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Luisito Suárez, así se gana un Balón de Oro

El clasicómano

Con 18 años, impresionó en las Corts y Kubala avisó: “Fíchenlo”

Barcelona, 6-12-1953.- Los jugadores del Deportivo de La ǰñ, (de izq. a dcha. y de arriba a abajo) García, Zubieta, Magriñán, Tomás, Rodolfo, Otero,Arsenio, Osvaldo, Pahiño, Luis Suarez, Masroig y Lestón, posan antes de enfrentarse al Barcelona FC en el partido de liga de primera división que se disputa hoy en el estadio Les Corts.EFE/Carlos Pérez de Rozas/ct

1953. El Depor en las Corts. Los seis agachados son Arsenio, Oswaldo, Pahiño, Suárez, Marroig y Lestón

CARLOS PEREZ DE ROZAS / EFE

Las Corts, domingo 6 de diciembre de 1953. Ante el Barcelona se presenta el Deportivo (entonces ǰñ, a secas) con una novedad, un chaval de 18 años que jugaba en regional, en el Fabril, y ha sido convocado de urgencia para cubrir la baja del uruguayo Dagoberto Moll. Se llama Luis Suárez Miramontes, lleva el diez a la espalda y sueña con emular a su hermano José, siete años mayor, que ya debutó en Primera, en el Alcoyano (y luego jugará en el Celta). Ha sido una semana movida en la carnicería que la familia Suárez posee en la avenida éܱ de A ǰñ. El futuro Balón de Oro se levantó un buen día y su madre le dio la noticia: “¡Luisito, que dicen las clientas que te vas a Barcelona, que lo han leído en la prensa!”

La confirmación oficial se la dio a Suárez el entrenador deportivista, Carlos Iturraspe, un histórico exjugador del Valencia, de los que lograron salvar el parón forzoso de 1936 y siguió jugando hasta los 38 años, ya en el Levante, y finalmente colgó las botas en el Castellón. Iturraspe, un medio centro alto pero de fútbol desganado (cuentan que se dormía a menudo y llegaba tarde a los entrenamientos) incluso aparece en la relación de futbolistas del Barcelona porque vistió anecdóticamente de azulgrana durante la guerra. Luego fue entrenador y sus mayores éxitos fueron llevar al Mestalla a Primera en 1952 (ascenso no consumado por incompatibilidad con el Valencia) y lanzar al estrellato a nuestro Suárez, al que definió así: “Es una rata sabia”.

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El presidente del Deportivo pensó que se sacaba de encima a un paquete

Luisito se estrenó en las Corts, lleno a reventar a la estela de las Cinc Copes. Ese día la delantera mágica azulgrana la formaron Tejada, Basora, Kubala, César y Manchón. Terrorífico ataque que desmontó al Deportivo por seis goles a uno.

Pero el fino olfato del público de Barcelona detectó que aquel niño que llevaba el 10 de los blanquiazules era distinto e incluso premió con dos buenas ovaciones las intervenciones de Suárez. Y quien no sólo olfateó a un crack sino que puso la firma y rúbrica fue Kubala, que avisó de inmediato a Samitier y a los directivos: “Ese diez, hay que ficharlo. Tiene todo: visión de juego, sabe cambiar pelota, muy bueno”.

A partir de ahí todo se precipitó. A mediados de enero empezó a circular en la prensa de Madrid que el Barcelona había ofrecido un millón de pesetas (una cantidad desorbitada). El propio Real Madrid envió a su secretario técnico, Juan Antonio Ipiña, a analizar el juego del futuro crack. Y el presidente del Deportivo, el doctor Antonio Martínez Rumbo, explicó que Suárez acabaría en el Madrid “aunque nos paguen menos”, en compensación a las tradicionales buenas relaciones entre ambos clubs.

Sin embargo, la estrategia diseñada por el Barcelona tuvo éxito: una oferta conjunta por Suárez y por Moll, que acababa contrato en junio y, como extranjero, no estaba sujeto al derecho de retención. El 21 de marzo de 1954 el Depor regresó a Barcelona, para jugar en Sarrià, y se cerró el trato. El Barça pagó finalmente 625.000 pesetas por ambos, extendió un contrato a Moll por 800.000 en 4 años y ofreció a Suárez 125.000 pesetas anuales. Rumbo estaba convencido de que rentabilizaba a un futbolista que ya no podía retener (Moll) y además se sacaba de encima a un paquete, un futbolista que la afición gallega pitaba por su estilo preciosista. “Menos mal que nos lo hemos sacado de encima”, llegó a declarar. El futuro entrenador de éxito, Arsenio Iglesias, que coincidió con Luisito aquella Liga, recordaba: “¡Era increíble, le pitaban! Si a él le pitaban, a los demás nos habrían tenido que matar. ¡Era un crío y ya era el mejor de todos!” Suárez se defendía: “En el fútbol no hay que exponerse cuando no hay ventaja para disputar la pelota, es una tontería”. Kubala lo entendió perfectamente.

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