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Char, Fuego y Brasas y la historia del senegalés que era perseguido en su país por querer ser cocinero

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Babacar Fall aprendió a cocinar a escondidas gracias a su abuela, que le enseñó a dominar el arte del fuego

Ahora lidera los fogones de este restaurante tinerfeño, reconocido en 2025 con un primer Sol Repsol

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Babacar Fall, cocinero de Char, Fuego y Brasas

Babacar Fall, cocinero de Char, Fuego y Brasas

CLV

Cuando Babacar Fall era niño, en Dakar (Senegal), nunca se atrevió a decir que quería ser cocinero. No porque le diera vergüenza -tenía su sueño clarísimo-, sino porque en su cultura, serlo estaba prohibido. Cocinar era cosa de mujeres, y ver a un hombre entre cazuelas era motivo de burla, incluso de persecución. Pero a él le llamaba el fuego, no podía resistirse...

Por suerte, su abuela se dio cuenta. Así que cuando se vaciaba la casa, cerraba la puerta y, a escondidas, le enseñaba a encender la leña, a limpiar el pescado (carne no había) y a asar sin perder el jugo. No usaban termómetro, ni pinzas. Solo carbón, limón y paciencia. “La llama es mágica”, le decía.

La sala del tinerfeño Char, Fuego y Brasas

La sala del tinerfeño Char, Fuego y Brasas

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Décadas después, a sus 33 años, Fall se ha convertido en el primer chef africano reconocido por la Guía Repsol, tras conseguir este 2025 un primer Sol para Char, Fuego y Brasas, un steakhouse situado en pleno sur turístico de Tenerife (en los bajos del hotel Baobab Suites) que destaca por sus carnes de altísima calidad y por su respeto absoluto por la brasa como arte culinario.

Mucho antes de que esto pasara, el cocinero senegalés llegó a España siguiendo a su madre, que vive desde hace más de 40 años en Canarias. “Me decía 'vente a estudiar aquí', pero yo no lo tenía claro. Creía que me estaba engañando para tenerme cerca. Vivir en España, con la casa cerrada, las puertas cerradas... Me parecía aburrido comparado con mi vida en Dakar”.

Un primer sol para Char

A sus 33 años, Fall se ha convertido en el primer chef africano reconocido por la Guía Repsol

Al final, viendo que aquí nadie le juzgaría por querer cumplir su sueño, accedió. Y al llegar a Tenerife, sin hablar ni una palabra de español y muy poco francés, se matriculó en una escuela de cocina. Pronto comenzó a trabajar en restaurantes de Santa Cruz y, al cabo de unos años, alguien le ofreció lo que más deseaba: trabajar con fuego.

“Robert Ng, que ya tenía el Kensei, quería abrir un restaurante pequeño, con parrilla. Yo le dije: me da igual lo que me pagues. Quiero estar frente al fuego”. Así fue como nació Char, en 2015, con él y un amigo suyo encendiendo las brasas.

Txuleta de Cárnicas Luismi en Char, Fuego y Brasas

Txuleta de Cárnicas Luismi en Char, Fuego y Brasas

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Desde entonces, no han dejado de crecer. Técnicamente, profesionalmente y emocionalmente. Hoy, a puertas de entrar en el ránking de los mejores steakhouses del mundo, Fall controla en Char las temperatura del fuego a mano, sin recurrir a ningún tipo de artilugio, reconoce la dieta de una vaca solo oliendo la grasa de su chuletón, y ahúma la carne con fuego, agua y limón, como le enseñó su abuela.

“El fuego me habla. Y si le echo sal gorda, se calma”, dice. Lo cuenta como quien recuerda un consejo antiguo, un conjuro. “Yo no cocino con aceite. Uso la grasa de mis propios chuletones. Es más sano. Más sabroso. Es mi truco”.

El fuego me habla. Y si le echo sal gorda, se calma

Babacar FallCocinero de Char, Fuego y Brasas

En Char trabaja con algunos de los proveedores cárnicos más exigentes de España: Luismi, Goya y Mudejar Wagyu. Las piezas llegan desde el norte en avión, se afinan entre 30 y 35 días, y Fall las atempera antes de pasarlas por carbón de marabú, una madera densa de origen cubano que perfuma sin invadir. El resultado son chuletones exactos, solomillos tiernos, y un steak tartar -elaborado con lomo bajo de chuleteros de Cárnicas Luismi- que ha quedado entre los 5 finalistas del concurso Mejor Steak Tartare de España 2025 celebrado en elFòrum Gastronòmic Girona.

En Char hay técnica. Mucha. Pero también alma. Porque, según dice Fall, “una receta no tiene alma si tú no se la das”. Y para él, “cocinar sin alma no vale la pena”.Le preguntamos si encuentra similitudes entre la parrilla vasca y la cocina tradicional senegalesa y nos responde un sí rotundo. ”Nosotros para asar usamos dos hierros, ponemos el carbón en medio y después encima una rejilla. Esos hierros se pueden subir y bajar para controlar la temperatura. Si se quiere una temperatura más agresiva con el alimento que se está cocinando, pues se suben. Lo mismo sucede con la parrilla vasca. Por eso, al llegar aquí me manejaba tan bien”.

Rodrigo, sumiller de Char, Fuego y Brasas

Rodrigo, sumiller de Char, Fuego y Brasas

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De la impresionante bodega del restaurante se encarga el sumiller canario Rodrigo González, quien trabajó durante años junto a Dani García y quien ha seleccionado 900 referencias para Char. Un 20% de ellas son canarias -“es nuestra identidad y debemos reflejarla”, dice González-, un 60% españolas y un 20% internacionales, con especial presencia de vinos procedentes de las regiones francesasBorgoña y Champagne. Durante nuestra visita nos dejamos guiar impecablemente por las referencias canarias, entre las que destacó Las Machuqueras, un vino elaborado con palomino por la viticultura Victoria Torres en La Palma.

Mientras Char siguecreciendo, Fall no olvida sus raíces. “En Senegal ahora ya hay escuelas de cocina, pero antes no había. Muchos jóvenes se suben a un barco para cruzar el mar y acaban muriendo creyendo que aquí la vida es mejor”. Su sueño es volver algún día a su país, abrir un restaurante y formar a esos chicos para que puedan quedarse. “Yo abrí la puerta. Ahora en en Senegal ya no está mal visto que un hombre cocine. Soy un referente. Y eso me hace feliz”.

Mientras tanto, sigue en Tenerife, abrazando la cultura local como si fuera propia. Le fascinan el folclore y Los Sabandeños, una agrupación de música popular canaria, nacida en 1965 en la isla. “España me dio la libertad de hacer lo que amo. Y eso no se olvida”. Por eso, cuando un cliente entra en Char, no solo entra en una parrilla de autor. Entra en una historia que empezó en un patio de Dakar con fuego, rebeldía y amor por la cocina.

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