bet365

Una puerta secreta, una isla desaparecida y una conspiración católica: la historia de Westminster

Coloso neogótico

Bajo el actual complejo, que data de 1865, se esconden ochocientos años de historia del parlamentarismo inglés. Por eso los arqueólogos no dejan de encontrarse con sorpresas

De vertedero a fuerte y cochera: lo que había antes donde ahora vemos la Ópera de Sydney

El palacio de Westminster, en Londres, sede de las dos cámaras parlamentarias británicas

El palacio de Westminster, en Londres, sede de las dos cámaras parlamentarias británicas

Diliff/CC BY-SA 2.5

A inicios de 2020, mientras trataban de poner orden en sus archivos, miembros del equipo de patrimonio del palacio de Westminster dieron con algo inesperado. Entre los miles de documentos sin catalogar –cerca de 10.000–, figuraban los planos de una antigua puerta ceremonial que, supuestamente, tenía que estar detrás del Westminster Hall, el gran salón donde, en septiembre pasado, miles de personas se despidieron de la reina Isabel II.

Decimos supuestamente porque, al construirse en 1840 el nuevo Parlamento británico, se creía que lo único que quedaba del antiguo eran ese Westminster Hall, un torreón del siglo XIV, una cripta y parte de un claustro del siglo XV. Sin embargo, cuando los funcionarios hicieron caso al mapa y se pusieron a recorrer la cubierta que revestía un lado de ese claustro, descubrieron que uno de los paneles de madera mostraba el orificio de una cerradura.

Como contó la asesora de patrimonio Liz Hallam-Smith en una entrevista en la BBC, entonces decidieron hacer lo que haría cualquiera. Llamaron a un cerrajero que, no sin esfuerzo, logró abrir lo que resultó ser una portezuela que daba a una cámara secreta. Y allí, ante ellos, apareció una inmensa puerta.

De 3,5 metros de altura, formaba parte de un largo pasadizo ideado para que la entrada de los invitados a la coronación de Carlos II (1630-1685) fuera más pomposa. El corredor se mantuvo en uso hasta que un incendio arrasó con buena parte del complejo en 1834. Después, como el acceso ya no entraba en los planos del nuevo edificio, se tapió esa puerta, que quedó enclaustrada en aquel cuartito olvidado.

El problema del espacio se solucionó cuando Enrique VIII (1491-1547) adquirió una mansión a orillas del Támesis. Más bien, se hizo con ella, pues se trataba de la residencia de Thomas Wolsey (c. 1471-1530), otro ministro católico defenestrado cuando el monarca rompió con Roma.

El palacio de Westminster como se supone que era en tiempos de Enrique VIII. Al fondo, la abadía de Westminster

El palacio de Westminster como se supone que era en tiempos de Enrique VIII. Al fondo, la abadía de Westminster

Dominio público

Tras sucesivas ampliaciones, aquel palacio de Whitehall (hoy desaparecido) se acabó convirtiendo en el más grande de Europa, mientras que el viejo Westminster quedaba liberado para acoger no una, sino dos cámaras. Conocida como Cámara de los Comunes, la segunda había sido creada en 1341 para reunir a los caballeros y a la burguesía, que quedaban así separados de la nobleza y el alto clero.

Era una cámara baja, y aún mantiene el nombre, pero esto no significa que se pareciera en nada a la actual. De hecho, los historiadores estiman que en tiempos de los Tudor su representatividad no llegaba al 3% de la población, y solo la masculina. Más bien, podría decirse que si esa dinastía espoleó el parlamentarismo fue para contar con un órgano que legitimara sus decisiones más impopulares.

Lee también

Golpes de Estado, leones de yeso y muertos en el sótano:

Xavier Vilaltella Ortiz
Congreso de los Diputados

Aun así, pusieron los cimientos del sistema bicameral. Durante años, sin embargo, ambas instituciones se tuvieron que reunir en estancias que, por ser las de un palacio, no eran las ideales. Al principio la cámara alta lo hizo en el que había sido el dormitorio del rey Enrique III, para luego pasar a una modesta galería de época medieval. Por su parte, hasta la construcción del nuevo Parlamento, la Capilla de san Esteban hizo las veces de cámara baja.

Siempre hubo quien clamó por el derribo de todo aquello, y de hecho en 1605 casi sucede... con todos los parlamentarios dentro. Ese era el plan de Robert Catesby (c. 1572-1605) y Guy Fawkes (1570-1606), dos de los nobles católicos que, con la ayuda de la Corona hispana, pretendieron volar el edificio durante la ceremonia de apertura.

Fue poco después cuando, tras seis siglos de parlamentarismo, por fin hubo una excusa para reformar el edificio. Sucedió accidentalmente, cuando en 1834 la estufa que el exchequer (responsable de las finanzas del reino) usaba para quemar sus libros de contabilidad desencadenó un incendio que no se detuvo hasta calcinar todo el complejo.

Aunque fue una calamidad –de la que básicamente solo se salvó el Westminster Hall–, también constituía la oportunidad para planear una sede acorde con lo elevado de sus atribuciones, en lugar de aprovechar remiendos de palacios anteriores.

Incendio del palacio de Westminster en 1834, por Turner

Incendio del palacio de Westminster en 1834, por Turner

Dominio público

Como entonces era considerado un patrón afrancesado, no lo hicieron en el estilo neoclásico que poseen tantos parlamentos en Europa. En el siglo del romanticismo nacionalista, aquello debía ser un monumento a la historia del Reino Unido. Por eso pusieron a Charles Barry al frente del proyecto, para que construyera un edificio que, en estilo neogótico, rindiera homenaje al pasado medieval de Inglaterra.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...