La actriz Ana Asensio lleva más de 20 años viviendo en Nueva York. Se fue en principio para estudiar, se enamoró y se quedó. Allí formó una familia y debutó como realizadora con Most beautiful island (2017), ganadora del Gran Premio del Jurado del festival South by Southwest, donde narraba la desesperación de una inmigrante española que vive sin papeles en la Gran Manzana y trata de buscarse la vida con trabajos irregulares para llegar a fin de mes.
Para rodar su segundo largometraje, La niña de la cabra, presentada en la pasada edición del Festival de Málaga, se ha venido a España, concretamente a su Madrid natal, para contar una bonita historia de descubrimiento y de amistad infantil ambientada en un barrio obrero de 1988. Elena es una niña de ocho años de mirada curiosa que se prepara para hacer la Comunión y se enfrenta a la muerte de su querida abuela, a la que estaba muy unida. Su padre trabaja de taxista y la madre es peluquera y muy seca con ella. No sobra el dinero en casa, pero la Comunión hay que celebrarla sí o sí.
En ese mundo que parece tan hermético, con tantas reglas y prohibiciones, a la pequeña le acecha el miedo a la oscuridad. Su amistad con Serezade, una extrovertida niña gitana que al lado de su familia hace un espectáculo con su cabra Lola en el parque de casa de Elena, le lleva a plantearse si realmente el mundo es tal y como se lo han contado. “Tenía 8 años y solo quería hacerlo bien”, dice al principio una voz en off que es la de la propia Asensio, algo que le da un carácter aparentemente autobiográfico a un relato que está construido en realidad a base de cosas que la directora ha observado y no tanto experimentado.
“En realidad esta historia no me pasó a mí. Yo de pequeña era una niña muy similar a Elena, porque me hacía preguntas existenciales y tenía mucha angustia acerca de la muerte, de Dios, como a todos, pero de repente me vinieron a la mente recuerdos de mi infancia. Eran visuales y muy estéticos. Me puse a escribir y empezaron a salir muchas capas de muchas cosas que tampoco me acordaba bien y también por eso el juego en la película de hablar de que a veces en la infancia se mezcla la realidad y la imaginación”, admite en conversación con este diario.Como el episodio en el que en el telediario se habla del secuestro del empresario Emiliano Revilla por parte de ETA y las niñas lo confunden con un hombre drogado en un viejo sofá en un bosque.
La película parece autobiográfica pero en realidad esta historia no me pasó a mí, está basada en cosas que he observado
El hecho de que la niña gitana se llame Serezade no es baladí. “Es un personaje de cuento porque quería jugar con esa idea”, explica. El gran acierto de la película está en las maravillosas actuaciones de las debutantes niñas protagonistas, sobre todo de Alessandra González, en la que recae todo el peso de la historia como Elena, una niña “comedida, reflexiva y muy empática con el sufrimiento ajeno”.
Una niña que se enfrenta a la primera confesión con un párroco de voz y aspecto imponente y que en la escuela baila con sus amigas aquel Made in Spain de La década prodigiosa que concursó en Eurovisión. “Yo me las imaginé y las escribí en un papel, convencida de que existirían. Quería niñas que no tuvieran experiencia y el equipo de casting trabajó muy duro para buscar a la niña de la cabra. Alessandra tenía 7 años cuando apareció y fue un flechazo absoluto. Yo la he guiado pero ella tiene una inteligencia emocional superior a muchos adultos. Es increíble”, señala. Y Juncal Fernández “era un cascabel de alegría, pura espontaneidad y desparpajo”.

Ana Asensio, rodeada de los actores y las niñas de la película
La suya es una amistad casual que surge en la calle, algo que no parece muy viable en la actualidad. “Los niños de hoy en día tienen su infancia programada. Las cosas que hacen están muy decididas, raramente ves a niños jugar libremente en Madrid, en concreto. Por eso, encontrarte a alguien que no pertenece a tu grupo social cultural y con el que puedas establecer una amistad me parece muy difícil hoy en día”.
Asensio ha concebido su segundo largometraje como una película familiar “que despierte un pequeño diálogo entre los padres y los hijos”. La actriz, guionista y cineasta confiesa que el tiempo que ha pasado entre su primer filme y La niña de la cabra “ha sido un hiato en mi carrera porque en Estados Unidos destaqué como una potencial directora de género y Hollywood se lanza a buscar este tipo de talentos y te piden qué tienes preparado. Yo no tenía nada y te empiezan a ofrecer. Y en esta búsqueda, más de ellos que mía, vi que no me identificaba ni con las historias ni el formato ni nada y eso fue una pérdida de tiempo hasta que me di cuenta que quería ir por otro camino que tenía que crearme yo misma”.

Ana Asensio y Alessandra González durante el rodaje de la película
Más tarde sacó un proyecto que dio muchos altibajos, llegó la pandemia y su segundo hijo y al salir le apeteció “esta mirada hacia la infancia y el recuerdo” que es la entrañable y delicadaLa niña de la cabra, película que forma parte de su estrategia “para ir plantando semillas en España”. “Es algo que llevo maquinando un tiempo, al menos nos planteamos pasar un año escolar y ya iremos viendo. Me apetece estar cerca de los míos”, concluye.