Los poderosos primero y luego los pobres. El funeral de un monarca y el entierro de un cura de pueblo. Mañana, en pocas horas, la vida del papa Francisco se condensará en el día de su despedida. Mientras el protocolo del Vaticano se enfrenta al complicado juego de las sillas para evitar errores y momentos incómodos entre los líderes mundiales, queda claro que el gran evento del sábado no terminará con la ceremonia en la Plaza de San Pedro.
Una vez cruzado el columnado de Gian Lorenzo Bernini, el féretro del papa argentino será trasladado en coche (aún no se ha determinado cuál) hasta Santa María la Mayor, la iglesia donde quiso ser sepultado. Para encontrar un cortejo similar, completamente dentro del territorio italiano, hay que remontarse a 1958, cuando el cuerpo sin vida de Pío XII fue trasladado desde la residencia de Castel Gandolfo —donde había fallecido— hasta la Ciudad del Vaticano.
Una vez que llegue, lentamente, a su iglesia romana más querida, Francisco será recibido en el atrio por un grupo muy distinto al de las primeras filas de San Pedro: sin techo, migrantes, personas trans y seis presos de la cárcel romana de Rebibbia (con un permiso especial). Cuarenta personas “que durante estos años han conocido al Papa con sus pobrezas y sus historias dolorosas”, explicó a la agencia AdnKronos Don Benoni Ambarus, de la Conferencia Episcopal Italiana. Entre ellas, también habrá mujeres víctimas de trata y una mujer romaní.
La tumba del Papa es austera y con una sola inscripción: “Franciscus”, como él había pedido
Luego, una vez dentro, las cámaras serán apagadas para “un momento privado”, como lo ha definido la Santa Sede, es decir, el del entierro. Ayer se difundió la foto de la tumba, austera y con la sola inscripción “Franciscus”, como expresamente pidió el Papa. A partir del domingo, podrá accederse para rendirle homenaje.
Muchos ya lo han hecho en estos días dentro del baldaquino de San Pedro. La basílica permaneció abierta ayer hasta altas horas de la madrugada. La última cifra difundida por el Vaticano ha sido la de 128.000 fieles hasta las 8:00 horas de hoy. Las colas continúan ordenadas y quizás también un poco más respetuosas. Después de las imágenes desagradables del primer día, se pide moderación con las fotografías, los vídeos y los selfis frente al féretro. Aunque alguna imagen, inevitablemente, siempre queda, es mucho más fugaz que el primer día.
Hoy, las puertas se cerrarán para la ceremonia de cierre del féretro, que precede a la “tercera estación”, la de la inhumación, a la que asistirán todos los cardenales llegados a Roma, entre ellos el camarlengo Joseph Farrell y Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio.
Las autoridades estiman que más de un millón de personas estarán en Roma para seguir el funeral
Mientras tanto, Roma se prepara: las autoridades italianas prevén una afluencia enorme. “Siguen llegando peregrinos y fieles. No sabemos cuántos vendrán de Italia y del extranjero. Con cierta seguridad, ya se estima que superan el millón de personas”, declaró el ministro de Protección Civil, Nello Musumeci.
La ceremonia será necesariamente un gran evento político, ya desde la ubicación de los mandatarios, que se sentarán en la parte derecha de la basílica. Las delegaciones confirmadas hasta el momento son más de 130, pero podrían llegar hasta 170. Pocos quieren faltar, incluidos aquellos que en el pasado no escatimaron críticas e incluso insultos al Santo Padre, comenzando por el presidente argentino Javier Milei y el estadounidense Donald Trump: “¿Pero quién los ha invitado?”, se pregunta Bergoglio al revisar la lista de presentes, representado en un mural del artista Laika, aparecido en una calle cercana al Vaticano.
Los encargados del protocolo están estudiando los precedentes. Este establece, en primer lugar, que las primeras filas estén reservadas a las delegaciones de Italia, la nación de la cual cada Papa es Primado, y del país de origen del Papa fallecido, en este caso Argentina. Este primer bloque se cierra con los soberanos reinantes católicos, Felipe VI con la reina Letizia, el Gran Maestre de la Orden de Malta y luego los soberanos reinantes no católicos, como los de Noruega, Suecia, Países Bajos y Bélgica. Se continúa con las delegaciones de los jefes de Estado y de gobierno según el orden alfabético francés, y por lo tanto es probable que Donald Trump (y quizás su predecesor Joe Biden) estén sentados en la misma zona, Ignacio Lula da Silva (Brasil) estará en los primeros puestos, mientras que Volodymyr Zelensky (Ucrania) más atrás. Los grandes ausentes siguen siendo el presidente Vladimir Putin, que ha decidido enviar a la ministra de Cultura Olga Lyubimova, y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, que ni siquiera ha expresado sus condolencias.
El presidente de los EE.UU. llega esta noche a Roma y por el momento su agenda está vacía
Donald Trump llegará esta noche a Roma y por el momento su agenda está vacía. Sin embargo, sigue en pie la hipótesis de un encuentro, quizás rápido, con Ursula von der Leyen. La confirmación de que se está intentando llegó desde Bruselas: “Se está evaluando la posibilidad de un encuentro”, dijo un portavoz de la Comisión Europea. Pero el gobierno italiano es escéptico: “Es complicado”, explicó el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani. “Quizás puedan haber encuentros ocasionales durante la ceremonia, pero organizar una cumbre me parece complicado. Y también me parece difícil un bilateral en este momento. No puede hacerse así, de prisa y corriendo. Creo que se necesita un encuentro entre Europa y Estados Unidos más profundo, con más tiempo disponible”.
Quien sigue esperando es Zelensky, que confía en una conversación con Trump en una fase delicadísima de las negociaciones sobre el conflicto con Rusia. Aunque el propio presidente de Estados Unidos había anticipado la posibilidad de “algunos bilaterales en Roma”, desde la Casa Blanca, por el momento, sobre todo con el líder ucraniano: “Nunca ha habido una solicitud real y en cualquier caso nunca se ha hablado de algo estructurado”. Pero frente al féretro de Francisco puede suceder de todo.