Desde la cueva del malvado león Scar en la película El rey león (1994) hasta la intimidante casa de diseño del Dr. Julius No en Agente 007 contra el Dr. No (1963), la representación de una “guarida” de los villanos siempre ha sido una idea sugerente en el cine y la literatura. En el caso de El Señor de los Anillos (1954), de Tolkien, esa idea se llevó al límite. Barad-dûr, la torre oscura de Sauron en Mordor, parece querer representar la visión de lo perverso, como si fuera un reflejo del infierno.
Sin embargo, poco se parecía a Barad-dûr el refugio de Adolf Hitler en los Alpes bávaros. Decorada al uso tradicional de la región, era una casa alegre, donde nunca faltaban los niños y las mascotas, y que Eva Braun inmortalizó en sus películas caseras. ¿Un lugar hogareño?, sin duda, y también la casa del hombre que hizo exterminar a millones de personas.

Hitler con la familia Goebbels en el Nido del Águila en 1938
La historia demuestra que en la vida real el mal siempre es mucho más banal que en el arte. Algunos dictadores se agenciaron refugios bellísimos en los que disfrutar con su círculo más íntimo.
El Nido del Águila de Hitler
La Kehlsteinhaus, el célebre Nido del Águila de Adolf Hitler, no era en realidad su refugio predilecto. Inaugurado en 1939, fue construido en una loma a 1.834 metros de altura. Tras un recorrido de seis kilómetros por una carretera sinuosa, los últimos 124 metros debían ser salvados en ascensor.
Puesto que el lugar se proyectó también para las visitas de Estado, está ricamente decorado. No al modo de los monumentales edificios nazis, a medio camino entre el Neoclasicismo y el Art Déco, sino con un estilo más personal y vanguardista. De hecho, el mobiliario interior fue obra del decorador judío Paul László, que una vez exiliado triunfó en Estados Unidos.

El arquitecto e interiorista húngaro Paul László en una foto sin datar
Aunque no fue por eso que Hitler postergó esa mansión, sino porque prefería pasar sus vacaciones en una casita de madera ubicada a poca distancia de allí, que había adquirido con los beneficios de las ventas del Mein Kampf.

Adolf Hitler y Eva Braun en el Berghof en 1942.
Conocida como el Berghof, y decorada al estilo rústico de las casas bávaras, fue en ese lugar donde se reunió con familiares y amigos. No solo eso; durante muchos meses llevó desde allí la dirección de la guerra. Todo para tormento de los vecinos, que fueron desalojados de sus domicilios para crear un cordón de seguridad alrededor de toda la montaña.
La casa del ‘terror’ de Stalin
Algo parecido hizo Stalin con su dacha en Kuntsevo, entonces a las afueras de Moscú. Para acceder al perímetro era necesario pasar por dos cordones de seguridad. A su vez, armados hasta con armas antiaéreas, en el terreno boscoso había 300 agentes del NKVD, precedente del KGB.