El Dow Jones es uno de los termómetros de la economía de Estados Unidos y este lunes abrió de nuevo con síntomas de una elevada ansiedad.
Ese índice, que va camino de registrar el peor abril desde 1932, cayó más de 1.000 puntos (un 3%) al abrir esta nueva semana el mercado bursátil estadounidense. Ahí se refleja la gran preocupación por la guerra comercial desatada por Donald Trump y, además, por el recrudecimiento de las críticas a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), que no hacen más que subir la temperatura del nerviosismo. Cada vez que Trump suelta un exabrupto, los inversores tiritan. Finalmente, la caída fue algo más reducida: el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq se dejaron cerca del 2,5%.
Powell ha advertido contra una posible recesión persistente por el efecto de los aranceles impuestos Trump, por lo que el banco central estadounidense opta por la moderación y reitera su postura de observar qué sucede antes de decidir.
Trump, sin embargo, emergió como el maestro sanador y perseveró este lunes en su ataque a Powell, al que, con su estilo carente de respeto no cita por su nombre y apellido e insiste en llamarlo por el mote que le ha dado, responsabiliza de cualquier desastre por no ordenar el recorte de los tipos de interés.
Echarle la culpa a Powell no funcionó, al menos en la bolsa, con una caída pronunciada. Las tecnológicas bajaban de forma notable mientras que el dólar continuaba debilitándose. El Nasdaq sufrió arrastrado por grandes cotizadas tecnológicas como Tesla (-6%), Nvidia (-4,5%) o Amazon (-3,1%).
“Muchos piden recortes preventivos”, subrayó en el mensaje en su red social. “Con los costos de energía muy bajos, los precios de los alimentos (incluido el desastre de los huevos con Biden) sustancialmente más bajos y otras muchas cosas a la baja, no hay virtualmente inflación”, sostuvo. A pesar de su propaganda, los huevos se encarecieron un 5,9%, en marzo, mientras que la caída del petróleo es uno de los síntomas de una posible recesión en ciernes.