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Tempestad sobre Washington

LATIDOS

La atmósfera del mandato de Donald Trump conecta con los thrillers políticos de John Frankenheimer y Otto Preminger en los años 60

trump y lancaster

Donald Trump, a la izquierda, y Burt Lancaster como el general James M. Scott en ‘Siete días de mayo’

GETTY/ANNA BELIL

“Donald Trump puede no ser ‘el candidato de Manchuria’, pero su comportamiento obsequioso hacia el presidente ruso Vladímir Putin nos trae a la mente la película de John Frankenheimer The Manchurian candidate” , escribía en el 2020, último año del primer mandato del neoyorquino, el politólogo y exanalista de la CIA Melvin Goodman.

Su artículo “Viviendo en el mundo de John Frankenheimer” criticaba que “desde el inicio de su presidencia, Trump ha dado numerosos pasos que han aislado a Estados Unidos y han fomentado una mayor prominencia rusa en la arena internacional”, y que nunca había querido promover “una investigación de alto nivel” sobre la probada interferencia rusa en las elecciones del 2016 y las que estaban en curso en ese mismo año.

En la actualidad, las primeras semanas de la nueva presidencia de Trump están resultando sumamente desconcertantes incluso para quienes temían iniciativas poco ortodoxas del personaje. Hay constantes del sistema político norteamericano que se está saltando una tras otra: el temeroso respeto a la Constitución y al sistema de checks and balances, con sus amenazas a la judicatura y a los medios de información; el sentido reverencial de la institución que encarna (la foto de Musk y su hijo jugueteando por el despacho oval da vértigo); el ejercicio respetuoso, al menos en lo formal, de las relaciones internacionales (la humillación de Zelenki marca época).

En cambio constatamos su renuncia a encarnar la defensa, al menos también formal, de los valores democráticos para aproximarse a regímenes que no los sustentan; la relación demasiado íntima con una plutocracia tecnológica que quiere imponer sus reglas... No pocas voces advierten que su mandato puede llevar a EE.UU. a una deriva autoritaria.

⁄ 'El mensajero del miedo' y 'Siete días de mayo' especulaban con una toma de poder en EE.UU. por medios inconstitucionales

Semejante amenaza, en el terreno cultural, nos retrotrae directamente al clima de una época donde también estuvo muy presente.

En la primera mitad de los años 60 el complicado clima de la guerra fría y el inicio de la guerra de Vietnam generaron un auge del thriller político que se plasmó en varias películas hoy consagradas entre lo mejor del género. Una de ellas da título a este artículo: Tempestad sobre Washington (1962), de Otto Preminger, sobre los manejos de unos senadores marrulleros para desactivar la candidatura de un secretario de Estado apaciguador.

Pero quizás el más destacado testimonio lo dejó John Frankenheimer (1930-2002), autor de una larga y destacada filmografía, en dos thrillers políticos memorables. El citado The Manchurian candidate (1962, El mensajero del miedo en España), basado en una novela de Richard Condo, cuenta la historia, muy enrevesada, de un veterano de la guerra de Corea (Laurence Harvey), que durante su encarcelamiento ha sido víctima de un lavado de cerebro comunista, programado como agente durmiente y que se ve envuelto en una conspiración de chinos y soviéticos para matar al presidente de EE.UU. a la vez que se trama un golpe de Estado autoritario.

Se dijo que el estreno de la película se había pospuesto por la similitud argumental conel asesinato de Kennedy.

Siete días de mayo (1964, visible en la plataforma Filmin), basada en la novela de Fletcher Knebel y Charles W. Bailey, se centra en la conspiración liderada por un general del Estado Mayor, Burt Lancaster, para derrocar a un presidente liberal (Frederic March) que prepara un tratado de desarme nuclear con la URSS. El objetivo es establecer un gobierno militar y ultraconservador por medios anticonstitucionales.

La ficción dramatiza e intensifica la realidad, a veces resume sus fantasmas, y en ocasiones anticipa lo que vendrá. Aquellas películas de la guerra fría lidiaban con angustias muy difundidas en amplios estratos de la sociedad acerca del acontecer político. La evolución de la nueva presidencia de Estados Unidos las vuelve a poner de actualidad, esperemos que únicamente como advertencia.

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