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El declive de la Alemania de 1922 que Solmssen narró en ‘Una princesa en Berlín’

Historia

La obra contextualiza lo que supuso la República de Weimar y explica algunos de los factores económicos, políticos y sociales que acabaron derivando en el ascenso del nazismo y el inicio de la II Guerra Mundial

El mariscal alemán Paul von Hindenburg (1847-1934)

El mariscal alemán Paul von Hindenburg, que presidió la República de Weimar entre 1925 y 1934

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Viendo los acontecimientos acaecidos en Alemania en los últimos días, vale la pena aproximarse a la novela Una princesa en Berlín, escrita en 1980 por Arthur R. G. Solmssen, y que, al margen de la historia que narra, es un testimonio histórico de enorme valor para comprender algunos de los elementos que derivaron años después en la peor tragedia conocida nunca en Europa. Ambientada en la década de 1920, la novela nos sumerge en el turbulento escenario de la República de Weimar, un período marcado por la inestabilidad política, la crisis económica y las tensiones sociales que desembocaron en el ascenso del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. A través de sus personajes y su trama, la obra ofrece una mirada profunda y humanizada sobre los factores que contribuyeron al declive de la primera democracia alemana y al colapso moral de una sociedad al borde del abismo.

La obra ofrece una mirada profunda y humanizada sobre los factores que contribuyeron al declive de la primera democracia alemana

Para comprender plenamente el alcance de Una princesa en Berlín, es esencial situar la obra en su contexto histórico. La República de Weimar (1919-1933) nació de las cenizas de la Primera Guerra Mundial y del Tratado de Versalles, que impuso duras condiciones a Alemania, incluyendo reparaciones económicas exorbitantes y la pérdida de territorios. Este tratado, percibido como una humillación por gran parte de la población alemana, generó un sentimiento de resentimiento y desesperación que permeó todos los estratos sociales.

La novela de Solmssen captura magistralmente este ambiente de desesperanza. A través de los ojos de Peter Ellis, el protagonista estadounidense que llega a Berlín en 1922, el lector es testigo de las consecuencias devastadoras de la hiperinflación, que alcanzó su punto álgido en 1923. La escena en la que Peter observa a personas transportando carretillas llenas de billetes para comprar una barra de pan es una metáfora poderosa del colapso económico y moral de la época. La inflación no solo destruyó los ahorros de la clase media, sino que también erosionó la confianza en las instituciones y en el sistema democrático.

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Uno de los mayores aciertos de la obra es su capacidad para retratar la profunda fragmentación social y política que caracterizó a la República de Weimar. La novela nos presenta una sociedad dividida entre los nostálgicos del Imperio alemán, los partidarios de la democracia, los comunistas y los emergentes movimientos de extrema derecha. Esta división se refleja en los personajes secundarios, cada uno de los cuales representa una facción distinta del espectro político y social.

Por ejemplo, la familia von Waldstein, aristócratas venidos a menos, encarna la nostalgia por el antiguo régimen y el desprecio hacia la democracia. Por otro lado, los personajes vinculados al mundo del arte y la cultura, como la actriz Lili, representan la efervescencia creativa de la época, pero también la fragilidad de una sociedad que busca escapar de la realidad a través del hedonismo y la experimentación. Finalmente, la presencia de grupos paramilitares y conspiradores de ultraderecha anticipa el ascenso del nazismo y la violencia política que caracterizaría los años 30.

La novela retrata la profunda fragmentación social y política que caracterizó a la República de Weimar

La novela también destaca el papel central de la cultura y el arte en la Berlín de los años 20, un período conocido como la “Edad de Oro” de la cultura alemana. Berlín se convirtió en un crisol de ideas y movimientos artísticos, desde el expresionismo hasta la Nueva Objetividad, y en un refugio para intelectuales y artistas de toda Europa; también en un lugar donde era posible expresarse en libertad en ciertos locales (como bien se retrata en la película Cabaret, 1972). Sin embargo, Solmssen no idealiza este florecimiento cultural; por el contrario, lo presenta como un fenómeno ambiguo, marcado tanto por la creatividad como por la decadencia.

El autor nos traslada que el arte no es solo una forma de expresión, sino también un reflejo de las tensiones y contradicciones de la época. Las discusiones entre los personajes sobre el papel del arte en la sociedad revelan las divisiones ideológicas y la búsqueda de sentido en un mundo que parece desmoronarse. Esta dualidad entre creatividad y desesperación es uno de los temas centrales de la novela y una de las claves para entender la complejidad de la República de Weimar.

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Aunque la novela se desarrolla principalmente en los años 20, contiene numerosos indicios del ascenso del nazismo y el colapso moral que caracterizaría a Alemania en la década siguiente. La presencia de personajes antisemitas y la creciente influencia de las ideas de extrema derecha son señales ominosas de lo que estaba por venir. Solmssen no aborda directamente el régimen nazi, pero su obra permite entender las condiciones que lo hicieron posible.

Uno de los aspectos más inquietantes de la novela es la forma en que retrata la normalización de la violencia y el odio. Los actos de violencia política, como los asesinatos de figuras públicas, son presentados como hechos cotidianos, casi inevitables. Esta normalización de la violencia es un recordatorio de cómo las sociedades pueden deslizarse hacia la barbarie cuando las instituciones democráticas se debilitan y el discurso del odio se impone.

Uno de los aspectos más inquietantes de la novela es la forma en que retrata la normalización de la violencia y el odio

El protagonista, Peter Ellis, es un personaje clave para entender la perspectiva de la novela. Como estadounidense, Peter representa la mirada externa, curiosa pero también crítica, sobre la realidad alemana. Su relación con los personajes alemanes, en particular con la princesa Christina von Waldstein, le permite explorar las contradicciones y tensiones de una sociedad en crisis.

A través de Peter, Solmssen plantea preguntas incómodas sobre la responsabilidad individual y colectiva. ¿Hasta qué punto los alemanes eran conscientes de las consecuencias de sus acciones? ¿Cómo fue posible que una sociedad culta y avanzada sucumbiera al totalitarismo? Estas preguntas, aunque no se responden explícitamente en la novela, resuenan a lo largo de la trama y invitan al lector a reflexionar sobre las lecciones de la historia.

Una princesa en Berlín es, en última instancia, una obra necesaria para entender no solo el pasado, sino también el presente. La novela nos recuerda que las crisis políticas y económicas, cuando no se abordan de manera adecuada, pueden tener consecuencias devastadoras. Al mismo tiempo, nos muestra la importancia de la cultura y el arte como herramientas para resistir la deshumanización y preservar la dignidad en tiempos oscuros.

'Una princesa en Berlín' de Arthur R. G. Solmssen.

'Una princesa en Berlín' de Arthur R. G. Solmssen.

En un mundo donde los fantasmas del populismo y la intolerancia amenazan otra vez las democracias liberales, la obra de Solmssen adquiere una relevancia especial. Nos invita a no olvidar las lecciones de la historia y a estar atentos a las señales de alarma que, como en la Alemania de los años 20, pueden anunciar el colapso de la democracia y el triunfo de la barbarie.

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