Ha sabido mantener un perfil muy discreto después de llevarse el Oscar por su extraordinaria labor en Bohemian rhapsody –en la que encarnaba a Freddie Mercury– al punto que, tras su papel como villano en la última entrega de Bond, Sin tiempo para morir, en el 2021, solo apareció en un rol muy pequeño en la Oppenheimer de Christopher Nolan en el 2023. Y aunque casi no le hayamos visto en la pantalla, Rami Malek ha estado muy ocupado trabajando como productor en la recién estrenada Amateur, basada en la novela El amateur de Robert Littell, el nonagenario padre del Goncourt barcelonés Jonathan Littell. El libro ya fue adaptado al cine en 1981 como Servicios secretos paralelos, película canadiense que protagonizaron John Savage y Christopher Plummer. En el nuevo filme, dirigido por el británico James Hawes, Malek encarna a un decodificador de la CIA que se convierte en vengador anónimo cuando su esposa (Rachel Brosnahan) es asesinada en un confuso incidente en Londres. El actor estadounidense de 43 años también ha completado Nuremberg, filme de James Vanderbilt sin fecha de estreno aún en el que encarna a un psiquiatra que, en los días previos al histórico juicio, debe dictaminar el cuadro mental de los acusados nazis y en el que también trabajan Russell Crowe, Michael Shannon y el ascendente Leo Woodall.
Truco
Siempre quería meterme en la sala de montaje..., y el mejor sistema es siendo productor”
¿Cómo fue su primera experiencia como productor de una película?
Excelente. Me encanta ver cómo se genera algo desde el principio y cómo se va desarrollando hasta el final. Debo de ser un perfeccionista, pero es algo que había notado ya en mis otros proyectos, tanto en Bohemian Rhapsody como en la película de James Bond, me metía a estudiar el tipo de cámaras, y observaba y opinaba sobre cómo se usaban determinadas ópticas en otros actores, hablaba de eso con los directores, subía publicaciones en mis redes..., quería asegurarme de que estábamos haciéndolo todo de la mejor manera posible. Me moría de ganas de asistir luego a la sala de montaje para ver lo que hacían allá con mi trabajo, y buscaba la manera de hacerlo sin que me vieran como un intruso. ¡Pues el mejor sistema es ser también el productor! No hay nada como participar en las sesiones de mezcla de sonido, una vez que ha concluido el rodaje, y ver cómo eso eleva lo que se va a ver en la gran pantalla.
Eso le debe de permitir tener una mirada más amplia sobre la historia que si solo se tuviese que concentrar en su actuación...
Por supuesto. Y a eso le sumo el haber podido trabajar con algunos de mis actores favoritos. El elenco está integrado por figuras que están pasando por su mejor momento, como Laurence Fishburne, Rachel Brosnahan y Caitriona Balfe.
Ha rodado Amateur en localizaciones de todo el mundo. ¿Cuál fue su favorita?
Muchas, pero decidí que Londres tenía que ser nuestro centro de operaciones. Allí están algunos de los mejores equipos técnicos del mundo. Hay una tradición cinematográfica británica que se remonta a la década de los años treinta. El director, James Hawes, logró evitar esas imágenes típicas e icónicas de la catedral de Saint Paul y los sitios turísticos. A ver, nos ves en la estación de Saint Pancras en Londres, pero no en la torre Eiffel. En cambio, mostramos lugares singulares preciosos de cada ciudad a la que fuimos, como Marsella o Estambul, elementos que no aparecen habitualmente en las películas.
¿Cómo fue lo de volver a los ordenadores y el mundo tecnológico que ya transitó en Mr. Robot?
En esa serie interpreté a Elliot Alderson, un ingeniero y pirata informático con trastorno de identidad disociativo, trastorno de ansiedad social y depresión. Siempre llevaré a ese personaje conmigo, no puedo abandonarlo. Amateur tiene similitudes con Mr. Robot. La verdad es que me atraen los personajes en esa frágil intersección entre sentirse quebrados y al mismo tiempo ser brillantes en algo. Lo que les hace funcionar es una mezcla de pena y perseverancia. Son muchas las cosas ahora en Charlie Heller que me recuerdan a Elliot, pero de una forma diferente. Él tiene esta esposa magnética e increíble y eso nos dio el espacio para crear una hermosa historia de amor que surge de manera muy natural. Elliot no hubiese sido capaz de tener esa relación.
¿De qué manera se conectó con la desesperación de su personaje?
No sé si puedo hablar de cosas personales... Como la gran mayoría de la gente, yo también he tenido que lidiar con ciertos momentos de dolor en mi vida, pero nunca me tomo la actuación como una sesión de terapia ni busco una catarsis personal a través de ella. Pero hay cosas a las que puedo acceder como ser humano que me ayudan en mi trabajo. En este caso particular, simplemente traté de ponerme en el lugar de Charlie y entender el tremendo dolor que le genera la pérdida de su esposa. Una persona a la que le pasa algo así puede reaccionar de dos maneras, y una de ellas es verdaderamente lúgubre, pero también algo natural. Analicé todas las etapas del duelo y fuimos muy meticulosos a la hora de incluirlas a lo largo del filme. La psicología nos dice que la venganza cruel es algo que pasa por la cabeza de alguien en esa situación. La diferencia es que Charlie es capaz de poner esas ideas en práctica.
¿Es bueno con la tecnología?
Apenas empecé a trabajar en Mr. Robot me di cuenta de que, por mucho que investigara, jamás iba a poder convertirme en un programador. Eso sí, me volví bastante paranoico con respecto a lo que el gobierno puede averiguar sobre ti gracias a la ley Patriótica aprobada tras los atentados del 11-S. También vi el documental de Laura Poitras sobre Edward Snowden, aterrador. Charlie Heller es capaz de muchas cosas, pero una de sus tareas es no excederse, lo cual es en cierta forma un superpoder. Debe callar muchísimos conocimientos sobre ciertas cosas que están pasando en el mundo.