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‘Fantàstic Ramon’: el infierno son los otros (★★★✩✩)

Crítica de teatro

Clàudia Cedó estrena esta pieza con miembros de Escenaris Especials y otros intérpretes

Versió en català, aquí

Una imatge del muntatge ‘Fantàstic Ramon’

Una imagen de 'Fantàstic Ramon'

Marta Mas / ACN

Fantàstic Ramon

★★★✩✩

Autoría y dirección: Clàudia Cedó

Intérpretes: Andrea Álvarez, Marc Buxaderas, Francesc Ferrer, Jordi Galià, Xicu Masó, Mercè Méndez, Anna Moliner, Edgar Murillo, Judit Pardàs, Vanessa Segura, Kathy Sey

Lugar y fecha: Teatre Lliure: Montjuïc

( 3/IV/2025)

Entre Mare de sucre y Fantàstic Ramon hay un abismo. Detrás está la misma autora, Clàudia Cedó, y tenemos casi el mismo equipo y una idea de fondo parecida: juntar actores y actrices con diversidad funcional de Escenaris Especials y un grupo de intérpretes normales. Pero en la primera, Clàudia Cedó decidió ceder la palabra a su compañía para explicar su historia y, muy especialmente, el drama de una de sus actrices, que quiere ser madre y el sistema no lo permite. Y aquí la dramaturga ha decidido jugar a fondo la ficción, algo que no le ha acabado de salir bien del todo.

Juego de espejos

Cedó sabe jugar muy bien sus cartas, hasta el punto de que los intérpretes con diversidad funcional pueden establecer una relación activa y productiva con los profesionales

De entrada, tenemos un pueblo llamado Santa Aurora de la Pietat, donde acaba de nacer un niño diferente, Ramon, un muñeco de trapo. Al mismo tiempo, llega una maestra apasionada por la diversidad, Margarida ( Vanessa Segura), a quien la directora de la escuela, Sofia ( Ka­thy Sey), le dice en el primer encuentro que no le gustan los experimentos educativos. La profesora y Ramon están destinados a cruzarse, porque son los extraños.

Cedó sabe jugar muy bien sus cartas. Con Ramon en escena, mientras va creciendo, crea un espejo de tres caras, con los Escenaris Especials, los actores y las actrices convencionales y el hijo de Clara ( Anna Moliner) y Josep ( Francesc Ferrer), hasta el punto de que los intérpretes con diversidad funcional pueden establecer una relación activa y productiva con los profesionales, ya que aún existe uno más diverso, que es el protagonista y foco de todas las miradas.

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“El infierno son los otros”, exclama Garcin cuando se da cuenta de que está en el infierno, en A puerta cerrada. Los tres personajes de la obra de Sartre están condenados a mirarse toda la eternidad. Y eso es lo que les pasa a los de Santa Aurora, que no pueden dejar de pensar que la diferencia es un problema. Están los que la quieren exterminar, los que quieren sacar provecho y los que no llegan a entenderla. Todo eso les pasa a los habitantes del pueblo, a los padres de Ramon y a la maestra.

Cedó, sin embargo, no acaba de resolver la complicada ecuación porque navega entre géneros. Su obra tiene todos los ingredientes del drama, pero tiene una estética que no acaba de ligar, empezando por el vestuario, propio de la comedia, o la escenografía, cercana al costumbrismo. La pieza tiene toques de humor absurdo y a menudo apuesta fuerte por eso. Y aquí es donde la función se le escapa. Las tres horas de montaje tampoco juegan a su favor. Con todo, Fantàstic Ramon es un intento extraordinario de construir una ficción de una manera insólita.

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