“Antes estaba esto de ‘¿Estamos mal? ¡Vamos a tener un hijo1’; ahora ocurre el ‘¿Estamos mal? ¡Vamos a abrir la relación!’. Hay parejas que tienen un conflicto latente muy grande y piensan que abrir la relación les va a servir para solucionarlo. Eso no va a pasar”, dice Sandra Bravo, periodista, terapeuta especializada en no monogamias e impulsora del proyecto . En su experiencia, “los casos en los que sí funciona abrir una relación son aquellos en los que no se está utilizando esto como parche o para evitar problemas, sino en los que es algo que les apetece, sienten que les va a enriquecer y aportar experiencias satisfactorias, aunque puedan removerse cosas a nivel emocional”.
Por curiosidad, por querer experimentar, por una inquietud de una de las dos partes o por sentir que la relación necesita aire fresco: ¿Cuándo puede ser una buena idea abrir una relación monógama y cuándo no? ¿Cómo podemos saber si nuestra pareja está preparada para dar ese paso, si es algo que nos puede hacer crecer o si, en cambio, no es lo que realmente necesitamos?
Abrir una relación no significa que la vida se vaya a convertir en una gran orgía; ni que todo vaya a ser un drama absoluto que traerá muchos problemas

Sandra Bravo, periodista y autora del libro 'Todo eso que no sé explicarle a mi madre'
Antes de abrir una relación monógama -sugiere Bravo- es importante hacerse una pregunta aparentemente obvia, pero que muchas veces se ignora: ¿Por qué y para qué queremos abrir nuestra relación? “Si nos respondemos con sinceridad a esta pregunta y se lo compartimos a nuestra pareja, a lo mejor podamos ver que no estamos en la misma página; o que nuestra relación no está bien y que lo mejor va a ser arreglar esos problemas preexistentes, atender esas heridas que nos hemos hecho, antes de incluir más personas en la ecuación, que suponen más miedos, más intimidades, más deseos, más anhelos, más expectativas”.
Los motivos pueden ser muchos: “Hay gente que de repente se ha enamorado de alguien y que, para no dejarlo con su pareja, se plantea abrir la relación, pero no porque quiera tener una relación abierta en sí. También hay quien se siente abrumada, porque su pareja le pide una intensidad emocional y sexual que no quiere atender, y piensa que, al haber otras personas, esta puede ser una forma de reducir esa intensidad. O puede ser porque es una relación que funciona muy bien pero que a lo mejor está cansada de su sexualidad. O que simplemente se quiera experimentar lo que significa estar con más personas sexual o emocionalmente. Poner sobre la mesa nuestros motivos es un primer paso necesario”, dice la periodista.
¿Cuándo puede ser un buen momento plantearle a nuestra pareja que queremos dar este paso? “Si a ti te nace la necesidad, y es algo que ha madurado dentro de ti, yo creo que cuanto antes se lo plantees a tu pareja, con cariño y explicándote de la mejor manera que puedas, más fácil va a ser para todas las partes”, sostiene Bravo y apunta: “Muchas veces, las películas que nos montamos hacen que la gente abra una relación pensando que de repente su vida se va a convertir en una gran orgía, exenta de problemas, donde todo va a fluir perfectamente. También hay otra que piensa que será un drama absoluto, que traerá muchos problemas. El mapa de las relaciones no monógamas aún es escaso”.
Para Bravo, antes de avanzar, es importante que estén “todas las emociones puestas sobre la mesa, habladas”. Ella acompaña a muchas parejas en este recorrido. “Creo que el acompañamiento terapéutico muchas veces puede ayudarles a escucharse, a ordenar un poco el proceso, con una persona que además entiende el lenguaje, que puede intuir un poco los procesos y los lugares por los que pasan las personas que hacen un cambio de paradigma tan grande”, explica.
No solo se trata de cuándo empezar o no una relación abierta, sino también de cuándo seguirla o no. Los acuerdos pueden ir cambiando...

Xenia y Laura, en una fotografía reciente
¿Qué pasa si la decisión surge a partir de la decisión de una de las dos partes? “Quizás tú no lo hayas propuesto, y quizás no te lo hubieras planteado nunca pero, frente a la propuesta de tu pareja digas: ‘Vamos a probarlo, aunque no haya nacido de mí’. Pero es muy distinto cuando es algo que sientes que va a ser muy doloroso, o en lo que no crees, o que sientas que atenta contra tus valores de la pareja. Lo mismo si cedes o actúas bajo coacción o manipulación, o por miedo a la pérdida de la otra persona. Evidentemente, esto va a ser muy doloroso. Tanto si estés en una pareja monógama que uno quiera abrir como si estás en una abierta que alguien quiera cerrar”, apunta Sandra Bravo.
“Yo siempre he querido experimentar lo que es una relación abierta. Incluso antes de conocer a Laura, mi actual pareja. Por eso se lo conté desde un principio. Ella no había tenido muy buenas experiencias con sus exparejas y entendía perfectamente que no quisiera hacerlo. Nunca la presioné. Simplemente quería que lo supiera”, explica èԾ, de 23 años. A los seis meses de estar juntas, fue Laura quien se lo propuso a ella.
Desde un principio, acordaron con qué cosas se sentirían cómodas y con cuáles no. “En todo momento, la prioridad era el bienestar y la comodidad de las dos. Fuimos muy de a poco, paso a paso”, asegura èԾ. Y aclara: “No solo se trata de cuándo empezar o no una relación abierta, sino también de cuándo seguirla o no. Los acuerdos pueden cambiar y hay una infinidad de acuerdos posibles. Por ejemplo, con mi pareja decidimos cerrarla hace un tiempo, porque queríamos trabajar ciertas cosas de nuestra relación que no tenían nada que ver con la relación abierta. Pero sentíamos que cerrándola por un tiempo nos podíamos centrar más en nosotras”.
Siempre he sabido que soy bisexual y a la vez tenía un novio, con el que estaba segura que quería pasar el resto de mi vida. (...) Hoy es mi socio y mejor amigo

Beatriz de la Torre es fotógrafa y productora audiovisual especializada en bodas
Sobre cuándo puede ser un buen momento para plantearse abrir una relación, èԾ lo tiene claro: “No tendría una relación abierta desde un inicio. Necesitas tiempo para realmente conocer a la otra persona, establecer buenas bases de confianza, respeto, amor, antes de empezar a experimentar con nuevos acuerdos. También hay mucha gente que recurre a ello como última opción para intentar rescatar la pasión. Pero abrir la pareja no es una solución. Si estás mal con tu pareja, lo mejor es antes trabajar para arreglar vuestros problemas, porque sino es algo que los va a separar aún más”.
“Empecé a relacionarme dentro de la no monogamia a los 16 años. Yo siempre he sabido que soy bisexual y a la vez tenía un novio, con el que estaba muy segura que quería pasar el resto de mi vida”, dice por su parte Beatriz de la Torre, de 25 años, sobre su primera relación no monógama, con quien hoy es su “socio y mejor amigo”.
Un día, decidió poner el tema sobre la mesa. “Le dije que lo quería mucho y que estaba muy enamorada de él, pero que también había toda una parte de mí que quería experimentar. Empezamos con una relación abierta. Todo fue súper fácil y cómodo. Pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que era un poco insostenible tener solo una relación abierta. Yo soy una persona muy sensible, no puedo liarme o acostarme con alguien solo a partir de una atracción sexual. Necesito mucha intimidad emocional previa, poder conocernos. Recién cumplidos los 18 años, dimos el salto al poliamor”.
Parece que se ha cambiado el ‘vamos a tener un hijo’ por ‘vamos a abrir la relación’ para arreglar las cosas
Beatriz coincide en que, antes de avanzar hacia un modelo relacional no monogámico, “lo más importante es que la pareja se encuentre en un buen momento. Abrir una relación no es para tapar un bache o solucionar una crisis. Parece que se ha cambiado el ‘vamos a tener un hijo’ por ‘vamos a abrir la relación’ para arreglar las cosas. Es lo contrario. Si no estáis en la misma sintonía, el hecho de saber que tu pareja puede estar con otra persona no va a salir bien”. También -apunta- “es clave que no solo la pareja sino que las dos personas también estén bien individualmente. Si justo alguien está pasando por un duelo, tiene problemas en el trabajo o de cualquier tipo, añadirle la gestión emocional que supone abrir la relación no va a ayudar en nada”.
La decisión de abrir la pareja -dice Beatriz, “tiene que partir de un deseo activo de las dos partes. No puede ser que uno ceda, ya sea con o sin chantaje o reproches. Las dos personas tienen que tener ganas y una visión positiva de lo que están haciendo. Y, como en cualquier otra relación, tiene que haber respeto y comunicación. Cada detalle, cada posible situación tiene que estar hablada, dejar en claro los límites y acuerdos. Es preferible ir despacio, paso a paso, respetando los tiempos de ambos”.
Ella y su actual pareja -con quien llevan más de cinco años juntos- tienen pensado casarse el próximo año. “Nos vamos a casar y sí, seguiremos siendo poliamorosos. A la gente le sorprende mucho, pero a mí me encantan las bodas, las disfruto mucho, me dedico a esto”, dice Beatriz, que es fotógrafa y tiene su propia productora audiovisual especializada en bodas.“Yo sé que quiero estar toda la vida con las personas con las que estoy. Les prometo amor eterno, apoyo, cuidados, cariño. Lo único es que no se lo prometo a una sola persona. Mi deseo, mi atracción, mi emoción no finaliza en mi pareja y futuro marido”.