El parón le ha servido al Espanyol para reverdecer. En estos días de otoño anticipado, con una mezcla de días lluviosos y otros soleados, de dudar entre la manga corta y la chaqueta, los pericos han cambiado su pelaje. El equipo se ha deshecho de esa hoja caduca que le daba una imagen de grupo voluntarioso, con ganas de echar raíces pero incapaz de crecer, y ante el é, aunque sembrando dudas en defensa, ramificó sus virtudes y floreció un conjunto capaz de aprovechar sus ocasiones de gol. Solo falta que esa versión sea perenne para goce de un RCDE Stadium que pudo celebrar el segundo triunfo consecutivo.
El crecimiento goleador, iniciado la pasada jornada, brotó con más fuerza gracias al capitán. Al canterano que lleva más de una década en la casa. Al futbolista clave, marcando todos los tantos del playoff, del ascenso. Al alma y líder de los blanquiazules, pendiente aún de renovar. Javi Puado, con un hat trick que la parroquia perica no veía en Primera desde hace más de diez años, fue el artífice de una victoria que saca a los suyos del vagón de cola de la clasificación y, sobre todo, permite coger confianza a un equipo que había regresado a la élite con más incertidumbres que certezas.