Ser agradecido protege el cerebro, disminuye el nivel de estrés, mejora el sueño y rebaja el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, entre otras muchas cosas. Se desconoce - es cierto - el mecanismo exacto por el que la gratitud mejora el pronóstico en tantos aspectos y contribuye a la longevidad, pero cada vez son más los estudios que confirman esta relación. El último, de la Universidad de Harvard, asegura que la gratitud mejora la felicidad y aumenta nuestra esperanza de vida.
“Nuestro estudio —explica a bet365 Ying Chen, científica de la Facultad de Salud Pública de Harvard e investigadora principal de este estudio— sugiere que las personas con una mayor predisposición a la gratitud tienen un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa. Nuestra hipótesis es que la gratitud puede influir directamente en la salud física al promover estilos de vida saludables y reducir de manera indirecta el riesgo de enfermedades mentales, y aumentar las relaciones y el apoyo social”.
Las personas con una mayor predisposición a la gratitud tienen un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa
Este estudio, que analizó datos de más de 49.000 mujeres con una media de edad de 79 años, mostró que las participantes con mayor sentimiento de agradecimiento en un índice específico, tenían un 9% menos de riesgo de mortalidad por todas las causas durante los cuatro años siguientes al estudio. Según indican los resultados, el agradecimiento protegería contra todas las causas de mortalidad estudiadas, y en especial las enfermedades cardiovasculares. “Esta asociación es más fuerte que con otras causas de muerte —explica Ying Chen—. Nuestra investigación indica una asociación que no debe interpretarse necesariamente como causalidad. Se necesitan más estudios para determinar si esta relación es causa”.
En esta misma línea habla Manuel Vázquez Marrufo, catedrático de psicobiología de la universidad de Sevilla. “La gratitud le sienta bien al cerebro. No se conoce con exactitud si desencadena mecanismos de neuroprotección, pero es un sentimiento que tiene un efecto reforzante”. Este profesor nos explica qué sucede dentro de nuestro cuerpo cuando somos agradecidos y qué componentes se liberan en el cerebro. “Cuando experimentas la gratitud, se liberan compuestos como las endorfinas o la dopamina, que son sustancias que proporcionan placer y refuerzo de nuestras conductas. Las endorfinas alivian el dolor. Son nuestros opiáceos endógenos y una puerta trasera de comunicación entre el sistema inmune y nervioso, y el motivo, incluso, de que mejoremos en enfermedades como un resfriado o una gripe”.
Cuando experimentas la gratitud, se liberan compuestos como las endorfinas o la dopamina, que son sustancias que proporcionan placer y refuerzo de nuestras conductas
Vázquez Marrufo nos explica como en sus clases los alumnos se sorprenden cuando les explica que nuestro cuerpo produce opiáceos. “No somos adictos porque se sintetizan rápido y en dos minutos se degradan. Y esto pasa porque nuestro cuerpo es inteligente. Tenemos nuestro sistema de anestesia o analgesia, pero sin ser dependientes”.
Otra de las especialidades que estudia esta relación entre la gratitud y la salud física y mental es la psicología. “Si hablamos de bienestar mental, —nos explica Rocío Trillo, psicóloga y responsable de los programas de Inteligencia Emocional y Psicología Positiva del Instituto Europeo de Psicología Positiva— ser agradecido actúa como un amortiguador contra el estrés y la negatividad, ayudando a las personas a centrarse en lo positivo en lugar de quedarse atrapadas en ciclos de pensamiento negativo. La gratitud disminuye significativamente los niveles de ansiedad y mejora el estado de ánimo general”.
Los riesgos de ser (demasiado) agradecido
Esta psicóloga también avisa de los riesgos de no ejercitar la gratitud de una manera equilibrada. “Hay que tener en cuenta el uso que hacemos. Si la utilizamos en exceso o por defecto deja de tener beneficios relacionados con la salud”. Nos pone un ejemplo. “Imagina que la gratitud está tan interiorizada que la utilizamos mucho. Esto hace que tengamos dificultad a la hora de movilizarnos, porque parece que todo nos viene dado y que no tenemos el mando de nuestras decisiones. Da la sensación que nos sentimos en deuda y es un sentimiento desagradable”. La investigadora Ying Chen también avisa sobre este tema: “En ciertos casos, la gratitud podría afectar la autonomía de una persona y reforzar relaciones jerárquicas”.
La experta en psicología positiva explica que todos tendríamos que practicar la gratitud, pero especialmente los mayores, porque se ha demostrado que los que tienen niveles más altos de gratitud bajan los biomarcadores relacionados con el envejecimiento y las enfermedades crónicas.
Si la utilizamos en exceso o por defecto deja de tener beneficios relacionados con la salud
ESTUDIO DE LAS MONJAS
En 1986, un grupo de psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte decidió estudiar los efectos del Alzheimer en un grupo de monjas. Se eligió una comunidad de Minnesota, en Estados Unidos, con 670 religiosas. Y aunque el estudio aportó datos relevantes para las investigaciones sobre esta enfermedad, lo sorprendente fue la relación que se halló entre longevidad y nivel de felicidad.
Se analizó los textos que 180 novicias habían escrito, a petición de la madre superiora, explicando los motivos para su ingreso en la congregación. Los científicos comprobaron que las monjas que habían empleado un número más alto de términos positivos en sus escritos vivieron un promedio de siete años más que las que habían sido menos optimistas.
¿Cómo se practica la gratitud?
Algunos consejos
Aunque la gratitud es una actitud, hay distintos ejercicios que podemos realizar y nos pueden ayudar a cultivar o desarrollar esta fortaleza. Cuando se hacen investigaciones, según explica el catedrático de la Universidad de Sevilla, lo que se plantean son unos cuestionarios con una serie de preguntas sobre cómo se vive la vida en general: se les pregunta sobre el dolor que puedan tener, la energía que sienten cuando están motivados, el nivel general de satisfacción que experimentan…
“Son cuestionarios observadores y los responde la propia persona. Se ha visto que los sujetos que puntúan alto en gratitud, normalmente tienen un procedimiento como dar las gracias antes de ir a la cama o hacer diarios de gratitud. Quien hace esta higiene todos los días, parece que tiene unos valores de gratitud mayores y son los que se benefician luego a nivel de salud”. ¿Y qué podemos hacer nosotros para mejorar este aspecto? La psicóloga Rocío Trillo nos da tres ejemplos.
Tres ejercicios para practicar la gratitud
- El diario de gratitud: consiste en anotar tres cosas cada día por las que nos sentimos agradecidos. “Esta práctica continuada - nos dice - reporta unos niveles superiores de bienestar, e inferiores de estrés”. No se recomienda hacerlo a diario durante un largo periodo de tiempo, puesto que se convertiría en un ejercicio automático. Antes de que esto suceda, es mejor espaciar a solo unos días a la semana.
- Escribir una carta de agradecimiento a otra persona. “No es necesario enviarla, ya que solo el hecho de escribirla reporta beneficios. Puede ser una práctica bonita para mejorar los vínculos personales, pero a veces lo podemos hacer para agradecer algo a alguien con quien no tendremos oportunidad de contacto”.
-Escribirnos una carta a nosotros mismos. “A veces nos tratamos mal y enviarnos una carta es una buena manera de ayudar en este proceso”.

Escribirnos una carta a nosotros mismos es un buen ejercicio para practicar la gratitud.
Esta psicóloga nos explica también cómo se utiliza este método para tratar la depresión, la ansiedad o el estrés. “Es un complemento a la intervención base, pero ha ayudado mucho en la atención de las personas que están en bucles negativos, porque con estas prácticas de gratitud rompes esta dinámica y te ayuda a solventar el problema. Además, se mejora la adherencia al tratamiento”.