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Apple se plantea fabricar el iPhone en India ante la lucha de EE.UU. y China

Comercio

Pekín desmiente a Trump y mantiene que no ha habido negociaciones entre ellos

Apple se adapta a los cambios en el entorno comercial global

Michael Kappeler/dpa / Europa Press

Los índices en Wall Street ejercen de funambulistas. Dependiendo de cómo sopla el viento en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China, se mantienen firmes bailando sobre el alambre o se decantan peligrosamente hacia el abismo e incluso se despeñan al vacío.

Después de tres días firmes sobre la cuerda floja, el Dow Jones, y en menor medida el Nasdaq y el S&P, arrancaron este viernes con temblores, con vaivenes entre números positivos y negativos, mientras continúa el punto muerto en las negociaciones entre las dos grandes potencias ­globales.

En este contexto de incertidumbre –el presidente Donald Trump dice que conversan los dos países y Pekín lo niega–, Apple planea trasladar de China a India el ensamblaje de todos los iPhones, su producto insignia, que se venden en Estados Unidos como consecuencia del conflicto arancelario.

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A pesar del lenitivo de la excepción temporal a las tecnológicas de los gravámenes del 145% que Washington impuso a las importaciones procedentes del gigante asiático, la firma de Cupertino (California), una de las víctimas del estrés en el parquet bursátil, se halla en una encrucijada. Por poco o por mucho, los iPhones pueden trepar a precios astronómicos, de hasta 3.000 dólares la unidad según algunos cálculos, por la aplicación de los aranceles entre EE.UU. y China.

Esta probable mudanza en la producción responde así a la estrategia de Apple de diversificar su cadena de suministro, pero va más allá de lo que los inversores aprecian, subrayó este viernes Financial Times.

Si hace dos semanas ya se informó que la compañía dirigida por Tim Cook tenía previsto enviar a EE.UU. más teléfonos desde India, cuyos gravámenes (previo negociación) se reducen al 26%, el nuevo objetivo seria el de abastecer desde ese país toda la demanda de los estadounidenses. Esta medida supone alcanzar a finales del 2026 el envió de más de 60 millones de iPhones que anualmente se venden en EE.UU.

China plantea excepciones a los aranceles del 125% aplicadas a algunos productos de EE.UU.

Uno de los resultados que espera Trump de sus aranceles consiste en forzar a las empresas a construir factorías dentro de sus fronteras. Una y otra vez repite que si se fabrica en Estados Unidos no hay gravámenes. Los expertos consideran que, en el caso de Apple, esta es una salida inviable. El coste lo convertiría en un producto inaccesible para la gran mayoría.

En esta nueva planificación, el objetivo representaría más que duplicar la producción del iPhone en India, después de dos décadas en las que Apple ha invertido de forma masiva en China para crear una línea de producción líder a escala mundial. Este despliegue impulsó su ascenso hasta convertirse en un gigante tecnológico de tres billones de dólares.

Se calcula que, una vez que se produjo el anunció de Trump de estos agresivos aranceles a China, la compañía de la manzana mordida ha perdido unos 700.000 millones de dólares.

Su proyecto de diversificación recibiría un balón de oxígeno, y le permitiría ganar tiempo, en caso de que las dos grandes economías logran acercar sus posturas. Hubo algunas señales de deshielo, sobre todo tras saberse que China considera suspender sus gravámenes del 125% a algunas importaciones procedentes de EE.UU.

Wall Street tuvo una jornada de alternativas, con un Dow Jones que bailó entre el color positivo y el negativo

Esta supuesta iniciativa se interpretó como una evidencia de que el coste empieza a ser fuerte en algunas industrias

Si bien si hubo ciertas esperanzas de deshielo: equipamientos médicos o productos químico industriales, por ejemplo, el etano, del que dependen las fábricas de plástico, se encuentra entre los bienes que pueden recibir esa excepción.

A pesar de algunos motivos para el optimismo, remarcaron los analistas, la distancia entre los dos países parece mantenerse. Trump insiste en que ha habido conversaciones con Pekín sobre comercio, en tanto que la parte china lo niega.

Antes de partir rumbo a Roma para el funeral del Papa, el presidente estadounidense se negó a concretar si ha mantenido alguna conversación con su homólogo Xi Jinping desde que empezó la guerra comercial.

“No quiero comentar nada sobre esa cuestión”, respondió cuando se le pidió concreción, puesto que dijo que habían hablado “muchas veces”.

La clave consiste en quién es el primero que cede. Trump aceptó el martes que unos aranceles del 145% es un rango muy alto y que serán mucho más bajos, menos de la mitad.

Esto no ha modificado la postura de dureza de Pekín. China parece haber apostado a que su propio umbral de dolor, capaz de soportar niveles altos, transformará la táctica arancelaria de Trump en un castigo para EE.UU.