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¿Boicot comercial a Estados Unidos?

¿Boicot comercial a Estados Unidos?
Economista

Si no fuera porque el discurso y la gesticulación son reales, uno diría que estamos asistiendo a un festival de los disparates en materia de comercio internacional. Protagonista único, el señor Trump. Pero no, el personaje tiene antecedentes al imponer aranceles y esta vez plantea librar una batalla global para desenterrar el proteccionismo comercial. Las reacciones por todo el mundo no se han hecho esperar con el anuncio de reciprocidades por parte de los gobiernos de los países afectados, que quiere decir prácticamente todo el mundo manufacturero y agrario.

¿En este contexto, es imaginable una reacción de boicot de los consumidores a los productos americanos? El canadiense Trudeau no solo anunció aranceles recíprocos sino que preparó el terreno para llamar a sus compatriotas a comprar productos del país (una manera de decir que no compren los del país del Sur). Eso incluiría, entre otros, no ir a hacer turismo a Estados Unidos, que recibe en torno a 20 millones de canadienses anualmente, por no hablar de los cerca de 15 millones de turistas mexicanos. En, total son más de la mitad del turismo internacional que visita EE.UU., pero este es un sector pequeño.

La batalla comercial no se libra con el consumidor sino entre gobiernos y empresas

¿Y un llamamiento general al boicot por parte de los consumidores de los países afectados por los aranceles que propone Trump, podría triunfar? Hay tres factores que limitan mucho el alcance y el éxito. En primer lugar, el consumidor necesita nombres concretos de marcas o de empresas representativas del país objeto del boicot con el fin de dejar de comprarlos como “venganza”. Es imposible hacer el boicot a todo lo que viene directa o indirectamente de Estados Unidos. En segundo lugar, un boicot puede ser efectivo si llega a muchos consumidores y estos se ponen de acuerdo al aplicarlo, cosa nada fácil. Y en tercer lugar, hace falta que los productos objeto de boicot tengan sustitutivos en el mercado, de lo contrario el boicoteador queda desatendido.

Por poner ejemplos con nombres concretos, Coca-Cola es un producto americano, pero el sustitutivo más directo también lo es. La cadena McDonald's y otras marcas de comida rápida podrían ser objeto de boicot, pero los principales perjudicados serían los franquiciados, que son empresarios locales. El mismo pasaría con Starbucks. No me imagino a muchos clientes de Apple dejando de comprar sus aparatos, fieles a la marca como acostumbran a ser. Tampoco me imagino a la gente dejando de ver series americanas o prescindiendo de Microsoft, Google o Amazon. Distinto podría ser un boicot a Tesla, que tiene muchos sustitutivos. En definitiva no es descartable que, si la guerra comercial avanza, se genere animosidad en contra de EE.UU. y que eso derive en boicots puntuales de los consumidores, pero su impacto global no le haría ni cosquillas: su economía interna es enorme, con vocación de crecer en producción propia, es relativamente poco exportadora, es líder insustituible en muchos campos en todo el mundo. La batalla comercial no se librará con los consumidores, sino entre gobiernos y entre empresas de sectores estratégicos y en este territorio, mal nos pese, los americanos tienen las de ganar.

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