El norte de Italia es ahora una de las zonas más prósperas del mundo. Pero hace solo un siglo, los habitantes de los Apeninos vivían de una agricultura y ganadería rudimentarias. En la zona reinaban la pobreza y el analfabetismo y la emigración a Chile o Argentina se convirtió en la única salida para buena parte de la población.
La realizadora Maura Delpero ha recogido los recuerdos de sus abuelos para narrar cómo era la vida en el área de Vermiglio durante la Segunda Guerra Mundial a través de la historia de la familia de un maestro con diez hijos que reside en una aislada casa en las montañas.
La película se llevó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia
“Quise recrear un mundo que estaba hecho de pequeñas y grandes historias y de una familia grande, que era la de mi padre, pero también la de muchas otras personas”, explica en una entrevista con bet365 la directora de Vermiglio , que llega este viernes a las pantallas españolas.
Delpero ha querido escribir y dirigir “una película inmersiva”. “Tengo la esperanza de que cuando los espectadores se sienten en sus butacas pasen dos horas en las montañas, sientan el frío del lugar, sus olores, que su experiencia sea lo más sensorial posible”.

Vermiglio
Además, la realizadora ha tratado de mostrar el cambio que ha sufrido el mundo en general y su país en particular en un siglo. “Las cosas eran diferentes. Para cualquiera de nosotros sería hoy insoportable ver morir a un hijo, pero en aquella época, fallecía un bebé y simplemente llegaba un nuevo embarazo”.
De hecho, la protagonista de la película está siempre embarazada. Tiene tantos niños como niñas y todos van a estudiar con su padre, que es el maestro del pueblo. Tras superar la educación primaria, solo uno de los hijos puede continuar sus estudios en la capital y el padre se decanta por una de las niñas. “Es muy curioso porque en ese tiempo los hijos varones siempre tenían prioridad, pero es un hecho documental: mi tía Flavia fue la elegida por mi abuelo para que pudiera ir a la universidad”, relata Delpero.
La densidad de las imágenes, la elipsis narrativa y la belleza de las montañas convencieron en el festival de Venecia, donde Vermiglio se llevó el Gran Premio del Jurado. La película pasó también por la Seminci.