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La Europa de los mosqueteros que proyect贸 Jacques Delors

Discursos del siglo XX

El expresidente de la Comisi贸n Europea fue el art铆fice de la uni贸n econ贸mica y monetaria y el libre ejercicio de trabajadores en toda la UE, aunque no log贸 avanzar en la unidad pol铆tica, social y cultural

Jacques Delors durante su etapa como presidente de la Comisi贸n Europea, en 1994

Jacques Delors durante su etapa como presidente de la Comisi贸n Europea, en 1994

Franck Fife / AFP

El contexto

La Uni贸n Europea no existir铆a sin las ideas de Jean Monnet y la determinaci贸n Robert Schuman, peo tampoco ser铆a como la conocemos hoy sin el impulso de Jacques Delors, presidente de la Comisi贸n Europea entre 1985 y 1995 y gran fact贸tum de la actual uni贸n econ贸mica y monetaria. Si bien su sue帽o de una Europa unida pol铆tica, social y culturalmente distan mucho de la realidad actual. Seg煤n su receta y a su pesa, en eso Europa tambi茅n ha sido pragm谩tica.

Apadrinado ni m谩s ni menos que por el presidente franc茅s Fran莽ois Mitterrand, con quien ocup贸 la cartera de 贰肠辞苍辞尘铆补 en su primer mandato, y por el canciller alem谩n Helmut Kohl, Delors entr贸 en la Comisi贸n por la puerta grande y en apenas una d茅cada afront贸 la ampliaci贸n de la Uni贸n Europea con los ingresos de Portugal y Espa帽a en 1986 y de Austria, Finlandia y Suecia ya en 1995; la aprobaci贸n del Acta 脷nica Europea (1986) para la uni贸n econ贸mica y monetaria que acabar铆a trayendo consigo el euro, y los acuerdos de Schengen, que supondr铆an el libre ejercicio de trabajadores en todos los pa铆ses de la Uni贸n.

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Trabajador incansable y orador impetuoso, Delors siempre movi贸 su acci贸n de gobierno entre plazos y objetivos que trat贸 de cumplir a rajatabla, si bien estableci贸 el pragmatismo como aut茅ntica vara de medir: lo que es bueno para uno debe de ser bueno para todos. De aqu铆 que en sus discursos apareciese a menudo la popular m谩xima de los mosqueteros: todos para uno y uno para todos. T茅cnicamente fue impecable, aunque pec贸 de optimismo en 谩mbitos que los estados miembros siguen reserv谩ndose, como la acci贸n exterior, la fiscalidad o las pol铆ticas sociales.

Tambi茅n choc贸 con la pol铆tica interna y, sobre todo, la globalizaci贸n, su ambici贸n por construir un espacio cultural europeo, por m谩s que el programa Erasmus fue y sigue siendo uno de los grandes 茅xitos que se le deben otorgar. No se puede decir lo mismo de los ambiciosos programas de producci贸n audiovisual europea, ya que la cultura popular que sigue uniendo a los ciudadanos de la UE sigue proviniendo de otros continentes.

En su prime balance ante el Parlamento Europeo en su sede de Estasburgo, el 17 de enero de 1989, y tras la exitosa 鈥搚 entonces dudosa鈥 integraci贸n de Espa帽a en el ya club de los Doce, Delors expuso su ambicioso programa en un discurso que ofrecemos extractado. Tras su reciente muerte, su figura se engrandece y engradece tanto sus logros como sus aspiraciones.

El discurso

鈥淪e帽or presidente, se帽oras y se帽ores:

鈥滺ace cuatro a帽os les present茅 las orientaciones propuestas por la nueva comisi贸n. Termin茅 mi intervenci贸n destacando que Europa ten铆a que afrontar tres grandes retos. Sigue siendo lo mismo hoy en d铆a. Debemos demostrar, les dije, que podemos actuar como un grupo de doce y no simplemente estancarnos y vivir fragmentariamente. El m茅todo dio sus frutos, creo, al final de las tres etapas del relanzamiento de la construcci贸n europea: la adopci贸n del objetivo de 1992, el Acta 脷nica, es decir, la mejora y el enriquecimiento del Tratado de Roma, y, finalmente, la financiaci贸n reforma que abre posibilidades m谩s amplias para la acci贸n comunitaria.

鈥滶ste m茅todo sigue siendo v谩lido hoy. Nada nos distraer谩 de nuestra obsesi贸n: lograr el Acta 脷nica. Segundo desaf铆o: la influencia de Europa. El imperativo persiste. Debemos demostrar que la comunidad habla con una sola voz y que es un actor y no simplemente un sujeto de la historia contempor谩nea. Aunque nuestra comunidad es cada vez m谩s tomada en serio y, signo de los tiempos, acusada por algunos de querer encerrarse en s铆 misma, o deseada por otros que quieren unirse a ella o cooperar m谩s con ella, medimos el camino que queda por recorrer. La Europa asociada, seg煤n la expresi贸n propuesta por la Comisi贸n, requiere m谩s cohesi贸n, m谩s sentido de responsabilidad, m谩s iniciativas. La historia est谩 llamando a nuestra puerta. 驴Vamos a fingir que somos sordos?

鈥滷inalmente, el tercer desaf铆o es el de la civilizaci贸n. En 1985 ped铆 que afirm谩ramos nuestros valores, que logr谩ramos las s铆ntesis esenciales entre las limitaciones del mundo en formaci贸n y las aspiraciones a menudo contradictorias de nuestros contempor谩neos. El desaf铆o sigue ah铆 porque, por esencial que sea nuestro 茅xito en el 谩mbito econ贸mico, no bastar谩 con crear un gran mercado sin fronteras, ni siquiera 鈥搇o que implica el Acta 脷nica鈥 este espacio econ贸mico y social com煤n. A nosotros nos corresponde, antes de 1993, dar m谩s consistencia a esta comunidad y, por qu茅 no, m谩s alma.

Debemos demostrar que la comunidad habla con una sola voz; la historia llama a nuestra puerta, 驴vamos a fingir que somos sordos?

鈥滱s铆, tanto desde el punto de vista del esp铆ritu de su acci贸n como del m茅todo que debemos seguir y de los objetivos que debemos alcanzar, la nueva comisi贸n se sit煤a, sin dudarlo, bajo el signo de la continuidad. No podemos resignarnos a la falta de sentido exterior de la comunidad. No podemos desarmarnos ante el creciente desorden o la injusticia en el mundo. Europa debe permanecer fiel a lo mejor en su concepci贸n de la vida en sociedad, en su consideraci贸n por cada persona humana.

鈥滾a comunidad como tal debe asumir todas sus responsabilidades. Redescubramos, si lo desean, por un momento, los caminos del Acta 脷nica. 驴Qu茅 vemos hoy? Europa est谩 en marcha, la casa est谩 en orden y la econom铆a de la comunidad est谩 en consonancia con la de sus principales socios comerciales. Puedo decirlo sin falsa humildad, pero tambi茅n sin alardes: los objetivos que nos proponemos, estamos en camino de alcanzarlos plenamente.

鈥滶stamos en el proceso de dar a luz a una Europa diferente, avanzando con pasos firmes hacia la Uni贸n Europea, objetivo, les recuerdo, del Acta 脷nica. En comparaci贸n con la fecha m谩gica y movilizadora de 1992, estamos a mitad de camino y el movimiento ya se nota en todos los frentes, gracias en particular al refuerzo 鈥搚 no, como algunos pensaban, a pesar del refuerzo鈥 de Espa帽a y Portugal. La excelente preparaci贸n de estos dos pa铆ses antes de su entrada en la Comunidad les permiti贸 inmediatamente integrarse plenamente. Y, como suele ocurrir con los 煤ltimos conversos, aportaron fuerza, entusiasmo y juventud a nuestro proyecto. Estoy seguro de que la presidencia espa帽ola confirmar谩 los m茅ritos y el vigor de esta nueva transfusi贸n de sangre.

Por esencial que sea nuestro 茅xito en el 谩mbito econ贸mico, no bastar谩; nos corresponde dar m谩s consistencia a esta comunidad

鈥澛緾贸mo no subrayar que a mitad de camino se han decidido pr谩cticamente la mitad de las medidas necesarias para conseguir un mercado importante y que el camino para la mitad restante est谩 claramente trazado? No habr谩 sorpresas, los agentes econ贸micos lo saben, la ruta est谩 marcada. Sin duda, por eso parecen m谩s en茅rgicos que los pol铆ticos. Nunca podremos enfatizar lo suficiente en qu茅 medida, en un universo tan incierto como el nuestro, el marco y el programa establecidos para 1992 proporcionan un activo a quienes toman las decisiones para reducir la incertidumbre y reforzar sus estrategias.

鈥漈omemos primero el gran mercado sin fronteras. M谩s all谩 de la contabilidad de las decisiones, la evoluci贸n cualitativa es sorprendente. As铆, la armonizaci贸n de las normas t茅cnicas y la normalizaci贸n, que a veces es sustituida por el simple reconocimiento mutuo, ha dado un inmenso salto adelante. Ya no es el tiempo en que se necesitaban 18 a帽os para aprobar una directiva sobre los arquitectos, o 16 a帽os para un texto sobre los farmac茅uticos. Tambi茅n se han adoptado todas las medidas necesarias para la completa liberalizaci贸n de los movimientos de capitales, garantizando as铆 la creaci贸n de un verdadero mercado de servicios financieros en Europa, cuya importancia para la competitividad y la financiaci贸n de nuestros ahorros es de todos conocida.

鈥漎, seg煤n un c铆rculo virtuoso que no debemos perder de vista, esta misma perspectiva requerir谩 un acercamiento de los sistemas tributarios y un fortalecimiento de la cooperaci贸n monetaria. En el caso de la cooperaci贸n monetaria, esto se hizo dos veces, les recuerdo, en Palermo en 1985 y luego en Nyborg en 1987, para mayor beneficio de un sistema monetario europeo que pudo as铆 demostrar su doble utilidad: como poderoso incentivo para la convergencia de las econom铆as 鈥搇os resultados est谩n ah铆鈥, como una isla de relativa estabilidad en un universo monetario todav铆a dominado por la ausencia de visibilidad y por oscilaciones dif铆ciles de controlar.

Estamos en el proceso de dar a luz a una Europa diferente, avanzando con pasos firmes hacia la Uni贸n Europea

鈥滲ienes y servicios, capitales, pero tambi茅n personas, el cuarto aspecto previsto por el Tratado de Roma. La directiva sobre el reconocimiento de t铆tulos garantizar谩 en 煤ltima instancia que los ciudadanos europeos cualificados puedan ejercer su profesi贸n en todo el territorio de la Comunidad, un s铆mbolo sin precedentes de que nuestro espacio econ贸mico y social est谩 cambiando de dimensi贸n. De ah铆 la perspectiva que ya plante茅 a los interlocutores sociales de un mercado laboral europeo. Tambi茅n observar谩n que la din谩mica del cambio se ha extendido a todas las actividades comunitarias. Habr谩 un mercado 煤nico para todas las actividades, incluido el transporte, la energ铆a y los nuevos productos generados por la ciencia. Esto dar谩 lugar, y ya est谩 dando lugar, a mayores oportunidades para los consumidores europeos.

鈥漃or eso, se帽oras y se帽ores, insisto no s贸lo en la creaci贸n de un espacio sin fronteras, sino tambi茅n en pol铆ticas de apoyo que abran perspectivas a los hombres y mujeres de la Comunidad. En una palabra, queremos aplicar el Acta 脷nica, pero el Acta 脷nica completa. De lo contrario, 驴c贸mo construiremos Europa si los hombres y mujeres en su trabajo, los empleados, los l铆deres empresariales, los agricultores, los industriales y las profesiones liberales no son sus primeros constructores? 驴C贸mo crearemos Europa si abandonamos 鈥揺s decir, si dejamos a otros, a los estadounidenses y a los japoneses鈥 un instrumento de acercamiento y de cultura tan fuerte como es la televisi贸n?

鈥澛緾贸mo haremos Europa si seguimos, cada uno en nuestro rinc贸n, realizando investigaciones de forma dispersa, fuente de riqueza pero tambi茅n de esperanza para la el futuro? 驴C贸mo construiremos Europa si aceptamos la banalizaci贸n de sus paisajes y la degradaci贸n de su medio ambiente? 驴C贸mo construiremos Europa si los j贸venes no ven en ella un proyecto colectivo y una representaci贸n de su propio futuro? De ah铆 la cohesi贸n, de ah铆 la solidaridad.

Insisto no s贸lo en la creaci贸n de un espacio sin fronteras, sino tambi茅n en pol铆ticas de apoyo que abran perspectivas a los hombres y mujeres

鈥滾a preocupaci贸n por una Europa fuerte debe ser nuestra obsesi贸n. En consecuencia 鈥搚 hay que subrayarlo hoy鈥, si la brecha aumenta a煤n m谩s entre el progreso de la Europa econ贸mica y las vacilaciones de la Europa en pol铆tica exterior, podr铆a resultar en un debilitamiento de nuestro dinamismo y de nuestra voluntad. Porque, como saben, cada vez es m谩s dif铆cil separar la econom铆a de la pol铆tica. Debo recordar, adem谩s, que los Doce afirmaron solemnemente, en el pre谩mbulo del Acta 脷nica, su deseo de crear la Uni贸n Europea, es decir: uno por doce, doce por uno.

鈥漇e帽oras y se帽ores, cuando una comisi贸n acaba de completar su mandato y otra le ha sucedido para llevar a cabo el trabajo emprendido, Europa, obviamente, no puede ignorar los movimientos en el mundo. Si se presentan oportunidades, debe aprovecharlas. Si se le plantean nuevos desaf铆os, debe afrontarlos. Porque la historia no espera. A veces llega a molestarnos cuando queremos concentrarnos en nuestro trabajo, en este caso en tejer todos los hilos del Acta 脷nica. Entonces, 驴cu谩les son estas oportunidades a aprovechar? Impulsar una Europa de los ciudadanos y poner en marcha la Uni贸n Econ贸mica y Monetaria.

鈥滾a historia no espera, y 1992 est谩 demasiado cerca para no pensar en la era posterior a 1992. Dos perspectivas deben, a partir de ahora, movilizarnos. En primer lugar, dar a la Comunidad la dimensi贸n necesaria para la educaci贸n, la cultura y los problemas sociales y, en segundo lugar, dar respuesta a la llamada de otras Europas. El primer desaf铆o corresponde a esta pregunta que todos nos hacemos: 驴de qu茅 es capaz todav铆a la civilizaci贸n europea? 驴C贸mo podemos revivir las fuerzas que lo crearon y revivir estos humanismos vivientes? La respuesta evidentemente reside en el tr铆ptico educaci贸n, cultura y sociedad.

Si aumenta la brecha entre el progreso de la Europa econ贸mica y las vacilaciones de la Europa en pol铆tica exterior, nos debilitaremos

鈥漃ara esas otras Europas, la pregunta que surge es simple: 驴C贸mo podemos conciliar el 茅xito de la integraci贸n de los Doce sin hacer retroceder a quienes tienen tanto derecho como nosotros a llamarse europeos? Como saben, la Comisi贸n ya ha adoptado una posici贸n de principio: priorizar la profundizaci贸n sobre la ampliaci贸n. De hecho, nada deber铆a distraernos de nuestro deber: aplicar el Acta 脷nica. Dicho esto, esto no nos ha impedido en modo alguno reforzar los acuerdos con los pa铆ses de la Asociaci贸n Europea de Libre Comercio, as铆 como con ciertos pa铆ses del Este, o incluso con aquellos que llamo los hu茅rfanos de Europa: Chipre, Malta, Yugoslavia y tambi茅n con Turqu铆a.

鈥滺asta ahora hemos caminado con ellos en el camino abierto por la Declaraci贸n de Luxemburgo de 1984, el del fortalecimiento continuo de la cooperaci贸n pragm谩tica. A medida que avanzamos, la pendiente se hace m谩s pronunciada, nos acercamos al momento en que el escalador piensa en tomar aire y detenerse para preguntarse 鈥搚 ellos tambi茅n se preguntan鈥: 驴Es esta la direcci贸n correcta? 驴Estamos bien equipados para continuar por este camino? Me parece que al comienzo de esta reflexi贸n se nos abren dos caminos: o continuar en el marco de las relaciones actuales, esencialmente bilaterales, para llegar finalmente a una zona de libre comercio que abarque a la Comunidad y a los pa铆ses pertenecientes a la Asociaci贸n Europea de Libre Comercio. O buscar una nueva forma de asociaci贸n, m谩s estructurada a nivel institucional, con 贸rganos comunes de decisi贸n y gesti贸n, para aumentar la eficacia de nuestra acci贸n. Esto subrayar铆a la dimensi贸n pol铆tica de nuestra cooperaci贸n en los 谩mbitos econ贸mico, social, financiero e incluso cultural. En cuanto al marco institucional de esta cooperaci贸n, es prematuro entrar en detalles.

鈥漇e帽or铆as, la Comunidad no es s贸lo un gran mercado. Tambi茅n es un espacio econ贸mico y social sin fronteras, destinado a transformarse en una uni贸n pol铆tica, incluida una mayor cooperaci贸n en materia de pol铆tica exterior y de seguridad. Este contrato matrimonial, repito, es indivisible, aunque todas estas estipulaciones a煤n no se hayan cumplido. S贸lo esta afectio societatis que nos une nos permite superar las dificultades y las contradicciones, en una palabra, avanzar en todos los 谩mbitos de la acci贸n colectiva. Mi opini贸n personal es que la Comunidad de los Doce debe estar disponible para un debate en profundidad sobre las posibilidades de una cooperaci贸n reforzada, o incluso ampliada, con estos pa铆ses.

La Comunidad no es s贸lo un gran mercado, tambi茅n es un espacio econ贸mico y social sin fronteras destinado a transformarse en una uni贸n pol铆tica

鈥漇e帽oras y se帽ores, me parece que, en el nuevo impulso de la construcci贸n europea, por el momento hemos logrado conciliar visi贸n y pragmatismo. No les he ocultado nada sobre las insuficiencias o contradicciones, tal como me parecen, de la construcci贸n europea. Pero es 煤til marcar claramente los avances logrados en los 煤ltimos cuatro a帽os gracias a la ayuda de todos. Es bueno resaltar el cambio radical del clima en nuestra Europa, aunque hay muchas preocupaciones que disipar, muchos esfuerzos que hacer, para preparar los pr贸ximos acontecimientos.

鈥滶uropa, amenazada por cansarse de sus divisiones, sigue siendo tremendamente rica en sus diversidades. Conviene preservarlas, o mejor a煤n, hacerlas fructificar para el bien com煤n. Y, en 煤ltima instancia, nuestro sentimiento de compartir esta aventura colectiva s贸lo puede fortalecer nuestro sentimiento de pertenencia a una de nuestras viejas naciones. S铆, repito, nuestro orgullo nacional no tiene por qu茅 desvanecerse, como tampoco nuestras preferencias filos贸ficas o pol铆ticas. Despu茅s de todo, 驴no queremos ser los defensores de una democracia renovada? 驴Defensores de los derechos humanos, defensores del pluralismo? As铆 pues, se帽oras y se帽ores, les repito: Europa ser谩 plural o no ser谩; Europa ser谩 europea o no ser谩 nada.鈥

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