Dicen que el sábado de Gloria es tiempo de silencio y recogimiento. Y eso, un respetuoso silencio, provocó ese día en un primer momento la noticia del fallecimiento de la cocinera Montse Guillén a causa del cáncer que padecía desde hace años. Pero quienes la conocían y quienes conocen también al artista Antoni Miralda, su compañero de vida y cómplice en miles de aventuras con las que acercaron arte y cocina, sabían que ni el silencio ni la oscuridad encajan con el espíritu alegre y luminoso de quien ha sido una de las cocineras más valientes, libres, divertidas, imaginativas y modernas del mundo.
El lugar para despedirla, el lunes de Pascua, tenía que ser el Food Cultura, espacio del Poblenou donde trabajaba la creativa pareja. Hasta allí se acercaron la familia y amigos de todas las edades, procedencias y profesiones. Al fondo de la gran nave, donde ella tenía una cocina repleta de objetos e ingredientes, Miralda había preparado sobre una mesa una de sus instalaciones: caminos serpenteantes trazados con granos de arroz, velas y huevos vaciados con las iniciales MG (las de su nombre y también del restaurante que Guillén abrió en la Barcelona de los 70, en la calle Mariano Cubí). La idea era usarlos como pequeños recipientes en los que servían sake o moscatel, bebidas que a ella le gustaban, para brindar, mientras los invitados compartían monas de Pascua. “Ella ya no está aquí”, decía por lo bajini Miralda en un aparte, mirando al cielo del local. “Seguro que la está liando, quizás ya prepara un asado con Francisco”.

Antoni Miralda y Montse Guillén en la última edición de los Premios Comer
Miralda, como los hijos de Montse Guillén, Marta y Alen, o sus nietos, celebraban con quienes iban llegando la suerte de haber tenido en sus vidas a una mujer extraordinaria que apuró cada instante de sus 79 años con la intensidad de quien no tiene previsto seguir los caminos establecidos, sino todo lo contrario. No dudaba el artista que se ha marchado protegida por Sant Stomak, refiriéndose a esa figura creada por ambos, custodia de la buena alimentación y la comida sabrosa, digestiva y justa, que defendieron aunando, como siempre, arte, cocina y reivindicación social. “Puede haber un momento para la reflexión pero a Montse hay que celebrarla con alegría”, decía Miralda, quien recordaba su humildad y esa “sonrisa intensa” que abría la puerta al diálogo.
Su pareka, Antoni Miralda
No dudaba el artista que se ha marchado protegida por Sant Stomak, refiriéndose a esa figura creada por ambos, custodia de la buena alimentación
“Fue una madre única que me ha dado un amor a distancia pero pleno y con un seguimiento muy bonito”, afirmó el menor de sus hijos, Alen Coll Guillén, quien recordó que ante todo lo malo siempre lo animaba a dar la vuelta a la tortilla para sacar lo mejor. “Tenía una creatividad desbordante, capaz de sacar de un agujero negro un mundo multicolor”. Fue una madre atípica, “uno de esos calidoscopios con mucha luz y muchos colores; una mujer pionera, rompedora, valiente y rebelde”, decía Marta Durán Guillén, la hija mayor. Sonó la música que compuso el hijo de esta, Oriol Marès, quien leyó un bellísimo elogio a Lili, como llamaban a la abuela.
bet365 rindió hace unos meses un homenaje a Montse Guillén y a Miralda en los premios Comer, que incluyó la proyección del documental Sant Stomak, creado para la ocasión y dirigido por el fotógrafo Samuel Aranda, en cuya creación, explica él mismo “se implicaron absolutamente con la ilusión de dos adolescentes”.

Montse Guillén
A Guillén le gustaba recordar su etapa profesional en el restaurante La Venta, una de cuyas aportaciones consistió en romper la barrera entre la cocina y la sala, quedando la primera a la vista de los comensales. “Asíconseguí que dejaran de prohibirme la entrada a la cocina por ser mujer”. Guillén fue, además de la creadora del restaurante MG donde muchas veces intercambiaba comida por arte y donde nunca cobraba a la persona que veía triste, la gran embajadora de la cocina catalana en el mundo al abrir junto a Miralda El Internacional Tapas& Bar, en Nueva York. Fue un restaurante disruptivo y fascinante que atrajo a las grandes figuras del arte, la música, la política o el cine y donde no se cansaba de servir pa amb tomàquet, seques amb butifarra o donde normalizó el uso del porrón. Abierto desde 1984 a 1986, acabaría siendo precursor de los restaurantes efímeros –los pop up- mucho antes de que se pusieran de moda.
Ferran Adrià, quien en octubre entregaba a la pareja el premio especial Comer, recordaba ayer, tras aterrizar de un viaje a Tokio, que más allá incluso de su cocina y su obra, Montse Guillén fue “una buenísima persona a la que nunca escuchamos hablar mal de nadie; y eso es casi imposible”. A nivel profesional, señalaba, “es uno de los grandes referentes de la cocina catalana en el exterior. Fue una absoluta pionera al hacer realidad el proyecto del Internacional con Antoni Miralda. Y tenía un nivel intelectual elevadísimo; el hecho de compartir su vida con Antoni, uno de los artistas vivos más importantes, hizo que tuviera relación estrecha con todo el mundo del arte. Tenía una mentalidad muy abierta: le entusiasmaba el pa amb tomàquet y la cocina creativa”.
Adrià recuerda que en el restaurante de Mariano Cubí, donde empezaría a trabajar un jovencísimo Fermí Puig, se conocieron éste y Juli Soler, relación que desembocaría en su propia entrada en El Bulli.
Montse Guillén era menuda, de mirada chispeante y sonrisa pizpireta. Sus amigos la recuerdan bella por fuera y por dentro, pura simpatía y modernidad. Era, como reivindica su amiga Núria Garcés, “un torbellino de colores”. Garcés confiesa que cuando salían juntas “nunca sabías dónde podías acabar por la capacidad de sorprender e improvisar que tenía”. Y recuerda que hay pequeños pero inmensos logros del mundo de la gastronomía que hoy parecen normales pero que ella propició. “Hablo de los años 70, 80, 90… De esas cocinas abiertas, de normalizar la comida para compartir en el centro de la mesa, del interés por la cocina con insectos, de sus caterings espectaculares… Era la reina de las performance gastronómicas”.