A finales de 1941, Rudolf H枚ss era un hombre preso de la angustia. Su superior, Heinrich Himmler, le hab铆a informado de que Auschwitz, el campo de concentraci贸n que dirig铆a, hab铆a sido elegido como centro de exterminio en masa para los jud铆os. La misi贸n le resultaba abrumadora. Deb铆a ampliar el campo para albergar a m谩s de cien mil prisioneros y resolver un problema: c贸mo matar a cientos de miles de personas de la forma m谩s r谩pida, barata y eficaz posible.
H枚ss no tard贸 en encontrar la soluci贸n: las c谩maras de gas. Recintos herm茅ticamente sellados en los que se introduc铆a el mortal pesticida Zyklon-B. Siguiendo esta t茅cnica, el comandante calculaba que se podr铆an matar a unas dos mil personas al mismo tiempo en apenas media hora. Luego los cad谩veres se incinerar铆an en grandes crematorios. 鈥淓ntonces me sent铆 muy tranquilo鈥, escribi贸 H枚ss. Hab铆a resuelto el problema.

Hoss se ajusta la corbata en una visita de Himmler a Auschwitz.
Este episodio resulta muy ilustrativo sobre la personalidad del comandante de Auschwitz. A H枚ss no le preocupaba estar preparando el asesinato de m谩s de un mill贸n de personas inocentes, sino defraudar a su jefe, no ser capaz de cumplir con sus 贸rdenes a la perfecci贸n. Le quitaba el sue帽o el estr茅s, la responsabilidad. No los remordimientos.
Un chico obediente
Rudolf Franz Ferdinand H枚ss naci贸 en 1901 en Baden-Baden, la elegante ciudad balneario del suroeste de Alemania. Aprendi贸 desde muy ni帽o a obedecer. Su padre era un comerciante local, ferviente patriota (hab铆a sido militar) y devoto cat贸lico, que lo educ贸 con disciplina castrense y dirigi贸 sus pasos hacia el sacerdocio. Sin embargo, la repentina muerte de este en 1914 y el estallido de la Primera Guerra Mundial trastocaron esos planes.
H枚ss minti贸 sobre su edad y se alist贸 en el ej茅rcito con catorce a帽os. Combati贸 en Oriente Pr贸ximo, donde fue herido varias veces y condecorado con la Cruz de Hierro. A su regreso, se encontr贸 solo: su madre hab铆a muerto en 1917 y sus dos hermanas hab铆an sido enviadas a un convento. Su tutor le ten铆a reservada plaza en el seminario, pero Rudolf decidi贸 tomar otro camino: se uni贸 a los Freikorps, una fuerza paramilitar ultranacionalista, y se march贸 a luchar al Este contra los bolcheviques.
A la vuelta, como hicieron la mayor铆a de sus camaradas, H枚ss ingres贸 en el partido nazi. Fue el afiliado n煤mero 3.240. Durante esa 茅poca trab贸 amistad con Martin Bormann, el futuro secretario personal de Hitler. Les un铆a el amor por la vida campestre (H枚ss hab铆a empezado a trabajar en una granja y Bormann era capataz) y el odio a la Rep煤blica de Weimar. En 1923 llevaron su activismo demasiado lejos: mataron a golpes a un maestro de escuela al que acusaban de traidor. H枚ss fue sentenciado a diez a帽os de prisi贸n.
Cuando sali贸 a los cuatro a帽os, gracias a una amnist铆a del gobierno, la vida de H枚ss pareci贸 tomar un nuevo rumbo, uno menos belicista. Se hab铆a unido al movimiento agrario-茅tnico Liga Artaman y formado una familia en una granja de Pomerania junto a su esposa Hedwig Hensel, con quien se hab铆a casado en 1929 y tendr铆a cinco hijos. Fue una 茅poca feliz, como recordar谩 m谩s adelante. Hasta que un hombre se cruz贸 en su camino: el jefe las SS Heinrich Himmler.
De granjero a carcelero
En 1933, con Hitler en el poder, a H枚ss le surgi贸 una nueva oportunidad laboral: dirigir una caballeriza en la granja donde trabajaba. La particularidad era que la cuadra era propiedad de las SS, y, para trabajar en ella, hab铆a que ser miembro de la organizaci贸n. Rudolf, gran amante de los caballos, no lo dud贸. Jur贸 lealtad a Himmler e ingres贸 en las SS.
Poco tiempo despu茅s, durante una inspecci贸n, coincidi贸 con el Reichsf眉hrer. Este le reconoci贸 de su 茅poca en los Freikorps y le convenci贸 para que sirviera al partido como soldado, no como granjero. Himmler le ofreci贸 formarse como supervisor en un campo de concentraci贸n reci茅n creado: Dachau.

Rudolf H枚ss (derecha), comandante de Auschwitz, junto a Josef Mengele (centro) y otro oficial en el campo nazi en 1944.
En 1934, H枚ss se traslad贸 con su familia a la prisi贸n situada en Baviera. Durante seis a帽os estuvo curti茅ndose en la dureza y la brutalidad de la vida en Dachau y, m谩s adelante, en el campo de Sachsenhausen. Poco a poco fue acostumbr谩ndose a ejercer la violencia y a convivir diariamente con el dolor de las v铆ctimas, hasta el punto de poder regresar tranquilamente a casa como quien vuelve de la oficina.
En abril de 1940, con la expansi贸n alemana hacia el Este ya en marcha, la carrera de H枚ss dio un giro decisivo. Recibi贸 el encargo de dirigir un campo de concentraci贸n que se iba a construir en una peque帽a poblaci贸n polaca cercana a Cracovia: O艣wi臋cim, conocida en alem谩n como Auschwitz.
La muerte es mi oficio
Rudolf se instal贸 con su familia en Auschwitz en oto帽o de 1940. El campo estaba compuesto por una veintena de m贸dulos donde hab铆an encerrado a los primeros prisioneros, la mayor铆a, presos pol铆ticos polacos. Encima de la puerta de entrada, con letras forjadas en hierro, se pod铆a leer: Arbeit Macht Frei (el trabajo os hace libres).
Fiel a su car谩cter, H枚ss se dedic贸 en cuerpo y alma a la organizaci贸n del campo. A menudo se sent铆a abrumado por las exigencias de Berl铆n: ampliaci贸n de instalaciones, construcci贸n de f谩bricas anexas, explotaci贸n de recursos naturales鈥 Pero 鈥渘o quer铆a dejarme vencer por las dificultades鈥, escribi贸, 鈥渆ra demasiado ambicioso para eso鈥. Siempre que pod铆a, tomaba la iniciativa e intentaba ir m谩s all谩 de lo que se le exig铆a.

Supervivientes del horror nazi.听
Una de esas ampliaciones fue el campo de Birkenau. La invasi贸n de la Uni贸n Sovi茅tica (junio de 1941) y la 鈥渟oluci贸n final鈥 para exterminar a los jud铆os (enero de 1942) modificaron dr谩sticamente las funciones de Auschwitz: de campo de concentraci贸n pas贸, principalmente, a campo de exterminio.
En 1943, H枚ss era el comandante de la f谩brica de matar m谩s eficiente de todo el Reich. Miles de personas llegaban todos los d铆as para ser asesinadas en las c谩maras de gas. 鈥淣o fue dif铆cil鈥, confes贸. 鈥淓l asesinato en s铆 mismo tom贸 el menor tiempo. Pod铆amos eliminar a dos mil por hora, pero la cremaci贸n era m谩s lenta y trabajosa鈥.
Tras una larga jornada de matanzas, H枚ss volv铆a a cenar con su familia en el chal茅 donde resid铆an, anexo al campo. Su mujer calific贸 su vida en Auschwitz como 鈥減aradis铆aca鈥. Estaba rodeada de lujos provenientes del saqueo (la corrupci贸n en el campo era generalizada) y pose铆a servicio dom茅stico esclavo. Una de sus hijas, Brigitte, quien luego ser铆a modelo de Balenciaga en Espa帽a, defini贸 a su padre en una entrevista como 鈥渆l hombre m谩s bueno del mundo鈥.
El final de H枚ss
El avance del Ej茅rcito Rojo oblig贸 a los nazis a desmantelar Auschwitz y destruir todas las evidencias del genocidio. H枚ss huy贸 del campo junto a su familia disfrazado de marinero y con el nombre falso de Franz Lang. Fue detenido en Alemania por las tropas brit谩nicas. En un primer momento fue liberado. El disfraz hab铆a funcionado. Pero meses despu茅s, tras haber presionado a su mujer en un interrogatorio (amenazaron con deportar a sus hijos), los brit谩nicos lograron arrestarlo definitivamente.

Rudolf H枚ss, durante su juicio.
H枚ss confes贸 su identidad (llevaba meses en una granja haci茅ndose pasar por campesino) y los cr铆menes que hab铆a cometido. Fue juzgado por un tribunal polaco y condenado a muerte. Adem谩s, decidi贸 testificar para la acusaci贸n en los juicios de N煤remberg. No lo hizo por arrepentimiento, sino por la conmoci贸n que sufri贸 al escuchar a los l铆deres del partido renegar de la ideolog铆a en la que 茅l cre铆a profundamente.
Durante el encarcelamiento escribi贸 sus memorias (de car谩cter justificativo, pero de gran valor documental para la posterior investigaci贸n sobre el Holocausto) y fue visitado por un psiquiatra estadounidense, quien lo calific贸 de 鈥減sic贸pata amoral鈥 y destac贸 su 鈥渋ndiferencia ante los asesinatos en masa de los que se le acusa鈥.

Hoss, camino del cadalso.
Rudolf H枚ss fue ahorcado el 16 de abril de 1947. La ejecuci贸n, llevada a cabo en un cadalso colocado a pocos metros de donde se encontraba uno de los crematorios de Auschwitz, tuvo que posponerse dos d铆as por temor a que los habitantes del pueblo y antiguos prisioneros intentaran lincharlo. Su cuerpo fue enterrado en una tumba sin nombre.
Whitney Harris, fiscal estadounidense que particip贸 en los juicios de N煤remberg e interrog贸 a H枚ss, coment贸 en una entrevista en 2005 que este le pareci贸 una persona normal y corriente, como un 鈥渄ependiente de una tienda de comestibles鈥. Y eso era lo m谩s aterrador: comprobar con qu茅 facilidad una persona normal, intoxicada de odio y con un desmedido sentido del deber, se convirti贸 en uno de los mayores genocidas de la historia.