Cualquier fiesta que se precie tiene invitados a los que apetece saludar, buen vino y mejor comida. La música también es imprescindible. Y el evento de ayer contó con Edu Miralles y su grupo, que no tienen nombre, pero que anoche decidió autodenominarse Alma Quinteto al menos por un día para festejar su debut en la fiesta literaria de bet365 .

Alma Quinteto durante su actuación
Son saxo, piano, clarinete, contrabajo y voz y amenizaron la cita: “Literatura y jazz son el maridaje perfecto, porque la escritura se cuece a fuego lento y la música se improvisa”, asegura Miralles.
El músico no solo improvisa las notas que suenan en su clarinete. También propició la actuación de David Uclés, que es novelista y cantante, aunque hasta ahora muy pocos sabían de esta faceta musical. Tras la cita de ayer es de dominio público.
Dicen que quien tiene buen oído para los idiomas también posee un don para la música. Y Uclés demostró anoche que esa teoría es más que cierta. El joven escritor jienense es políglota. Estudió traducción. Ha vivido aquí y allá y domina el alemán, el inglés, el francés, el gallego y la lengua de signos. Lleva dos días en Barcelona y ya habla un poquito de catalán.
Durante una década sobreviví como músico callejero, fue mi oficio improvisado”
Su talento musical es indiscutible. Animado por Miralles, cogió por sorpresa el micrófono y sin dudarlo entonó La Bohème , un tema del inolvidable Charles Aznavour. Siguió con Ne me quitte pas para contento de los asistentes al evento que le aplaudieron a rabiar. Así que regaló un tercer tema al público, la archiconocida La vie en rose .
A Uclés lo de cantar en público no le viene de nuevo. Durante la pandemia, se instaló en París, se llevó su guitarra y se dedicó a entonar grandes éxitos de artistas franceses por las calles de la ciudad de la luz.
“Entonces tenía treinta años y desde hacía una década había sobrevivido como músico callejero. En cada mudanza, un instrumento me acompañaba. Santiago de Compostela, Colonia, Madrid, Toulouse… Hice de tocar en la calle mi oficio, uno improvisado”, contaba el escritor.
Pero Uclés evitó a toda costa convertirse en el típico músico callejero insufrible al que los vecinos detestan. “Me impuse ciertas reglas: nunca cantaba delante de una vivienda; ponía dinero previo en la gorra; no dejaba que nadie me acompañara; debía actuar de pie… Si bien, la regla de oro consistía en interpretar la música que mejor encajaba con el entorno. En Galicia, canción celta al arpa; en Oporto, fado a la guitarra, y en París, chanson française ”.
“Interpreto la música según el entorno: en Oporto, fado, y en París, ‘chanson’”
Y mientras aprendía los grandes temas de Aznavour, Jacques Brel, Georges Brassens o Édith Piaf, Uclés trataba de articular la novela que le convertiría en uno de los escritores más demandados de la literatura española en el 2024, La península de las casas vacías (Siruela). Porque en esas mudanzas no le acompañaba solo el instrumento musical de turno. El autor se llevaba también a cuestas el universo de la familia de Odisto y María, los protagonistas de esta exitosa historia de la Guerra Civil contada en clave de realismo mágico.