Cuando Desirée Baudel (Barcelona 1978) estudiaba filología hispánica en la universidad, era difícil de imaginar la de vueltas que daría su vida. Se veía de profesora en algún instituto, pero recibió una llamada desde la editorial Santillana para unirse a su equipo. Empezó en administración y fue ascendiendo hasta convertirse en jefa de prensa de diferentes sellos, como Alfaguara, Taurus, Aguilar o Ediciones B. Más tarde, dio el salto a editora adjunta de Lumen y Reservoir Books.
“Me encantaba mi trabajo, pero sentí la pulsión de probar aquello que nunca hice, es decir, dar clases. Pedí una excedencia y la experiencia me gustó tanto que ya llevo nueve años”, explica a bet365 desde el colegio FEDAC Horta, donde ha dado clases durante varios cursos. Allí presenta a este diario su novela Ya lo pensaré mañana (Grijalbo), con la que parece que se cierra el círculo. “Nunca voy a estar desligada del todo del mundo editorial”, reconoce.
Nunca voy a estar desligada del todo del mundo editorial”
Si bien el lector puede hallar algunos detalles autobiográficos en Lola, su protagonista principal, la autora adelanta que ambas son personas muy distintas, “aunque no me importaría que fuéramos amigas”. Al igual que ella, Lola trabaja en un instituto que, por unas horas, la aleja de sus problemas y obsesiones, entre ellas, su exmarido al que, pese a le cueste reconocerlo, sigue queriendo. El conflicto con un alumno que atraviesa un momento complicado la llevan al límite de sus fuerzas pues, al igual que el joven, ella también trata de hallar su camino en el mundo.
“Lola se acaba de separar y, aunque no quiera, se ve obligada a reprogramarse. Ella tenía planes en pareja y ahora tiene que vivir sola y enfrentarse a ella misma. Eso es algo que nos da miedo porque no nos han enseñado en la escuela a estar solos y a ser felices estando solos. Acostumbras a toparte con ello de forma inesperada y, a menudo, violenta”, reflexiona. “Para colmo, al separarse se ve abocada a vivir en precariedad. Los gastos, al igual que todo lo demás, dejan de compartirse”.

La escritora y docente Desirée Baudel habla sobre su nueva novela. 'Ya lo pensaré mañana', en el colegio FEDAC Horta
Para hallar el camino que tanto busca y reorientar su brújula vital, la protagonista rebuscará en el pasado familiar para tratar de contestar esas preguntas sin respuesta que parecen haberse cronificado. “A veces, para poder avanzar, hay que desenterrar secretos y, es muy probable que estos sean de todo menos agradables”, reconoce.
Baudel reconoce que, al inicio del proyecto, cuando empezó a escribir las primeras páginas, se planteó si debería o no escribir una historia que transcurre en un instituto, que no tiene edulcorante alguno y cuya protagonista es profesora, como ella. “Pese a todo, seguía avanzando. Obviamente, nada de lo que cuento está inspirado en ningún alumno ni anécdota real. Pero sí me interesaba un aspecto que me llamó la atención desde que entré como docente, y es el hecho de convertirme en una persona de referencia para ellos fuera de sus casas, ya que allí no siempre encuentran la persona con la que les gustaría abrirse”.
Estar solos y enfrentarnos a nosotros mismos es algo que nos da miedo”
La docente y escritora explica lo mucho que le llamó la atención que “un chaval se siente delante de mí para explicarme un problema sexual, emocional o familiar. Cuando empecé, pensaba: ‘Soy una mujer que acaba de llegar aquí y que no conocen de nada’. Sin embargo, siempre se busca ese vínculo. Al final, tú eres una conocida y una desconocida a la vez, y es en ese limbo en el que pueden sentirse más cómodos”.
Esa realidad fue una de las génesis de la obra, pues, tal y como la propia autora reconoce: “El estar en contacto diario con historias en plena transición y con todo tipo de conflictos y, también, sueños, resultaba inspirador. Una oportunidad de emocionarse a diario”.
Baudel se esfuerza para que sus alumnos entiendan que la comunicación debe ser algo primordial, aunque admite que los teléfonos móviles y las nuevas tecnologías no lo ponen fácil. “Su manera de interactuar entre ellos y con su entorno pasa por una o más pantallas. Los recreos de instituto han cambiado mucho, y en el tiempo que llevo como profesora yo ya he notado un cambio brutal. La pandemia tampoco ha ayudado. El contenido que consumen es cada vez más violento y sexualizado y eso provoca en ellos una falta de empatía tremenda. ¿Y qué es la empatía sino una de las mejores cualidades humanas? Estamos permitiendo que nuestros jóvenes se destruyan. Desde las aulas tratamos de frenarlo, pero el trabajo no debe ser solo nuestro”, concluye.