bet365

El auge de la 'heredocracia' amenaza el futuro del capitalismo

Riqueza heredada

En la economía de las sociedades occidentales heredar se está convirtiendo en algo casi tan importante como trabajar

UGT-A asegura que las medidas del decreto de vivienda

La vivienda es uno de los aspectos donde más se deja notar el peso de las herencias

Europa Press

“Esforzaos mucho -se dice a los niños- y triunfaréis”. En las últimas décadas, este consejo ha sido muy útil para quienes tenían talento y mostraban aplicación. Muchos han hecho su propia fortuna y viven holgadamente, al margen del dinero que hayan podido heredar. En la actualidad, sin embargo, la importancia de la riqueza heredada es cada vez mayor en el mundo rico, y eso constituye un problema.

Quienes viven en las economías avanzadas heredarán este año unos seis billones de dólares, en torno al 10% del PIB, frente al 5% de media en una selección de países ricos a mediados del siglo XX. Como porcentaje de la producción, los flujos anuales de las herencias se han duplicado en Francia desde la década de 1960, y en Alemania casi se han triplicado desde la década siguiente. Que un joven pueda permitirse comprar una casa y vivir con relativa holgura está ahora casi tan determinado por la riqueza heredada como por su propio éxito profesional. Este cambio tiene consecuencias económicas y sociales alarmantes, porque no sólo pone en peligro el ideal meritocrático, sino también el propio capitalismo.

Lee también

¿Viven menos las personas solas?

The Economist
Horizontal

En parte, el auge de las herencias es el reflejo de una sociedad más acomodada y envejecida. A medida que las economías se han ido enriqueciendo, han acumulado capital por trabajador, un capital alguien tiene que poseer. Sin embargo, dado que el ritmo de crecimiento económico se ha frenado y los mercados inmobiliarios han experimentado un auge, la proporción de esa riqueza con respecto a los ingresos se ha disparado. En ningún lugar esa combinación de riqueza inmensa y esclerosis persistente es más evidente que en Europa, donde el crecimiento de la productividad ha sido desalentador.

Más riqueza significa más herencia para los baby-boomers. Y, como la riqueza está distribuida de forma mucho más desigual que la renta, está naciendo una nueva heredocracia.

La generación anterior a los baby-boomers se ha enriquecido dejando a sus hijos una importante herencia que se repartirá de forma desigual

Es algo que puede verse en las cambiantes fortunas de los superricos. Durante gran parte del siglo XX, los patrimonios inmensos se fragmentaron muchas veces por malas inversiones, o por la guerra y la inflación. Según un cálculo, si las familias estadounidenses ricas en 1900 hubieran invertido de manera pasiva en Bolsa, gastado anualmente el 2% de su patrimonio y tenido el número habitual de hijos, hoy habría en Estados Unidos unos 16.000 milmillonarios de “dinero viejo”. En realidad, hay menos de 1.000 milmillonarios y la gran mayoría de ellos se han hecho a sí mismos.

Sin embargo, esas tendencias se están invirtiendo, quizás porque los milmillonarios acumulan riqueza, pero también porque saben conservarla mejor. En 2023, 53 personas se convirtieron en milmillonarias gracias a la herencia, una cifra no muy alejada de las 84 que se enriquecieron solas, según el banco UBS. Eso puede deberse a que ahora es fácil colocar la riqueza en un fondo indexado y a que se comprenden mejor los principios de la gestión de patrimonios. Además, muchos gobiernos han recortado obsequiosamente el impuesto de sucesiones.

El peso de las herencias en las economías avanzadas se ha doblado desde mediados del siglo XX hasta ahora

Sin embargo, lo más sorprendente de la heredocracia es que no afecta sólo a los ultrarricos. El heredero típico es alguien que hereda una casa normal, o el producto de su venta, y no un superyate o una mansión rural. Además, la riqueza inmobiliaria se ha disparado en las últimas décadas; sobre todo, en ciudades de la cúspide como Londres, Nueva York y ʲí. Quienes tuvieron la suerte de comprar propiedades antes del prolongado auge han ganado mucho dinero y transmitido una ganancia inesperada a sus herederos. Como consecuencia, los banqueros y los abogados corporativos libran ahora guerras de ofertas por casas pertenecientes al patrimonio de taxistas fallecidos. A medida que la vivienda se ha vuelto cada vez menos asequible en lugares como Nueva York y Londres, unos ingresos del percentil 90 se han vuelto demasiado pequeños para sufragar una vida del percentil 90. Hay que disponer también de un importante capital; y si ese capital no procede del patrimonio familiar, debe proceder del Banco de Mamá y Papá.

Considerando todo esto en su conjunto, empieza a resultar clara la creciente importancia de la herencia. En Gran Bretaña, se prevé que uno de cada seis nacidos en la década de 1960 reciba una herencia superior a diez años de ingresos anuales medios de esa generación. En el caso de los nacidos en la década de 1980, la proporción se eleva a uno de cada tres. Y la desigualdad en lo que se hereda es asombrosa. Se espera que una quinta parte de las personas de entre 35 y 45 años herede menos de 10.000 libras (12.000 euros), mientras que una cuarta parte heredará más de 280.000 libras (340.000 euros).

¿Hay que hacer o no hay que hacer testamento? ¿Es posible repartir una herencia sin que haya discusiones o rupturas familiares?

El momento de preparar la herencia es de gran importancia para los patrimonios

Nicolas Hansen

Para los partidarios del libre mercado, el auge de la nueva heredocracia debería ser profundamente inquietante. De entrada, crea una clase rentista que se enfrenta a una serie de malos incentivos. Un sistema fiscal plagado de lagunas significa que los ricos dedican mucho tiempo a burlar las normas; sería mejor que lo emplearan en dirigir su capital hacia usos más productivos. Para proteger sus activos, los propietarios se convierten en nimbys (“sí, pero aquí no”), bloquean la construcción y hacen que la vivienda deje de ser accesible a quienes no tienen un patrimonio heredado. Además, sabedores de que pueden confiar en la herencia, los nuevos rentistas no tienen muchos incentivos para trabajar o innovar.

Más preocupante aun es que una subclase de no beneficiarios se está quedando cada vez más atrás y muestra crecientes signos de desafección. Si la propiedad resulta cada vez más difícil de comprar y una vida holgada más difícil de alcanzar, el incentivo de los trabajadores jóvenes y ambiciosos para esforzarse se verá empañado. Y, cuando lleguen a la conclusión de que el sistema está amañado en contra de ellos, su apoyo a los partidos políticos mayoritarios se debilitará.

Lee también

Los medicamentos de China también sorprenden al mundo

The Economist
Beautiful Asian woman reading the ingredient label while shopping for multi vitamin & health supplements on shelf in supermarket. Heathy lifestyle concept.

Por ello, resulta urgente solucionar el problema. Sería una locura desear que la inflación y la guerra destruyeran las fortunas, como ocurrió en el siglo XX. The Economist lleva mucho tiempo argumentando que los impuestos de sucesión son la herramienta más justa para hacer frente a la herencia. Sin embargo, los impuestos son tan impopulares que, en lugar de aplicarlos, los gobiernos introducen una laguna tras otra, elevan el umbral a partir del cual se aplican o los suprimen por completo.

Por fortuna, existen otros remedios. Construir suficientes viviendas en el lugar adecuado es la principal medida que pueden adoptar los gobiernos para restaurar el vínculo entre trabajo y riqueza. También ayudaría la recaudación de suficientes impuestos anuales sobre la propiedad (sobre todo, los que se centran en el valor subyacente del suelo), porque el impuesto se capitalizaría como una caída en los precios de la vivienda, reduciendo las relaciones entre precio de la vivienda y ingresos. Y cualquier cosa que impulse el crecimiento económico, necesario con tanta urgencia en Europa, reduciría las relaciones entre la riqueza y el PIB. El apogeo de la meritocracia trajo consigo movilidad social, crecimiento y prosperidad. Con algo de esfuerzo, esos días pueden volver.

© 2025 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved

Traducción: Juan Gabriel López Guix

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...