla de revoluciones. Sé que es difícil, pero como soy un rebelde con causa, intento conjurar la tremenda fuerza del humor. Porque con el humor se puede subvertir el orden establecido, se puede ganar.

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